domingo, 29 de noviembre de 2009

IMAGINACIÓN ACTIVA, CREATIVIDAD Y PRESCIENCIA



Hoy, quería hablar de la técnica que describió Jung para relacionarnos con las imágenes que residen en lo inconsciente colectivo. A esa técnica, que se basa en focalizarse en las imágenes que emanan de lo inconsciente para mantener una suerte de conversación con ellas, Jung la denominó Imaginación Activa. Y, para comprender el procedimiento a seguir lo mejor es poner un ejemplo.

Así, a continuación voy a reproducir el resultado de una conversación que mantuve con una de las imágenes emanadas de lo inconsciente y que forma parte de uno de los capítulos de mi novela Encuentros en la Oscuridad.














—¡Querido Discípulo! ¡Hijo del Universo! Parece
que estás cuestionándote lo que muchos hombres antes
que tú se han preguntado. No vas del todo mal encaminado
cuando reflexionas en torno a la Obra que
es la realización de tu propia esencia. No obstante, habrás
de saber que ello no es tarea fácil —en ese momento
Juan recordó las palabras de Abraxas y le parecía
que fuera él quien le hablaba, aunque en esta ocasión
no podía ver su imagen—. El conocimiento de tu procedencia
divina —continuó la voz— no se logra sino
después de que hayas muerto. Sí, querido discípulo,
la muerte no es otra cosa que un cambio de estado.
Una transformación que te conduce al conocimiento
de tu esencia divina. Como hombre material el ser humano
es ignorante y deficiente en grado sumo. Como
desconoce la verdadera Sabiduría del Uno cree que el
mundo ilusorio de la Materia es lo único existente y,
por lo tanto, verdadero. Por dicho motivo, aquél que
no es capaz de trascender el mundo de la Materia se
hace esclavo de ella y queda condenado de por vida a
una existencia mundana, inferior y maldita. Pero quien
habiendo sido arrojado al mundo inferior de la Materia
es capaz de elevarse por encima de sus orígenes y muere
para con la manifestación, ése ha conseguido salvarse.
Ha atravesado el umbral que lo conduce al mundo
de lo inmanifestado y tiene acceso al Nous, el mundo
del Espíritu Universal, Verdadero Hacedor de todo lo
manifestado.
—¿Quién eres tú que tan sabiamente me aleccionas?
—Preguntó Juan a aquella voz.
—Soy el Guardián del Umbral. Como Querubín
permito y favorezco la entrada al centro divino del Ser
a aquellos cuyo camino les conduzca hasta mí. Nadie
que no lleve la señal que lo identifique como quien realmente
es tendrá acceso jamás a la estancia a la que
doy entrada, colmada de tesoros divinos. Quien quiera
acceder primero habrá de morir. En estado de neonato
podrá atravesar la puerta al siguiente Eón. Por ese
motivo, hijo mío, pronto habrás de morir a tu anterior
existencia para renacer a una nueva Vida. Pero no temas.
Pues incluso la muerte es pura ilusión. Lo que
has sido y eres, en lo más profundo de ti mismo, siempre
estará ahí. Esa muerte propicia el despertar de aquello
que durante tus años previos al memorable evento
que está por llegar ha permanecido dormido. ¿Acaso
crees que el ser humano puede ser distinto de lo que
realmente es? No hay nada en el hombre, ni en el mundo,
ya sea hecho, manifestación, evento, suceso o acontecimiento
que no estuviera de antemano en el universo
de lo Inmanifestado. Tal vez creas que las guerras
entre los hombres son el producto de coyunturas o
acontecimientos externos, ligados a determinadas
circunstancias socio-económicas y políticas y que estas
circunstancias originan, finalmente, el conflicto
bélico. Mas si así piensas, yerras en lo fundamental.
Pues es el hombre en su más íntima esencia quien
provoca las guerras. Él es el último responsable de lo
que acontece en el mundo de lo manifestado. Precisamente
la ignorancia de este último aserto provoca
el clima bélico propicio para la iniciación de toda guerra.
Pero la guerra, como la muerte, también es pura
ilusión, dado que son las potencias de lo inmanifestado
quienes operan bajo la superficie, a fin de que
se produzca el necesario y siempre presente renacimiento.
Y, pese a todo, contemplado sub specie aeternitatis,
muerte y renacimiento son manifestaciones
y, por tanto, ilusiones o reflejos de poderes o
potencias sempiternas, actuantes desde los orígenes
del mismísimo Universo.

Fuente: Capítulo 6. Extraños Visitantes de mi novela Encuentros en la Oscuridad. José Antonio Delgado González. Ed. Nuevosescritores.

jueves, 19 de noviembre de 2009

AFRONTAMIENTO CREATIVO DE UNA SEPARACIÓN DE PAREJA


Llevo algún tiempo reflexionando sobre la tremenda irrupción de instintos violentos y destructivos que tienden a emerger en los procesos de separación matrimonial o de pareja. De esa hostilidad, ese odio, y esos deseos de destruir, de hundir materialmente o aniquilar a la persona que, durante una buena temporada, a veces incluso décadas, se convirtió en un/a compañero/a de ese viaje que es la Vida. Tan es así, que los medios de comunicación no hacen sino bombardear continuamente con ese que se ha convertido en uno de los males de nuestra época:
La mal llamada violencia de género, y que yo prefiero denominar violencia en la pareja.

Durante mis meditaciones, y reflexiones internas, me venían a la mente las imágenes con las que los alquimistas representaban una de las operaciones de transformación del plomo en oro: Calcinatio o calcinación. Esta operación está simbolizada por el Lobo, un animal que se relaciona con el dios Marte, y por el León. Especialmente significativo, en este contexto, es el símbolo del lobo quemándose en un fuego abrasador. El lobo representa la voracidad del niño, que está perpetuamente hambriento y deseoso de los favores de la Madre. Así, el individuo adulto ha de enfrentarse a ese lobo, lo ha de quemar en ese fuego abrasador, es decir, ha de restringir esas pasiones por medio de un acto de voluntad consciente. Se trata pues de revivir la frustración que debió de sentir cuando la madre no respondía a sus llamadas, pero esta vez de un modo consciente. Esta operación no representa una represión, ni una condena por los pecados del individuo. Nada de eso. Muy al contrario, se trata de experimentar una frustración del deseo, mediante un sacrificio voluntario del objeto/os deseado/os. Entrar en el fuego del infierno para quemar en él la escoria que uno/a lleva consigo, conteniendo la frustración y la cólera sin culpar al otro (la/el madre/padre, la/el esposa/o, la pareja, etc…), ni autoinculparse, permite que comience a transformarse algo en el interior del individuo. Lo que está aconteciendo es el nacimiento de la verdadera individualidad, simbolizada por el Rey.

Así, la experiencia más típica de una calcinatio la encontramos en la frustración del objeto de deseo amoroso. Ahí entra en juego la pasión amorosa. La ruptura de una relación de muchos años o que ha activado una ardiente pasión amoroso-sexual se suele correlacionar con esta operación. Lo que experimenta el individuo en ese período de frustración y de muerte puede ser de lo más horroroso. Experiencias que activan estratos de lo inconsciente colectivo de los que el individuo nada sospechaba y, por supuesto, de los que él se creía completamente ajeno. Algunos de los sentimientos y pensamientos que emergen en esos períodos de quemazón son: destructividad de proporciones cósmicas, cólera intensa, violencia desmesurada, deseos de herir, inmolar o destruir a una persona (la/el esposa/o, en un divorcio, la pareja en una ruptura, etc.), obsesión devoradora, apasionada y ambivalente (deseos de amarla y, al mismo tiempo, de destruirla) por el poder que parece ejercer sobre el individuo, avidez insaciable por la otra persona, que nos empuja a amarla y a odiarla a la par, etc. Todos estos sentimientos irrumpen en la consciencia de un modo tan devastador que uno/a siente como si lo/a estuvieran violando. Pero si se contienen convenientemente, se sienten en lo más hondo y se los manifiesta a través de una expresión creativa, cosa que no sucede sin un largo período de introversión, en el cual se comienza a mirar hacia dentro y hacia abajo, o sea, a profundizar en uno mismo, las pasiones enceguecidas y los deseos inextinguibles acaban trocándose en un potencial creativo que puede expresarse en el transcurso del proceso de individuación.

Dice a este respecto el analista jungiano Horacio E. Grimaldi, en su artículo titulado Algunas aportaciones de la psicología compleja de C. G. Jung al problema del desarrollo evolutivo en el ser humano, lo siguiente:

"En los textos alquímicos, también se asocia la calcinación con el purgatorio, porque es un proceso de purificación que al quemar los pecados, los disipa. El fuego no sólo quema y frustra, sino que también purifica e ilumina. Estos son objetivos de la calcinación, tanto como lo es la pureza emanada de una absoluta sinceridad con uno mismo. Y lo que queda es indestructible, porque uno no puede dejarse corromper ni sorprender a traición por el autoengaño.

Estas difíciles experiencias ponen a las personas en el camino de la evolución interior.

Una de las formas de resistirse a este proceso es a través de echar culpas al otro, a circunstancias exteriores o a uno mismo o evitarlo como lo hacen las personas demasiado razonables, que creen que han entendido por completo por qué las cosas fueron mal, y por qué era necesario separarse. Los dos siguen siendo amigos y todo se hace de una manera muy civilizada, sin reconocer los sentimientos que serían normales en esta situación, que después de todo es una especie de muerte que exige su dolor y su duelo. Así es como las personas se ven envueltas en una depresión de la cual no pueden salir ni atisbar la causa. No pueden alcanzar a elaborar que, verdaderamente, la separación, no es un hecho racional sino afectivo.

Esta negación de lo sucedido, de la furia del lobo que al ser encerrado sufre y se retuerce en el primer momento de la calcinación de la pasión frustrada, evita que se inicie un proceso de evolución necesario para culminar en la obra de la individualidad auténtica.

Entendiendo los procesos de las crisis, desde la perspectiva junguiana, teleológica y prospectiva, la Alquimia aplicada al Amor y la relación de pareja, y en especial este paso, la Calcinación constituye un concepto interesante para tener en cuenta a la hora de elaborar una separación amorosa. "

Así, para un afrontamiento creativo de una ruptura o separación de pareja, los involucrados han de experimentar el dolor y la frustración que supone la pérdida de su objeto amoroso, el otro, y la necesidad de elaborar esos sentimientos de un modo creativo. Este proceso conlleva un período de duelo, donde las lágrimas y el dolor deben ser la expresión de esa muerte que se está produciendo (tanto fuera, la ruptura y separación, cuanto dentro), en aras del nacimiento de algo nuevo.

martes, 17 de noviembre de 2009

EXPERIENCIA MÍSTICA Y GNOSIS VERSUS ORTODOXIA O LITERALISMO

Dice la psiquiatra Maribel Rodríguez, en uno de sus comentarios a la reciente entrada en su blog Universidad de la Mística y Cátedra Edith Stein, que la Psicología Transpersonal se ha convertido en el reverso tenebroso de la ortodoxia cristiana, entendida esta última como la cristalización y esclerosis del mensaje cristiano original; y estoy de acuerdo con ella. Ciertamente, hoy en día los rituales cristianos se repiten consuetudinariamente sin entender qué es lo que estos rituales persiguen; y los símbolos cristianos, que en los últimos tiempos se han hecho más estéticos, se han pulimentado, y se han perfeccionado, en algún sentido; decía que los símbolos cristianos, por ese perfeccionamiento, se han hecho más bellos estéticamente pero, en el fondo, están bastante alejados de la cruda experiencia original; una experiencia devastadora para una consciencia limitada y estrecha. De ahí que la ortodoxia, con buen criterio, tenga un "manual de instrucciones" para el colectivo. Si bien, esta vez con pésimo criterio, haya impedido o, cuanto menos, dificultado el camino esotérico a aquellas personalidades que, por su propia disposición, no se pueden adaptar al estrecho y rígido sendero institucional.

Pero ese alejamiento del hombre interior, precisamente, da lugar a que surjan movimientos de tipo compensatorio. La Psicología Transpersonal (aquella cuyo objeto de estudio es el ámbito psíquico que se encuentra más allá de lo personal), como en los primeros siglos del cristianismo sucedió con los grupos gnósticos, se me antoja que es una de las manifestaciones más excelsas de esta compensación. Y debemos recordar aquí que fue Carl Jung el primer psicólogo transpersonal, el primero que apuntó que la psique no es exclusivamente un vertedero de contenidos biográficos reprimidos por la censura, como apuntaba Freud, como tampoco se trataba de un lugar en el que se acumulara una suerte de complejo de inferioridad, que empujaba al individuo a compensar ese sentimiento con un deseo de poder, como decía Adler; ambos enfoques están en lo cierto, desde luego, pero sólo en parte; Jung nos mostró que más allá de ese inconsciente individual, de ese subconsciente, existe un inconsciente colectivo cuyos contenidos son autónomos y, en cierto modo, actúan con independencia de nuestra consciencia; y no sólo eso, sino que, lo inconsciente colectivo constituye, en sí mismo, un mundo interior, tan complejo como el mundo exterior. El grave problema del mundo occidental es su unilateralidad, su tendencia a pensar que la única realidad es la que proviene del mundo objetivo, del mundo exterior, aquel que percibimos a través de nuestros sentidos; pero ese es un craso error, un error que se defiende como si de una religión se tratara, pues está inmerso en el propio espíritu de la época. Por lo tanto, no es de extrañar que la nueva religión se denomine Materialismo. ¿Qué le ha sucedido entonces al hombre? Le ha sucedido que ha perdido su mundo interior, su Alma, a la que ha considerado como un apéndice indeseable. ¿Qué consecuencias tiene semejante actitud? Las que podemos ver a diario a nuestro alrededor, y que se reflejan en los medios de comunicación. En definitiva, que el ser humano se ha convertido en un ignorante de sí mismo. Su conocimiento del mundo exterior, de la materia, se ha hipertrofiado a expensas o en detrimento del autoconocimiento. Así, no debiera causar asombro que, como Jung advirtió, el verdadero peligro para la humanidad resida en el hombre mismo. No son las catástrofes naturales, por más que se esté provocando una destrucción acelerada de la Naturaleza, los verdaderos peligros para el ser humano. Sino, antes bien, lo es el propio ser humano, cuando permanece inconsciente de sí mismo.

Naturalmente, como también tuvo lugar en los orígenes del cristianismo, la Psicología Transpersonal (me refiero ahora a este término en la acepción que utiliza Stanislav Grof, como la psicología que estudia, también, los estados no ordinarios de consciencia, las emergencias espirituales, etc.) se ha percatado de la importancia que tiene el conocimiento del mundo interior. Pero, y esto es preciso reseñarlo, algunos de sus representantes pueden cometer el mismo error que se observa en algunos movimientos gnósticos (influidos por el helenismo, el zoroastrismo y las religiones mistéricas, entre otros), creando así, una nueva escisión, un nuevo dualismo. El problema del exceso de rigidez se compensa con una tendencia, igualmente rígida, a generalizar la vía de acceso al conocimiento de la chispa divina, como si se tratara del único camino posible. Lo que denota un nuevo estado de inflación de la consciencia. Exactamente lo mismo que les sucedió a ciertos grupos gnósticos. Nunca se advertirá lo suficiente del peligro que supone estar demasiado cerca de la divinidad, pues no anda muy lejos de ella el demonio de la hybris.

Y, hablando de la propia experiencia, pienso que se puede convenir conmigo en que no es lo mismo ser cristiano que católico, protestante u ortodoxo. No es lo mismo experimentar por uno mismo la chispa divina, y escribir sobre ello (plasmarlo en un particular libro rojo, como el que recientemente se ha editado), que adherirse a un movimiento, grupo, secta o, en último término, religión sin haber atravesado la desgarradora experiencia. Ahora bien, es importante darse cuenta de que la mayoría de las personas no está preparada para acceder a dicha experiencia. De ahí que deba existir, también, el camino exotérico, el ortodoxo, el literalista, si bien, con unos guías responsables y no con energúmenos ávidos de poder.

Maribel hablará de experiencia mística. El sentimiento gusta mucho de esa terminología. El pensamiento prefiere, en cambio, remitirse a la Gnosis, para referirse a la experiencia directa e intuitiva con el magma incandescente de lo Inconsciente Colectivo Psicoideo, del Unus Mundus, del Cristo Interior. Pero poco importa (o tal vez, sí), a la postre, el modo en que manifestemos esa experiencia. Que lo llamemos Experiencia Mística o Gnosis. Evidentemente, esto depende de la particular ecuación personal, de la retícula en la lente de la conciencia que le es propia a cada cual. Ahora bien, mientras que al sentimiento le cuesta poner en palabras esa experiencia, el pensamiento puede escribir volúmenes enteros que remiten a esa experiencia. El sentimiento hablará de inefabilidad (cosa que el pensamiento, estará de acuerdo en parte), porque no es capaz de ponerlo en palabras. El Tao del que se habla no es el Tao. Sin embargo, una cosa sí es cierta, la manifestación del mundo arquetípico, la concreción del mismo, la encarnación de lo daimónico, si bien es una experiencia numinosa, sobrecogedora, para la conciencia, para la corporalidad, vista desde la óptica del mundo arquetípico, no es sino una simplificación, una banalidad, un encorsetamiento. Por eso, si el corsé es muy estrecho, como sucede con el lenguaje científico, demasiados detalles se pierden por el camino, y el producto manifiesto es demasiado simplista, demasiado enjuto, como para mostrar un atisbo, si quiera, de la grandeza de aquello a lo que está aludiendo, de lo que está representando, encarnando. O sea, en términos cristianos, que Dios se haya hecho carne es, para el ser humano, desde luego, un acontecimiento sublime. Sin embargo, para Dios ese acto es un rebajamiento, una simplificación, un confinamiento y una limitación.

lunes, 16 de noviembre de 2009

¿RAÍCES CRISTIANAS DEL ALMA OCCIDENTAL?

Al hilo de la entrada que Maribel Rodríguez acaba de publicar en su blog personal, en la que explica la creación de una Universidad de la Mística, y su participación en ella como directora de la cátedra Edith Stein, me he animado a verter algunas reflexiones en torno al concreto tema de la mística cristiana.

Ciertamente, hace ya varios decenios, que se viene observando una suerte de avalancha, debido a una tremenda crisis que está afectando a Occidente desde hace muchos lustros, hacia expresiones espirituales más exóticas, como son las orientales. Este fenómeno en sí muestra dos asuntos cruciales: 1. Que vivimos en una época de crisis de valores, lo que se podría llamar un ocaso o muerte de las antiguas deidades; 2. Que el occidental contemporáneo está tratando de compensar esa pérdida trasplantándose a Oriente (o creando nuevos dioses, como son el Dinero y el Poder, o bien, en ciertos ámbitos, los Ovnis, etc.).

Pero las religiones orientales (o espiritualidad oriental) son una expresión de un alma antigua, con unas raíces profundamente ancladas y un sustrato cultural que las abona, muy diferentes a las occidentales. Por ese motivo, un trasplante de ese tipo puede conllevar una enfermedad anímica, tanto o más peligrosa que la vacuidad en la que está quedando el occidental medio.

Hoy, el cristianismo ya nada le dice al tecnocrático hombre moderno. Su ilustrada mente y la adoración a la Diosa Razón hacen que el mensaje cristiano le parezca infantil, contradictorio y, en último caso, hace tiempo superado.

Mas las consecuencias de semejante pérdida irreparable (me refiero al significado de los símbolos cristianos y/o al sentido profundo de sus rituales) las podemos ver a diario en los medios de comunicación: Guerras, Terrorismo, salvajismo atroz, materialismo a ultranza... ya no se sabe lo que es ser humano.

Cuando el hombre pierde el contacto con la Tierra Madre, con su Alma, entonces tienen lugar los acontecimientos que a diario vemos en los medios de comunicación. Los instintos primarios, del Dragón, se hacen con las riendas de la cultura, de modo que lo más tosco, lo más burdo, lo más indiferenciado es objeto de adoración. Como ejemplo de rabiosa actualidad están los programas televisivos de máxima audiencia, que presenta una alcahueta haciendo ostentación de la mediocridad y la mentira. Es lo que sucede siempre que tiene lugar el ocaso de una civilización, por otro lado.

Ciertamente, hay indicios de que en la Institución Cristiana se están produciendo cambios, que parecen avecinar una especie de nueva Reforma, o mejor, una renovación del mensaje cristiano. Mas, según a mí me parece, el retorno a la institución y la adherencia al cristianismo institucionalizado, por muy reformado que parezca, no constituirá la norma. Más bien, tiendo a pensar, guiado por mi intuición y por el estudio de uno de los símbolos que se relacionan con el espíritu de la época (zeitgeist), el Aguador o Acuario, que la búsqueda de la Verdad, de Dios en último término, pasará por un viaje interior que realizarán los individuos, adentrándose en lo más recóndito de Sí-Mismos, para, como los gnósticos de todos los tiempos, o los místicos de todas las religiones, encontrar la chispa divina que yace en su propio interior. Quizás los relatos artúricos, donde los caballeros de la Tabla Redonda se embarcaban en un viaje en busca del Santo Grial, representen mejor el espíritu de la época, que la Institución propiamente dicha. Tan es así, que la misma institución cristiana no se revitalizará, no se renovará, al igual que sucedía con el reino artúrico, sin que muchos Parzifales hallen la respuesta correcta a la pregunta singular: ¿Quién sirve al Grial?

miércoles, 11 de noviembre de 2009

LUNA NEGRA, ANIMA MORENA. SOBRE EL ARQUETIPO DE LA MUJER FATAL.


Después de un viaje a Huelva, en el que se produjeron decenas de sincronicidades, como, por otro lado, es natural en momentos en que un arquetipo se constela, llegamos a casa, mi pareja y yo, y nos pusimos a ver una película excelente titulada Al filo de la Navaja. Al terminar de verla, no lograba comprender cómo no lo había visto antes. Pero, bueno, como todo en esta vida, las cosas llegan cuando tienen que llegar.

Al margen de lo fascinante de la película, y de la afinidad y hasta similitud existentes entre la vida del protagonista y la mía propia, había un tema arquetípico que se mostraba con inusitada claridad: las dos facetas con las que se presenta el anima en el hombre. Una es el anima Morena (oscura, negra), la Luna Negra, Seckmet; la otra, el anima Rubia, la Luna Llena. La Rubia ayuda al individuo, está próxima a las funciones superiores de su consciencia, es, en cierto modo, su soror mística; la otra, en cambio, es una Serpiente, un Dragón que lo conduce al abismo de su inferioridad, y lo hunde en los infiernos de lo Inconsciente Colectivo.

Esther Harding, eminente analista jungiana americana, discípula directa de C. G. Jung, escribe lo siguiente del anima negra, del aspecto demoníaco de la mujer, la femme fatal, en su muy recomendable libro Los Misterios de la Mujer. Simbología de la Luna. (Ed. Obelismo, pp. 121-122):

"El aspecto demoníaco, inhumano, de la mujer puede traducirse en términos de experiencia diaria como sigue: Si una mujer actúa, en cualquier situación, solamente como hembra, yin, rehusando expresarse con las consideraciones humanas que podrían moderar su efecto yin, retiene al hombre por su instinto. Entonces está preparado para que le tiendan una trampa que lo deje sin apoyo... Ellas (las mujeres) saben que una acción semejante goza de una ventaja injusta sobre la vulnerabilidad del hombre. La mujer que verdaderamente ama al hombre se siente en la obligación no de tentarlo por su hechizo femenino, sino de salvaguardar su honor. En las circunstancias antes mencionadas, incluso esconderá sus atractivos, se ocultará, para que por su propia disciplina él quede libre para seguir también el camino de la disciplina. A veces la mujer no es consciente del poder de esta cualidad en ella, este femenino, este yin. En este caso, un efecto desastroso de este tipo puede ocurrir mientras que ella permanece ignorante de la parte que ha jugado en la situación negativa de su enamorado. Otras mujeres son totalmente conscientes de este poder y lo usan sin escrúpulos para su ventaja personal. Tales mujeres parecen ofrecer al hombre amor y comprensión cuando en realidad sólo le están dando las riendas para su propio deseo de poder. Si tales mujeres se detuvieran a averiguar sus propios motivos podrían ver fácilmente que su placer consiste principalmente en la satisfacción de su vanidad, alimentada por la adulación de él, y el sentimiento de importancia que obtiene de su infatuación. Una mujer más consciente, más evolucionada, conoce este peligro, y se guarda escrupulosamente de causar un efecto desastroso. Porque sólo a través de una disciplina de no ansiedad puede quedar salvaguardado el amor y la relación psicológica entre un hombre y una mujer. Una mujer así hace consciente y voluntariamente lo que las primitivas querían realizar por sus tabús de la menstruación. Ya que... una mujer que permite a su naturaleza yin actuar de un modo desenfrenado está en una situación peligrosa y debería ser apartada. Es una amenaza pública."

Esta descripción coincide, hasta en los más mínimos detalles, con cierto tipo de mujeres, que se corresponden, por cierto, con el anima Morena u oscura que es la que conduce al hombre a su perdición... o a su vocación verdadera.

Recomiendo encarecidamente a todos los buscadores de la Verdad, a los Peregrinos del Alba, a los Caballeros del Grial, a quienes deseen saber más sobre esa dualidad del mandala masculino, esta excelente película y/o, en su caso, la novela en la que se basa.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

CLAVES Y COMENTARIOS SOBRE EL ÚLTIMO LIBRO DE MIGUEL BLANCO: 2012. MAYAS, los Señores del Tiempo.


Este mundo nuestro agoniza; el modelo de vida occidental esta acabando. Tenemos pruebas evidentes y claras de ello. La reciente crisis económica nos muestra un sistema que ya no sirve en nuestro mundo; el calentamiento global y muchos otros signos, son los síntomas de que nuestra sociedad esta a punto de terminar como modelo de vida.
No podemos seguir viviendo de espaldas al planeta, no pueden vivir unos millones de ricos a expensas de la riqueza de otros miles de millones de seres que, en el planeta, pasan hambre. Es evidente que algo ha de cambiar. Y parece que el momento ha llegado de la mano del sufrimiento.


Con estas palabras, claras y contundentes, Miguel Blanco, presentador del programa radiofónico en RNE “Espacio en Blanco”, respondía a Lorenzo Fernández Bueno, director de la revista ENIGMAS, fundada por el fallecido psiquiatra y eminente divulgador de fenómenos ocultos, Fernando Jiménez del Oso, en una entrevista concedida al hilo de la presentación de su último libro 2012. Mayas, los señores del Tiempo (La Esfera de los libros, 2009).

Viajante infatigable, buscador de la Verdad oculta tras las apariencias, Miguel Blanco es un excelso representante de lo que la psicología analítica denomina intuición extravertida. Sus mágicos encuentros con personajes de la cultura Maya son un claro ejemplo de su modus operandi, propio de una poderosa intuición que encuentra en el mundo manifiesto, los mensajes y las claves que lo conducen al verdadero conocimiento. No en balde nos cuenta Miguel Blanco que un anciano sacerdote maya, “vestido de blanco”, quien le ha acompañado en varias de sus aventuras por el mundo, le comunicó en la selva de Chiapas un mensaje revelador acerca de las dos vías de acceso al conocimiento. La vía de la comprensión a través de mensajes, de enseñanzas que nos permitan acceder al conocimiento –la vía seca alquimista- y la vía del sufrimiento, de la vivencia de la crisis en las propias carnes, -la vía húmeda de la alquimia-.

En la terminología de la psicología analítica, Miguel Blanco ha tenido un numinoso encuentro con el Anciano Sabio, una manifestación de la personalidad superior o arquetipo del Sentido. Ahora bien, ese mismo arquetipo puede aparecer como guía interior, como imagen emanada de lo Inconsciente Colectivo, algo que es más factible que le suceda a un intuitivo introvertido. No obstante, proceda del exterior, del mundo manifiesto, como persona de carne y hueso, o proceda de lo interior, como imagen emanada de lo Inconsciente, el mensaje, en último término, es el mismo.

Miguel Blanco apunta en su entrevista cuál es el sentido y el significado profundo de las profecías Mayas, allende su apocalíptico mensaje: “volveremos a nuestro origen cósmico como especie, volviendo a reunirnos con los antiguos dioses”. Para ello, muchos de nosotros, como afirma Miguel Blanco, “habremos de recorrer un camino parecido a lo que se conoce como apocalíptico, que no quiere decir otra cosa que revelador”. Es decir, que mediante la vivencia del sufrimiento –asociado a la muerte del ego y al renacimiento del Cristo interior- al ser humano se le revelará el verdadero sentido y significado de su existencia, la respuesta a la sempiterna pregunta: ¿Quién soy yo?

Ha sido para mí una nueva y emotiva sincronicidad, de las múltiples asociadas a la constelación de un arquetipo en mi universo interior, encontrar, en esta reciente entrevista, que el mensaje revelado por el “anciano sacerdote maya vestido de blanco” a Miguel Blanco – ¡ojo a la coincidencia significativa entre el apellido de Miguel y el vestido del anciano sacerdote!- en la Selva de Chiapas, coincida con el sentido esotérico del título de mi libro El Retorno al paraíso perdido. La renovación de una cultura, y que retomo en mi última novela histórica titulada LA HERMANDAD DE LOS INICIADOS. Estas coincidencias significativas parecen mostrar que, pese a que la procedencia de nuestras respectivas experiencias difiera, y los ropajes con los que se han investido nuestros respectivos mensajeros sean, también, distintos, ambos hemos bebido de la misma fuente, nos hemos sumergido en idéntico océano, y, por lo tanto, hemos regresado al mismo Útero Cósmico, que es, a un tiempo, origen y destino del ser humano.

Desde aquí deseo expresar mi enhorabuena a Miguel Blanco por su nuevo libro 2012. Mayas. Los Señores del Tiempo, publicado por la editorial La Esfera de los Libros, que leeré con fruición, y mi agradecimiento a Lorenzo Fernández por haber sido el mensajero que me permitió conocer la existencia de este libro, y la materia prima desde la que se ha gestado.

A ambos, mi más sincera gratitud.