martes, 24 de abril de 2018

LOS SUEÑOS EN EL DIAGNÓSTICO DE LA PSICOPATÍA. Segunda parte



LOS SUEÑOS EN EL DIAGNÓSTICO DE LA PSICOPATÍA.
 Segunda parte

José González.
Psicólogo y terapeuta de orientación junguiana.




En nuestro artículo anterior  sobre los sueños en el diagnóstico de la psicopatía, publicado en Psicología profunda y espiritualidad, presentamos un sueño de un paciente cuyo impacto en su consciencia fue tan extraordinario que aún lo recordaba incluso después de haber transcurrido más de tres décadas. Como vemos en el caso que nos ocupa, estos sueños de marcado simbolismo arquetípico suelen dejar una "huella" indeleble en la memoria  de quienes lo han tenido. Como vimos, dicho sueño es una expresión del ambiente en el que Pedro había permanecido durante los primeros veinte años de su vida. Reproducimos aquí dicho sueño para facilitar la comprensión del artículo: 


 "Me encuentro en un espacio subterráneo, oscuro y en el suelo hay llamas. El lugar se me parece mucho al infierno, tal como lo relatan en el cristianismo. A mi alrededor hay muchas personas, algunas me son conocidas, otras no, pero es como si estuvieran sin vida. De pronto miro hacia lo alto y veo a una figura inmensa, una especie de demonio de color rojo, que me provoca un miedo espantoso. De las manos de ese demonio penden unos hilos que terminan en la espalda de las personas que estamos en esa especie de infierno. Recuerdo que me desperté espantado."


Al margen de la función compensatoria del sueño, que advierte a la consciencia de que está viviendo en una atmósfera psicopática (diabólica, en el sueño), los sueños de niñez suelen contener semillas simbólicas que se desarrollarán en el futuro destino de quien los tiene. Por supuesto, dado lo poco diferenciada que se encuentra la consciencia en la niñez, dicho sueño no puede ser comprendido sino cuando el yo está suficientemente consolidado como para "digerir" y "asimilar" aquello a lo que dicho sueño apunta y expresa en un lenguaje simbólico. Por ese motivo, el trabajo de análisis e interpretación se produjo cuando el paciente me relató su sueño rondando ya la cincuentena. Un sueño terrible que anticipa una iniciación en los oscuros dominios del inframundo, en donde rige un padre oscuro y terrible de carácter plutoniano. Se trata del reino de Hades, "el invisible", dios de los muertos, conocido por su extrema cólera y su terrible crueldad. En la mitología su reino era descrito como un lugar invisible, sin salida salvo para los que creían en las reencarnaciones, perdido en las tinieblas y el frío, frecuentado por monstruos y demonios que atormentan a los muertos. En la cosmología azteca el dios de los infiernos lleva a la espalda el sol negro de la noche y tiene por animales simbólicos a la araña y la lechuza. Este sol negro es la antítesis del sol de mediodía (símbolo de la vida triunfante) y simboliza lo maléfico y devorador de vida. Para los alquimistas el sol negro es una representación de la materia prima, no trabajada, ni puesta en vías de evolución. Desde un punto de vista psicológico se trata del hombre que vive en el estado más primitivo y animal, en su estado más elemental; también, por cierto, alude al mal, a la oscuridad saturnal. Se relaciona, por tanto, con la nigredo, etapa de oscuridad de la consciencia, de confusión y desorientación, asociada a la vivencia de cierta melancolía, y en la que tiene lugar la descomposición y putrefacción de la materia prima. Esta etapa se relaciona con la iniciación a los misterios de la naturaleza y, en sentido psicológico, con el acceso al descubrimiento de lo inconsciente colectivo y sus contenidos: los arquetipos. En otras palabras, quien accede al mundo de Hades, aquel que desciende a lo profundo de los infiernos, entra en contacto con las semillas de desarrollos futuros y descubre aquellos valores que están ausentes en la sociedad y cultura en la que vive y cuyo desarrollo compensa y completa a la consciencia colectiva.
                    
Por tanto, a las personas que forman parte de la constelación familiar que gira alrededor de un psicópata, que describimos en la primera parte de este artículo siguiendo al Dr. Hugo Marietan, podemos añadir un cuarto elemento:

-Personas, normalmente hijos/as, que pueden iniciar un proceso de individuación presionados por un ambiente externo dominado por un sol negro. Para que esto suceda se tienen que dar varias condiciones o requisitos: a) Una personalidad resiliente y con capacidad de transformación interna (metanoia); b) Presencia de alguien, ajeno a la constelación familiar, con quien la persona pueda relacionarse durante la niñez y/0 adolescencia-juventud, que le ayude a conocer todo el abanico de emociones humanas -que faltan cuando un psicópata domina a una familia- y que le guíe en el descubrimiento de sí mismo. Además, puede darse también la circunstancia de que la acción psicopática del progenitor psicópata tenga lugar fuera del ámbito familiar y/o que su efecto se vea "amortiguado" por una persona excepcionalmente dotada para ejercer de madre/padre, incluso con un/a psicópata como pareja, lo que favorecería la individuación en el/la hijo/a. Todos estos factores forman parte de un proceso resiliente por lo que podríamos simplificar afirmando que este es el factor fundamental para que se pueda producir el inicio de una individuación en el seno de una familia con un progenitor psicópata.

No es fácil que todas estas condiciones se presenten a la vez, por lo que el inicio de un proceso de individuación en el seno de una familia regentada por un psicópata resulta más bien excepcional. No obstante, por más excepcional que resulte, puede ocurrir y, de hecho, ocurre.

En ocasiones, los sueños anuncian la proximidad de una personalidad psicopática en los inicios de una relación. Así sucedió con Beatriz, una inmigrante de 40 años que había venido a España unos meses atrás, había conseguido un trabajo y estaba formalizando su situación. Beatriz conoció a Julio, un joven que ella describe como "encantador", siempre dispuesto a ayudarla con la convalidación de sus estudios y con todo lo referente a la burocracia necesaria para legalizar su situación en España. Julio se mostraba siempre muy atento, resolvía cualquier problema que le pudiera suceder y le hacía sentirse segura y protegida. En una ocasión, mientras trabajaba como camarera durante jornadas interminables, Beatriz comenzó a padecer de lumbalgia. Como su médico no le daba la baja laboral, Julio se presentó con ella en el médico y, tras hablar con este, consiguió que le concedieran la baja a Beatriz. A pesar de que Julio le parecía encantador y muy atento, Beatriz tuvo el siguiente sueño en los comienzos de la relación:

"Un hombre horrible, como demoníaco, con un aparente "retraso mental", me persigue. También me persiguen todos los hijos que tengo con él, que son muchos e igual de horribles que él. Me siento muy asustada y no comprendo cómo es posible que me una a esta bestia y, además,  que tenga tantos hijos con él. Intento escapar de ellos pero corren detrás de mí." Este sueño fue tan vívido que nunca me olvidaré de él. No pude comprender su verdadero significado hasta que me sentí atrapada en la relación con mi expareja.

Beatriz me relató este sueño años después de que la relación con Julio hubiera terminado y cuando ya había rehecho su vida con una nueva pareja. El sueño compensa la fascinación que Beatriz sentía conscientemente y muestra que, la persona con la que estaba empezando a intimar, no era el hombre encantador que parecía ser. Se había constelado en la psique de Beatriz el arquetipo plutoniano y había atraído a su vida a un psicópata. El sueño anuncia que todo aquello que ella "geste" con el psicópata tendrá las mismas características que el "progenitor". Esto se manifestó de la siguiente manera: Julio utilizó a Beatriz como testaferro para solicitar varios préstamos y la incluyó en una empresa de fontanería. Beatriz tenía la ambición de aumentar  su nivel de ingresos y vivir mejor que hasta entonces. Pero Julio, cuando Beatriz se dio cuenta de con quién se había juntado y se quiso separar de él, la entrampó en un conjunto de deudas que aún en la actualidad continúa pagando. Al hijo que tuvieron juntos lo sometió a un terrible lavado de cerebro hasta que las defensas psíquicas del niño sucumbieron y consiguió quedarse con su custodia. A día de hoy, varios años después de la separación, Beatriz sigue pagando las deudas que le ha dejado Julio, y no puede ver a su hijo por el trabajo constante de manipulación que el progenitor psicópata ha estado haciendo con médicos, psiquiatras, psicólogos, abogados y jueces. El "retraso mental" al que alude el sueño y que relaciona con una cualidad demoníaca es la "carencia de conciencia moral" del psicópata, la falta de escrúpulos y la imposibilidad de empatizar. Literalmente se trata de un "déficit de humanidad". Esto nos recuerda al término que el psiquiatra inglés James Cowles Prichard utilizó para referirse a lo que hoy conocemos como psicopatía: "moral insanity" (locura moral).

En próximos artículos desarrollaré este y otros casos similares.




miércoles, 11 de abril de 2018

EL PSICÓPATA EN LA EMPRESA. Primera parte.



EL PSICÓPATA EN LA EMPRESA. Primera parte.

José González. Psicólogo y terapeuta de orientación junguiana. 



Lucía es una persona cordial, simpática, amable, segura de sí misma, inteligente y muy responsable. Para sus superiores es su mejor empleada. Brillante, con don de gentes, no se pone nerviosa ante circunstancias de mucho trabajo y algunos de sus compañeros hablan maravillas de ella. Todo hacía creer que Lucía era una empleada extraordinaria, una coordinadora excelente y una compañera leal. Al menos eso era lo que creían sus directores.

El departamento de la empresa en el que Lucía trabaja, sin embargo, es conocido por todos los empleados porque en él se respira una tensión extraordinaria. Los trabajadores mantienen una actitud de suspicacia ante sus compañeros y reina una desarmonía general que sorprende a los recién incorporados. Algunos años atrás una compañera veterana había estado de baja durante un año por depresión.

Alberto, un empleado que se incorpora por primera vez al puesto de trabajo junto a otros dos compañeros, ha sido debidamente informado durante la entrevista de que, el departamento al que se va a incorporar ha sufrido un cambio y, necesitan personas nuevas que no estén "contaminadas" por el ambiente previo a la restructuración.

El primer día de trabajo, Alberto coincide en el departamento con Lucía y con otros cuatro compañeros, además del jefe de departamento. Recibe una cordial bienvenida por parte del jefe y de todos sus compañeros. Sin embargo, Alberto percibe que algo no marcha bien. Lucía es demasiado amable y cercana el primer día de trabajo y le hace preguntas muy personales: ¿Estás casado? ¿Dónde vives? ¿Cuántos años tienes? ¿Qué formación tienes? ¿Por qué trabajas aquí? ¿Has trabajado antes en esta empresa?¿Conoces a los jefes de la empresa? ¿En qué otra empresa del sector has trabajado? ¿Conoces a fulanito de tal empresa? Lucía no paraba de hacerle preguntas esgrimiendo una actitud seductora y tremendamente encantadora. Alberto comienza a sentirse incómodo pero no puede confrontarla porque está siendo muy amable y siente que tiene que corresponder a esa amabilidad.

Toda la semana transcurre de la misma manera. Lucía continúa haciendo preguntas a Alberto, indagando en su vida profesional y privada, y, al mismo tiempo, investigándole en las redes sociales. Intenta acceder a su facebook y lee todo cuanto está publicado en las redes sociales sobre Alberto. Al principio, este se sintió halagado ante semejante bombardeo de elogios e interés por parte de Lucía. Sin embargo, en seguida se percató de los motivos por los cuales Lucía estaba tan interesada en él. Alberto estaba siendo estudiado y evaluado por una psicópata. Quería conocer a Alberto lo mejor posible para saber si representaba algún tipo de amenaza, así como el modo en que podría serle útil para convertirlo en un seguidor suyo.

No cabe duda de que fuera de las instituciones penitenciarias y de los hospitales psiquiátricos resulta difícil identificar a un psicópata. Además, la inmensa mayoría de las personas ni siquiera concibe que una "persona" así pueda existir. En realidad, a las personas comunes nos resulta muy difícil de imaginar cómo un ser humano puede provocar tantísimo sufrimiento a su alrededor a propósito y sin el más mínimo atisbo de culpa o responsabilidad. A veces decimos de la actuación de un psicópata (cuando no sabemos que lo es) que es propia de un "hijo de puta" o de "una mala persona". Desgraciadamente, de esa ingenuidad se sirven los psicópatas para seleccionar a su presa. Lo cierto es que resulta tan difícil de comprender la existencia de este tipo de "personas" que incluso el término "psicópata" resulta controvertido. Sin embargo es precisamente en la vida cotidiana, en las organizaciones y empresas, en el arte, en la filosofía, la medicina, el sacerdocio, en las instituciones del Estado como la Guardia Civil, la Policía Nacional, el Consejo General de Poder Judicial o en las empresas de Seguridad Privada y, por supuesto, en el seno de una familia, en donde podemos y debemos intentar identificar a un/a psicópata subclínico/a, cotidiano/a o integrado (aquel/lla que no ha cometido actos delictivos) lo antes posible.

El modus operandi de un/a psicópata en los diferentes ámbitos en los que se encuentra sigue siempre una misma pauta de acción. Cuando se trata de una empresa o una organización sigue el siguiente orden (Garrido, 2016):

Primera etapa. Entrada en la organización: Los psicópatas pueden acceder a una empresa de un modo mucho más sencillo de lo esperable. Los C.V. se pueden manipular fácilmente para quien es un maestro de la manipulación y, además, muchas veces no se comprueba su veracidad. Asimismo, los responsables de recursos humanos rara vez tienen la formación y el entrenamiento suficiente para detectar a un/a psicópata, y sucumben con facilidad a su gran encanto y a su extraordinaria fuerza de convicción, por lo que dan la imagen de ser el candidato ideal. De hecho, tres son las habilidades principales que se buscan en una empresa u organización:

  1.       Habilidades de relación: Ser buen comunicador, tener don de gentes y capacidad de adaptación a diferentes personas y entornos.
  2.      Inteligencia.
  3.      Responsabilidad.

Un psicópata, como vimos en el caso de Lucía, no tiene ningún problema en dar esa imagen.

Segunda etapa. Evaluación. Cuando el/la psicópata ha accedido a la organización comienza a estudiarla con detenimiento. Evalúa a los integrantes de la empresa, cuales son los procesos de interacción y la cultura de la organización. Acto seguido, observará a los diferentes miembros con detenimiento con un único objetivo: cuales le serán de utilidad. Una vez discriminadas aquellas personas que tienen más poder, las que son técnicamente más hábiles, las que tienen información privilegiada o disponen de acceso a recursos de la empresa comenzará su labor de seducción y manipulación para convertirlas en sus seguidoras. Para lograr su objetivo utilizan la comunicación directa y personal, saltándose con frecuencia la cadena de mando.

Tercera etapa. Manipulación. Una vez conocida la cultura y familiarizado/a con los pormenores de los miembros de la empresa que el/la psicópata considera útiles (debemos recordar aquí que el/la psicópata cosifica a las personas, es decir, para él o para ella las personas no son sino cosas  que pueden utilizar o tirar cuando ya no le sirven) da comienzo un proceso de manipulación de las redes establecidas para la difusión de información errónea con el objeto de promocionarse. Este proceso lo realiza con una destreza sorprendente y sin ser descubierto/a. La desinformación (manipulación de la información) suele incluir comentarios intencionados acerca de su competencia y lealtad a la empresa y a los demás miembros, al tiempo que desacredita y desprestigia a aquellos que están bien considerados en la empresa. El/la psicópata manipula las redes de información para lograr aumentar su reputación, desacredita a sus compañeros y, algo especialmente importante, y que explica el caso con el que dábamos comienzo este artículo, para crear conflictos y rivalidades entre diferentes miembros de la organización que al psicópata le interesa enfrentar para que tengan menos oportunidades de descubrir su "juego". Es habitual que el psicópata no acuda a reuniones colectivas para no verse expuesto/a a los diferentes miembros que él/ella ha manipulado individualmente, quienes le exigirían explicaciones para clarificar muchas de sus manipulaciones, lo que perjudicaría su imagen positiva en la organización.

Cuarta etapa. Confrontación. En esta etapa se manifiestan la violencia interpersonal y el abuso ejercidos por el psicópata. En esta etapa se producen tres procesos:
1.       El psicópata abandona a los seguidores que ya no le resultan útiles. Tanto en un sentido social, como psicológico. Desaparece de golpe la proximidad generada por el psicópata en su etapa de manipulación. Las víctimas acusan psicológicamente este golpe, si bien sienten un alivio ante la carga que suponía la interacción con el psicópata. Por supuesto estas personas no comprenden la naturaleza nefasta de la persona a la que habían apoyado.
2.      Algunos "peones" empiezan a darse cuenta de qué va todo este juego. Descubren que la persona que consideraban "su amigo" es en realidad un farsante, que les ha estafado, e indignados y encolerizados le desafían abiertamente. Por desgracia, muchas veces es demasiado tarde para ellos porque el psicópata se les ha adelantado y ha neutralizado su curso de acción. Mediante los contactos que el psicópata tiene con personas que se encuentran en una posición superior de la jerarquía organizativa, este ha difundido información sesgada que les desacredita. Así, cuando los "peones" se quieren defender se encuentran frente a unos superiores que, seducidos y manipulados convenientemente por el psicópata, tienen la opinión de que son ellos los incompetentes y desleales, incapaces de apreciar a una persona con talento (como es el psicópata). El psicópata ha hecho un trabajo excelente puesto que la campaña de descrédito dio comienzo mucho antes de que los peones se dieran cuenta de la difamación de "su amigo"; bien, porque ya no le son útiles, bien porque sospecha que han descubierto su juego y, por tanto, ha planificado cómo librarse de ellos y protegerse de sus deseos de venganza. Por supuesto que semejante conjunto de traiciones, manipulaciones, celos, envidias y conflictos internos entre los diferentes compañeros de trabajo que el psicópata genera con su actuación tienen como consecuencia el descenso de la moral del departamento afectado y la desintegración de la unidad de trabajo. Por desgracia, los jefes no terminan de comprender la verdadera razón de que esto se produzca. En estos momentos, no es extraño que se produzca un cambio de personal con la intención de reestructurar toda la situación y, de paso, con toda probabilidad desaparecerán los enemigos del psicópata, o bien que este sea promocionado. Precisamente en esa situación de restructuración se produjo la incorporación de Alberto, la persona a la que nos referimos al principio de este artículo.
3.  Por último, los protectores del psicópata serán ellos mismos traicionados. La manipulación, el engaño y la estafa se dirigen tanto a las personas, como a toda la estructura de poder. Cuando esto ha sucedido, el psicópata querrá cambiar de aires, pero no sin antes llevarse una buena indemnización, conocimientos y contactos.


En la segunda parte de este artículo hablaremos de los efectos del psicópata en las diferentes personas con las que interacciona dentro de la empresa, así como de las actitudes que dichas personas pueden adoptar en relación al psicópata y al resto de miembros del departamento.


Bibliografía:

-Garrido Genovés, V. (2016). El psicópata. Un camaleón en la sociedad actual. Valencia: Ed. CientoCuarenta.

miércoles, 4 de abril de 2018

TRATAMIENTO EN LAS PSICOPATÍAS. ACTITUDES A EVITAR.



TRATAMIENTO EN LAS PSICOPATÍAS. ACTITUDES A EVITAR.

Jose González

Psicólogo y terapeuta de orientación junguiana.






En este ensayo que escribo hoy para Psicología profunda y Espiritualidad me voy a centrar en un asunto que adelanté en un artículo anterior. Se trata de ciertas actitudes adoptadas por algunos profesionales de la salud mental alrededor de la psicopatía subclínica o adaptada, comprensibles por la dificultad que entraña entender este trastorno, pero no por ello menos erradas.



La primera de las actitudes que he encontrado en el ejercicio de la profesión de psicólogo y terapeuta ha sido la de algunos psiquiatras (y psicólogos), tanto en el ámbito de la salud pública, como en la práctica privada: valiéndose de sus títulos correspondientes (doctores en psiquiatría o psicólogos clínicos) se consideran autorizados para tratar a pacientes que han sido parejas, amigos, hijos/as o compañeros de trabajo de psicópatas o narcisistas sin la más mínima experiencia. Sin embargo, dada su inexperiencia en el trastorno y el desconocimiento de sus consecuencias sobre la consultante y su familia, han llegado a cometer graves errores en el diagnóstico y en el tratamiento, con consecuencias muchas veces irreparables.



Por ejemplo, uno de los errores más frecuentes consiste en pasar por alto información valiosísima que la pareja de un psicópata trasmite al profesional cuando acompaña a su hijo/a a la consulta. El niño/a presenta  síntomas de ansiedad y/o depresión y la madre o el padre le explica al profesional que su pareja manipula, engaña e intenta lavarle el cerebro a sus hijos. El profesional, que no tiene experiencia con este tipo de personajes, pensará que se trata de una reacción del hijo ante un conflicto de pareja, y que la madre exagera o, en el peor escenario, que se encuentra frente a un posible Síndrome de Alienación Parental (SAP), por lo que su diagnóstico será de ansiedad/depresión y le recetará el psicofármaco correspondiente sin más indicaciones. Sin embargo, no ha atendido adecuadamente a las señales de desesperación que la madre o el padre le está trasmitiendo, malinterpreta o desoye cuanto le habla sobre la terrible situación a la que está sometido tanto el niño/a, como la madre o el padre, causantes reales de los síntomas que presenta. La madre se marcha de la consulta con su hijo/a sintiéndose desoída, desatendida y desprotegida por una inadecuada intervención terapéutica.



 Los hijos de psicópatas están expuestos a un ambiente y a una cultura psicopática que se caracterizan por una terrible tensión y una constante manipulación y lavado de cerebro que, de no ponerse ningún remedio, acabará con el colapso de las defensas psíquicas y la introyección de las ideas del psicópata en la mente del niño/a. Algo que el profesional sin experiencia desconoce por completo.



Por lo dicho recomendamos que los profesionales de la salud mental se formen en la psicopatía/narcisismo y que, en caso de duda, deriven el caso a otros profesionales lo antes posible.



Otra actitud que he encontrado con frecuencia consiste en la negación de la existencia del mal personificado en los/as psicópatas. Muchos profesionales sencillamente se niegan a creer que este tipo de personalidades existan. Sin embargo, esta actitud es quizá la más irresponsable de todas, especialmente en profesionales de la salud mental, porque les incapacita para detectar los efectos devastadores que un psicópata (y un narcisista) provoca en su entorno inmediato y, por supuesto, la implementación de un tratamiento adecuado. Estos profesionales pueden estar perfectamente capacitados para el diagnóstico y el tratamiento de otros trastornos o, incluso, para una psicoeducación vocacional, ahora bien presentan un punto ciego para todo aquello que se relacione con la psicopatía. De ahí que nuestra recomendación, tanto para el terapeuta como para el paciente, es que este acuda a un profesional que tenga experiencia en la psicopatía. Yo mismo he tenido que aprender a decodificar ciertas señales y a interpretar otras que son "típicas" de una persona que está bajo el yugo y la influencia de un psicópata o de un narcisista maligno en el ejercicio de la profesión.



Tanto en el caso de los profesionales que se consideran capacitados para tratar a pacientes que giran alrededor de un psicópata sin tener experiencia ni conocimiento, como en aquellos que niegan (o no conciben) la existencia de este tipo de trastornos mentales hemos observado que las consecuencias son parecidas: diagnósticos equivocados y tratamientos desorientados. En ambos casos, por cierto, los psicópatas pueden provocar tal fascinación en el profesional que, gracias a sus grandes dotes de persuasión, inteligencia y encanto superficial, logran engañarlo y manipularlo hasta el extremo de realizar un diagnóstico y un tratamiento a la medida del psicópata. Las consecuencias negativas para el entorno familiar de una intervención así pueden prolongarse durante años y llegar a ser irreparables.