lunes, 12 de noviembre de 2018

¿CÓMO LIDIAR CON LA MALDAD?


José González. Psicólogo y terapeuta de orientación junguiana.


Hace ahora tres años y tres meses que publiqué el libro Cómo integrar tu sombra. Se trata del sexto libro de mi autoría y uno de los más vendidos, no solo en España, sino sobre todo en otros países. He recibido mensajes de agradecimiento y, también, algunas críticas que me han servido para reflexionar acerca de lo adecuado del contenido del texto y de la idoneidad de su título.

Si hay algo sobre lo que he reflexionado desde entonces, y de lo que me gustaría escribir ahora en Psicología Profunda y Espiritualidad, es de los diversos malentendidos alrededor del trabajo de reconocimiento y, sobre todo, de integración de los contenidos a los que la psicología junguiana denomina sombra.

La extensión de una actitud ingenua, presente en lo que se ha venido llamando Psicología positiva, con mucho éxito en la cultura occidental, según la cual la consciencia del individuo debe hacerse amiga del enemigo, reconocerlo e integrarlo como parte de sí mismo, ha provocado que, en ocasiones, se malinterpreten las palabras que expreso en mi libro Cómo integrar tu sombra.

Aclaro aquí, por tanto, que al hablar de sombra, como lo hizo el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung en su momento, me estoy refiriendo concretamente a aquellos contenidos de lo inconsciente personal, o del inconsciente freudiano, que están presentes en la psique de todo individuo. Se trata, por tanto, de aquellos vicios, vulnerabilidades, modos indeseables de comportarse, deseos insatisfechos no expresados, etc. En definitiva, contenidos reprimidos o suprimidos por la consciencia porque entran en conflicto con la autoimagen que tenemos de nosotros mismos. Dichos contenidos pueden y deben ser reconocidos por la consciencia como pertenecientes a la psique inconsciente personal e integrados en la medida de lo posible. De hecho, este constituye el primer trabajo del proceso alquímico al que los junguianos denominamos proceso de individuación.

Ahora bien, existen contenidos de la sombra colectiva que la consciencia únicamente puede reconocerlos como ajenos a sus propios valores morales, y a su identidad humana, los cuales, en lugar de integrarlos, debe combatirlos. De ahí la importancia de la diferenciación o discriminación entre aquello que el individuo puede y debe integrar, para lo cual debe primero reconocerlo como parte de sí mismo, por ejemplo aspectos indiferenciados o subdesarrollados de su psiquismo (funciones inferiores), de aquellos contenidos que directamente debe combatir con todas sus fuerzas, porque forman parte de la oscuridad del Self.

Por ejemplo, las personalidades psicopáticas y narcisistas malignas son una expresión del mal, como expusimos en un artículo anterior. La consciencia ni puede, ni debe integrar semejantes actitudes malignas, sino, al contrario, debe combatirlas con todas sus fuerzas. El trabajo con las personalidades narcisistas y psicopáticas favorece de hecho el enfrentamiento directo con elementos peligrosos, cuya pretensión es destruir la individualidad, física y/o psíquicamente. También favorece la revisión de los contenidos inconscientes que están presentes en la vinculación con este tipo de personalidades en quienes están involucrados emocionalmente con ellos.

Estas consideraciones se hacen necesarias a la hora de abordar cualquier lectura sobre la sombra. En ocasiones el título ha llevado a confusión a algunos lectores porque les ha generado una expectativa equivocada. El libro es una exposición, desde diferentes ángulos, de los contenidos de la sombra. No tiene la pretensión de ser omnicomprehensivo, y tampoco de servir como guía de autoayuda para integrar la sombra. Ningún libro puede hacer esto. Ni siquiera lo puede hacer un terapeuta. Este, igual que un libro, podría servir de revulsivo y, hasta cierto punto, de guía para la integración de los contenidos de la sombra, siempre que el proceso de individuación se halle "constelado" en la psique del individuo. De lo contrario, ni el mejor libro del mundo sobre la sombra, ni el mejor terapeuta junguiano (si es que esto se puede afirmar así) podrán hacer nada para que el individuo reconozca e integre su sombra.