lunes, 4 de enero de 2010

AVATAR. 4ª PARTE. VIAJE AL MUNDO DE PANDORA

Al hilo de la respuesta a un comentario a una de mis últimas entradas, relacionadas con la interpretación del simbolismo de la película AVATAR, comentaba que la película "Bailando con Lobos" muestra cómo un yanki, aislado de sus compatriotas, consigue acceder a una tribu sioux, conocer sus costumbres, hasta el punto de integrarse en ella, como un miembro más de esa tribu, y, con ello, transformar su consciencia "hilotrópica", lineal u horizontal, para entendernos, en una consciencia "holotrópica", es decir, capaz de contemplar y de dirigirse hacia la Totalidad. Y, en efecto, esa misma transformación le acontece a Jake Sully, el protagonista de AVATAR, al acceder al Mundo de Pandora y convivir con los Na´vi. En ambas películas fue determinante, en el proceso de integración en la tribu, la relación de pareja entre los protagonistas y las respectivas indígenas.

En este mismo sentido, cabe mencionar una película, bastante más antigua, del año 1970 creo recordar, que se titula "Un hombre llamado Caballo". En esa película se ve cómo el protagonista sufre una iniciación, en el marco de un ritual indio. Y esa iniciación tiene que ver con su acceso al mundo de los ancestros, al más allá espiritual, que la psicología analítica denomina lo Inconsciente Colectivo, contactando, por lo tanto, con la corriente espiritual que recorre todo tiempo y lugar.

Sin embargo, y sin desmerecer para nada la calidad de ambas películas, ninguna de ellas introduce lo que, en mi opinión, es un tema novedoso y, sobre todo, muy actual: la crisis energética planetaria, que, en la película AVATAR, padece la Tierra. Y, precisamente, es una buena representación de la crisis planetaria actual. La crisis económico-financiera global no es sino un epifenómeno más, como lo es la grave crisis ecológica mundial (el incremento vertiginoso del calentamiento global y el deterioro de la capa de ozono, son los fenómenos más conspicuos). Es decir, que esas crisis, son manifestaciones de un Ocaso de Occidente. De un continuo y progresivo deterioro de los pilares espirituales sobre los que descansa Occidente, a semejanza de un tumor maligno que en su metástasis los va corroyendo por dentro. Es así que, esas crisis a las que me he referido, no son sino manifestaciones del proceso de muerte-renacimiento al que se ve abocada nuestra cultura, es decir, una de las expresiones más conspicuas del final de una Era, la de los peces. Un final que es, al tiempo, también un principio de una nueva Era, la del aguador que abrevará con el aqua sapientiae a aquellos que colaboraren con la inevitable transformación que se está gestando. Y, así, vemos en AVATAR, la necesidad de conseguir un LAPIS, una preciada piedra llamada "unobtainium" que, según parece, posee propiedades extraordinarias, únicas e imposibles de obtener en el mundo terrestre. Una especie de "oro de los alquimistas". Y esa "unobtainable" (inaccesible o inalcanzable) piedra es la que, según parece, salvaría la Tierra de la crisis energética, en la que está sumida. Mas, como dirían los alquimistas, ese LAPIS, esa piedra preciosa, que es un tesoro difícil de alcanzar, no es el oro vulgar (es un "aurum non vulgi"). Además, sabemos que, antes de que se adoraran a las Vírgenes Negras en la Edad Media, se adoraban las piedras sagradas. Estas piedras, normalmente de color negro o gris oscuro, son una manifestación de la Diosa Madre. Y, dichas piedras sagradas, en el Mediterráneo antiguo y en el Próximo Oriente, recibían nombres como el de omphalos o el de betel. Este último nombre procede de la palabra baytili que significa "la casa de dios". Y, baytili se asemeja mucho a Naytiri, que es el nombre de la Na´vi que inicia a Jake en el Mundo de Pandora. Y, como muy bien viene representado en AVATAR, el verdadero problema, el mal que padecen los humanos, es su distanciamiento para con la Naturaleza (tanto exterior, hoy denominada Medio Ambiente; cuanto, interior, o sea, lo instintivo y, en último término, ese Mundo Interior que es el Sistema Psíquico).

Resulta que ese LAPIS difícil de obtener, el yacimiento del valioso mineral, está justo en el lugar en que los Na´vi están asentados. O sea, que se halla en el Mundo de Pandora, que, además, resulta ser, en realidad, una Luna de un mundo recién descubierto. Y, como es bien sabido, la Luna es un símbolo de la antigua Diosa, como lo es la propia piedra salvífica. Y, fíjense en el detalle, encima coincide que el principal yacimiento está enclavado en el lugar del Gran Árbol, que es el símbolo más importante del lugar, y aquello que más aprecian los Na´vi. Ese Gran Árbol es, desde luego, un símbolo del Gran Árbol del Mundo, que es el Axis Mundi, el Ombligo del Mundo, el Árbol de la Sabiduría o del Conocimiento del Bien y del Mal. Un símbolo del Gran Espíritu divino. Desde luego, si entramos a investigar el simbolismo del Poblado de los Na´vi, hallamos resonancias con el Paraíso bíblico, tal y como se narra en el Génesis, del que fueron expulsados Adán y Eva. Y, precisamente, porque Adán, acicateado por Eva, comió la manzana del Gran Árbol del Conocimiento. La manzana es un símbolo de la sabiduría agrícola. Sin embargo, en este caso, se trata de una suerte de Retorno al Paraíso Perdido, del que la humanidad fue expulsada. He ahí la gran diferencia, y lo que de más novedoso y actual tiene esta película. Puesto que lo que refleja, de un modo simbólico, es la necesidad del ser humano moderno de retornar al Paraíso, un Paraíso que está enclavado en lo más recóndito de Sí-Mismo. O sea, que Jake Sully, el héroe solar acuariano, protagonista de la película, inicia un viaje a la Luna (el mundo de la Diosa Madre). En cierto sentido, esta película está muy relacionada con mi libro "El Retorno al Paraíso Perdido", donde describo, en lenguaje psicológico, ese viaje a la Luna, un viaje a las entrañas o al útero de la Diosa, necesario para que se produzca una renovación o, mejor, un renacimiento de la personalidad, como le sucede al héroe de la película (Jake Sully).

Y, otro asunto muy, pero que muy actual. El Mundo de Pandora, especialmente el lugar en que habitan los Na´vi, su hábitat, demuestra ser un lugar muy especial. Un lugar en el que todo está conectado con todo, en el que existe una increíble interrelación de interdependencia entre las distintas manifestaciones de la Vida. Lo importante no es su riqueza específica, ni tan siquiera su biota. No. Lo importante, y he aquí lo actual, donde se manifiesta el arquetipo acuariano, es que se trata de un Mega-Sistema que bien podría denominarse GAIA. Por tanto, vemos ahí la influencia de la Hipótesis GAIA que enunciara JAMES LOVELOCK y que defendiera también la bióloga Margullis. Y GAIA es el nombre que recibía la antigua Diosa Madre, esposa-hermana-amante de héroes (dioses o semidioses) como Dioniso, Attis, Mitra, Krishna o Cristo por lo que es muy oportuno el nombre de PANDORA, para ese Nuevo Mundo que, como he comentado antes, es, además, una Luna de un planeta recién descubierto.

Asimismo, vemos con claridad las dos perspectivas que el psiquiatra Stanislav Grof denomina "orientación hilotrópica de la consciencia" y "orientación holotrópica de la consciencia". O, dicho de otro modo, paradigma cartesiano versus paradigma sistémico o integral. El primer paradigma es lineal, analítico, orientado hacia los objetos del mundo exterior, lo tangible, lo que se puede ver y tocar (las partes materiales); es, también, reduccionista, mecanicista, materialista e instrumentalista, interesado en el Dinero y el Poder, en la película. El segundo paradigma es holístico, ve las relaciones de interdependencia, los patrones o principios universales que subyacen a la realidad material, y, por tanto, contempla los estados no ordinarios de consciencia (es decir, estados que conectan con realidades que se encuentrán en el "Más Allá"). Aquellos que han despertado, como le sucedió a Jake Sully y, antes que a éste, a la Dra. Grace Augustine y el grupo de científicos que ella lidera, a la realidad de Pandora, están en condiciones de adoptar una perspectiva integral o sistémica, al tiempo que simbólica, y se dan cuenta de que el verdadero tesoro, el Lapis Philosophorum muy difícil de obtener, no reside en el "oro metal", en el mineral, sino en el propio entorno de Pandora, en la realidad subyacente a lo estrictamente material: la interrelación e interconexión de todos los elementos y de todos los seres que habitan en Pandora.

En fin, como vemos, la película tiene mucho de actualidad. Y, además, debemos añadir que contiene una amalgama sincrética, de símbolos tomados de muy diversas tradiciones. Muy probablemente, James Cameron no haya sido consciente de todo este simbolismo que encierra su película cuando la realizó, así como tampoco cuando escribió el relato corto que luego llevó a la gran pantalla.

Continuará...

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