miércoles, 28 de marzo de 2018

PSICOPATÍA Y NARCISISMO: DOS MANIFESTACIONES DEL MAL



PSICOPATÍA Y NARCISISMO: DOS MANIFESTACIONES DEL MAL. Primera parte.


Jose González. Psicólogo de orientación junguiana.


"Es importante hoy en día, como en todo tiempo, que el ser humano no pase por alto del peligro del mal que le acecha. Por desgracia es demasiado real, razón por la cual la psicología tiene que mantener la realidad del mal y rechazar toda definición que considere que carece de importancia o que incluso no existe. La psicología es una ciencia empírica que tiene que ver con cosas reales. Por eso, en mi condición de psicólogo nunca he tenido el propósito de inmiscuirme en la metafísica, ni me he arrogado la competencia para hacerlo. Tengo únicamente que polemizar cuando la metafísica se ocupa de la experiencia y ofrece una interpretación de ésta que en modo alguno está justificada empíricamente. Mi crítica a la "privación del bien" solo se refiere a la experiencia psicológica. Des del punto de vista científico, la fundamentación de la "privación del bien" es, como todo el mundo puede comprobar, una petición de principio en la que el resultado depende de lo que se introduce en ella. Los argumentos de este tipo carecen de convicción. Pero que estos argumentos, no sólo se utilicen, sino que se crean infalibles, supone para mí un hecho del que no puedo fácilmente hacer caso omiso. Demuestra la existencia a priori de una tendencia que da preferencia al "bien", y lo hace con todos los medios disponibles, apropiados o no. Así pues, cuando la metafísica cristiana se aferra a la privatio boni, muestra con ella la tendencia a multiplicar el bien y reducir el mal. En consecuencia puede que la  privatio boni sea metafísicamente verdadera. No me arrogo a este respecto autoridad para emitir un juicio. Lo único que yo mantengo es que en nuestro ámbito empírico lo negro y lo blanco, la luz y la oscuridad, el bien y el mal son opuestos equivalentes y que, en cada uno de ellos, una de las partes presupone siempre la otra.
»La conclusión errónea se deriva necesariamente de la premisa según la cual Deus = Summum Bonum, porque es impensable que el Bueno y Perfecto haya podido crear el mal. Ha creado únicamente lo bueno y lo menos bueno. Ahora bien, del mismo modo que a pesar de un calor de 230º por encima del cero absoluto nos helamos miserablemente, hay también seres humanos y cosas que, aunque hayan sido creados por Dios, son mínimamente buenas y, en consecuencia, máximamente malas."

Carl Gustav Jung. Aion. Contribuciones al simbolismo del sí-mismo. Volumen 9/2 de las Obras Completas. P. 58-59.

En el ejercicio de la profesión de psicólogo he podido observar la devastación de familias, equipos de trabajo, compañeros y subordinados que provocan una raza de "seres humanos que, aunque hayan sido creados por Dios, son mínimamente buenos y, en consecuencia, máximamente malos." Se trata de seres humanos que padecen de un trastorno narcisista de la personalidad (TNP) o un trastorno psicopático de la personalidad. Pese a que ambos trastornos tienen criterios diagnósticos diferentes presentan, sin embargo, muchos aspectos en común (comorbilidad). Uno de los aspectos comunes más difíciles de comprender por los expertos en el tratamiento de personas que han sufrido el paso del huracán psicopático o narcisista y, por supuesto, por el público en general es el siguiente: se trata de personalidades que disfrutan haciendo el mal, por el mal mismo. Estas personalidades se alimentan del sufrimiento ajeno. Infligir sufrimiento psíquico (y, a veces, también físico) a sus semejantes parece que es un combustible del que no pueden sustraerse.

Nuestra mentalidad occidental, impregnada por las ideas de la tradición cristiana, por más que el símbolo de Cristo esté en decadencia, parece que nos dificulta para comprender la existencia del mal dentro del plan de la creación divina. El texto de Jung que abre este ensayo nos recuerda hasta qué punto la idea de que "el mal no existe" o de que "el mal es una merma del bien" sigue presente en la mente de miles de personas. Sin embargo, por mucho que les pese a ciertas personas, el mal existe y se está extendiendo hasta tal punto en nuestra cultura occidental que ya hay libros que desarrollan la idea de que "el narcisismo" y/o "la psicopatía" representan el "malestar de nuestra cultura".

Precisamente por esa idea "ingenua" de que "las personas son buenas por naturaleza" he encontrado los mayores escollos a la hora de exponer el modo de comportamiento de una personalidad psicopática, incluso a otros colegas psicólogos. Recuerdo que en una ocasión, después de haber expresado los rasgos fundamentales de la personalidad psicopática (como son la locuacidad y el encanto superficial, la capacidad de provocar fascinación, el egocentrismo, el narcisismo, la falta de remordimientos, la mentira patológica, la manipulación de la información y de la realidad, la reificación o cosificación de las personas, el desprecio por los valores humanos, el deseo de poder y la necesidad de hacer sufrir como combustible del que se alimentan) y de exponer la estrategia manipulativa de la triangulación que es común a las personas con ambos trastornos, una persona me respondió que aquella infidelidad podía sucederle a cualquier persona, sin necesidad de ser un TNP o un psicópata. A pesar de explicar en detalle que la triangulación la realizan para hacer sufrir a las personas con las que triangulan y de que no es una mera infidelidad, mi interlocutor no comprendió nada de lo que intentaba explicarle porque no disponía del registro experiencial necesario para comprender a qué me estaba refiriendo. Aquella misma noche tuve el siguiente sueño:

"Me encuentro en un recinto sagrado, con una actitud de rezo o meditación en conexión con lo divino. Se aproxima hacia mí un amigo psicólogo, con el que tengo confianza para contarle temas íntimos y/o polémicos. Cuando está a mi lado comenzamos a conversar y le participo en confianza mis reflexiones sobre un personaje psicópata. Le explico las características de la psicopatía, que la distinguen de cualquier otro trastorno. Le cuento que llevo varios años investigando sus manifestaciones hasta que finalmente he podido comprender este tipo de comportamientos tan extraños por su capacidad para hacer el mal. Cuando termino de hablar, mi amigo psicólogo me responde de un modo extraño y me doy cuenta de que no comprende lo que he compartido con él. Su devolución me hace percatarme de que él considera que aquello que yo le he explicado forma parte de una situación normal, pero con alguna que otra dificultad en las relaciones interpersonales. Me percato de que no comprende lo que le quiero decir. No entiende que uno de los móviles del psicópata es obtener poder a toda costa y para ello busca doblegar a las personas con las que se relaciona."

El sueño no necesita demasiada interpretación puesto que manifiesta la dificultad que entraña la comprensión del comportamiento psicopático incluso en profesionales de la psicología. Me hace comprender que, por más que yo haga los mayores esfuerzos en explicar los comportamientos psicopáticos a otros profesionales (y al público en general) lo mejor que pueda, si no se dispone de una mínima experiencia clínica (y/o personal), las personas no lo entenderán y lo más probable es que lo malinterpreten. Aprovecho para recordar que esto que sucede con la psicopatía, también sucede en general con todos aquellos hechos psíquicos a los que nos referimos los psicólogos de orientación junguiana cuando hablamos de arquetipos, inconsciente colectivo, anima/animus y tantos otros.

A estas dificultades de comprensión de lo que es la psicopatía (y el narcisismo) hay que añadir otro tema que también he encontrado, no solo en la consulta, sino también fuera de ella. Se trata de ciertos comentarios totalmente erróneos y que no hacen sino poner de manifiesto de nuevo el desconocimiento de la naturaleza humana. Cuando una persona ha sufrido las consecuencias de haber convivido con un narcisista maligno o con un psicópata adaptado, porque lo ha creído su amigo, su pareja, su marido/mujer, su padre/madre o su confidente, y ha sido capaz de salir de la tortura que supone una relación así, le resulta especialmente importante comprender qué es lo que le ha sucedido. Preguntas como ¿quién era esa persona a la que tanto estimaba y que, sin embargo, tanto daño me ha hecho? ¿por qué me ha traicionado sin que me haya dado cuenta de ello? ¿cómo es posible que haya soportado durante tanto tiempo un ambiente tan tóxico? Para estas personas es de vital importancia comprender todo lo concerniente al narcisismo y a la psicopatía. No solo por la necesidad de comprender los motivos por los cuales se ha involucrado con alguien así, sino también porque hay en ella una cierta vulnerabilidad que es importante que conozca para evitar la repetición de ciertas experiencias. Lo que he encontrado en todas las personas que han entrado en relación con un psicópata o narcisista y han logrado el contacto cero es un cambio radical de mentalidad.

Precisamente por esto que decimos, comentarios como "si a una persona le interesa la psicopatía o el narcisismo es porque hay algo de narcisista o psicópata también en ella" son del todo inconvenientes y errados. Los psicópatas y narcisistas rara vez se involucran en una relación sentimental con otro narcisista o psicópata precisamente porque entre ellos se detectan. De hecho, lo habitual es que se produzca una dupla psicópata-complementaria/o (nombre que le otorga el experto en psicopatía Hugo Marietan) o narcisista-hiperempático/a, como corresponde a la ley psicológica de que los opuestos se atraen y los iguales se repelen. Y, además, son casos excepcionales los narcisistas y los psicópatas autoconscientes de su propio trastorno (Sam Vaknin y James Fallon son casos extraordinarios y no representan al narcisista y al psicópata adaptado comunes); los psicópatas saben que son diferentes al resto de las personas,  se consideran de hecho superiores a las personas normales, que estas son manipulables y explotables, y por ese motivo saben que deben camuflarse, mientras que los narcisistas son menos conscientes de su diferencia. Éstos últimos piensan que son "personas normales" aunque mejores que los demás. Por cierto que en esos comentarios errados hay, como siempre, algo de verdad. A veces sucede que el aspecto negativo y diabólico del arquetipo del animus se constela en lo inconsciente colectivo de la complementaria de un psicópata o de un narcisista y "atrae" como si de un campo de acción se tratara a una personalidad cuyas características se corresponden con las del lado oscuro del animus. O, si se trata de un varón, el aspecto de lamia y vampira del anima se constela y entonces entra en contacto con una mujer cuyos rasgos de personalidad se corresponden con el anima constelada. También es posible que los aspectos más oscuros de la sombra del yo se expresen en la personalidad de un narcisista o un psicópata que simula ser amigo, siendo de hecho el peor enemigo que uno pueda imaginar. Pero cuando esto sucede la sombra representa, precisamente, lo que el yo no es, es decir, aquellas cualidades que le son ajenas y hasta desconocidas (recomiendo la lectura del libro "Cómo integrar tu sombra" a quienes deseen ampiar información). Por último, la realización del mal por el mal mismo, en quienes lo han padecido durante un proceso de individuación o realización consciente del sí mismo, permite comprender el lado oscuro de la imagen de Dios, esto es, la oscuridad y maldad del Self. O, también, el mismo como un trickster, como el embaucador, farsante y engañoso mercurio alquímico.

En la segunda parte de este ensayo hablaré de las actitudes que he encontrado en diferentes profesionales alrededor de la psicopatía y el narcisismo.





domingo, 4 de marzo de 2018

¿QUÉ ES LA PSICOTERAPIA DE ORIENTACIÓN JUNGUIANA?

¿En qué consiste la psicoterapia de orientación junguiana tal y como la entiendo y practico en mi consulta y ON LINE? 

Por José González


Cuando comencé a estudiar por primera vez Psicología analítica, hace ahora algo más de dos décadas, simultaneaba estudios en Ciencias Ambientales. Por aquél entonces ya avizoraba la necesidad e importancia de incluir, como una dimensión más en el tratamiento terapéutico, la relación de la persona con la Naturaleza. No obstante, por mi formación como ambientólogo, concebía la relación en sentido contrario: para tener una mayor sensibilidad y consciencia ambiental consideraba que era necesario incluir en la ecuación el resto de dimensiones humanas (véase más adelante).

En los últimos años de mi formación como científico ambiental me dí cuenta de que estábamos viviendo una "crisis ecológica" mundial. Sin embargo, por aquel entonces, a finales del siglo XX, aún no era plenamente consciente de la importancia del trabajo terapéutico de las dimensiones más profundas de la psique, si queríamos sobrevivir como especie en este maravilloso planeta llamado Tierra. Y, sobre todo, de que el inicio del camino que conduce a la expresión de la verdadera autenticidad del individuo le hace a este, al ser humano, tomar consciencia de la importancia de ser respetuoso con el medio ambiente. 

La autorrealización de la profundidad del hombre provoca que su consciencia se vea transformada. Que abandone la estrecha perspectiva subjetiva, esa vanagloria del yo que es uno de los criterios diagnósticos del narcisismo -el malestar de nuestra cultura -, (pese a que sea precisamente la ausencia de un yo firme lo que caracteriza a todos los trastornos de la personalidad del cluster B) y se abra a una cosmovisión que incluye la interdependencia del hombre con la Naturaleza. 

Transcurridos cerca de 10 años desde la finalización de mi formación como ambientólogo y ya inmerso en el ámbito de la psicología, se me hizo cada vez más claro que un tratamiento psicológico eficaz debía considerar todas las dimensiones que conforman la realidad del individuo. Por ese motivo, en mi trabajo como psicólogo y terapeuta de orientación junguiana tengo en cuenta todas estas dimensiones y su interrelación, si bien no todas ellas tienen el mismo peso en la expresión de los síntomas. Es decir, existe una jerarquía. Dichas dimensiones son:

- El aspecto biológico: La adecuada alimentación es uno de los pilares básicos para mantener un estado de salud óptimo. Mi formación en ambientales me permitió conocer el proceso de producción de los diversos alimentos, así como de la importancia de incluir en la medida de lo posible alimentos procedentes de la agricultura ecológica. Muchas veces encontramos que un malestar físico o fisiológico es un síntoma de un conflicto emocional; y, viceversa, una inadecuada higiene alimentaria o del sueño puede provocar malestar psíquico, como síntomas de ansiedad y/o depresión.

-El aspecto cognitivo y conductual: La dimensión intelectual o mental, así como la conducta observable, son imprescindibles tanto para el diagnóstico, como en el tratamiento. De hecho, en algunos pacientes, la psicoeducación es el abordaje más adecuado. 

-La dimensión social: Una red de relaciones y una calidad y calidez en las mismas es un aspecto fundamental para llevar una vida saludable.

-La dimensión emocional: Hoy se habla de inteligencia emocional y los psicólogos junguianos hablamos del desarrollo de la dimensión relacional, erótica y sentimental.  Se incluye en esta dimensión la empatía (la capacidad de ponerse en el lugar del otro) y la simpatía (la capacidad de padecer con el otro y de desear que las cosas le vayan bien).

-La dimensión intrapsiquica: El autoconocimiento de las dimensiones inconscientes personales que pueden lastrar el desarrollo psíquico de una persona. 

-La dimensión ecológica: Somos humanos y, por lo tanto, habitantes de la Tierra. La consideración del impacto que provocamos en la Naturaleza por el mero hecho de vivir es muchas veces un asunto que apenas se considera en el ámbito de la terapia. Pero lo cierto es que el contacto respetuoso con la Naturaleza es indispensable para mantener un mínimo equilibrio psíquico. Por eso, en ocasiones, una de las indicaciones que realizo durante una psicoterapia es el paseo por un entorno boscoso/montañoso.

-La dimensión espiritual: A diferencia de otros enfoques terapéuticos considero esta dimensión como la más esencial o radical de todas. Pues esta se expresa en todas y cada una de las demás dimensiones y, a su vez, aquellas dependen de esta. Ello no significa que el abordaje inicial o fundamental sea siempre el espiritual, pero sí que en la consideración de todas las dimensiones tengo siempre presente esa relación jerárquica. Esta es la dimensión de Sentido y su lenguaje es el simbólico. 

Aún considerando todas estas dimensiones la felicidad de una persona no está garantizada.