Maribel Rodríguez ha escrito una entrada, titulada SABIDURÍA GARANTIZADA, en la que aborda el tema de la búsqueda de la Sabiduría y de los peligros de seguir a ciertos gurús modernos que se creen en posesión de la Verdad, o del Método verdadero para obtener la Sabiduría. Un poco como si tuvieran la receta mágica para llegar a la Iluminación. Esto, desde luego, me recuerda a los miles de libros de autoayuda que se editan y se venden en las librerías cada día.
Dado que el tema es de una actualidad apabullante y de unas repercusiones tremendas, para una buena parte del colectivo, me gustaría comentar un poco qué es lo que mueve a los seres humanos a buscar un camino hacia la Sabiduría, o hacia la Iluminación. Como la psicología ha puesto de manifiesto, existe en el ser humano una tendencia innata que busca la realización de la totalidad del individuo. Es decir, el despliegue efectivo de sus potencialidades, originariamente inconscientes y, por consiguiente, indiferenciadas. Se trata de una especie de "hambre espiritual por lo Trascendente", por así decirlo. Un instinto religioso, una tendencia espiritual cuya urgencia es comparable con la necesidad de alimentarse o de tener relaciones sexuales.
Naturalmente, la inmensa mayoría de las personas son completamente inconscientes de que el Gran Tesoro de Sabiduría, el "aurum non vulgi" del que nos hablan los alquimistas, la "cuadratura del círculo", el Santo Grial, la Fontana de agua sempiterna, no se halla en el mundo manifiesto. Es decir, que no se encuentra la Fuente de la Sabiduría sino sólo en el corazón del hombre. Ni en el Cielo, ni en la Tierra, ni en las Profundidades del Océano, ni en la vasta extensión del Cosmos conocido y desconocido. Y, por supuesto, tampoco en tal o cual Gurú, ni en tal o cual Maestro Zen. El verdadero Maestro de maestros es el Cristo interior, el lumen naturae, la chispa divina que, como digo, reside en el interior del Ser Humano.
Ahora bien, como esta chispa divina es, en la mayor parte de la población, totalmente inconsciente, acaba por ser proyectada al exterior en tal o cual persona que, para quien así proyecta, termina encarnando la figura del Sabio que, como digo, yace en su interior.
Este proceso de proyección de la Personalidad Total o Sí-Mismo (el Cristo Interior) en la figura de un "supuesto" Gurú o Maestro es completamente natural. Todos, en mayor o menor medida, proyectamos o hemos proyectado sobre alguna persona dicho arquetipo. Al menos, durante un tiempo. Lo inconsciente se vive y se re-conoce a través de la proyección. Y, según parece, este es el modo a través del cual los seres humanos nos relacionamos con lo inconsciente y sus constituyentes, los arquetipos.
De lo dicho se colige, por tanto, la existencia de una estrecha relación entre la intensidad de la proyección y la inconsciencia del contenido inconsciente que se proyecta. Es decir, cuanto más inconsciente sea el individuo, cuanto menor sea su autoconocimiento, tanto mayor será la constelación de contenidos proyectados en las personas y objetos externos. La consciencia, por cierto, de un individuo en ese estado no tiene la menor sospecha de la procedencia real de esa energía con la que ha investido al objeto o persona concreta. Está convencido, por consiguiente, de que tal o cual Gurú o Maestro está en posesión de la Verdad. Y, por tanto, defenderá con uñas y dientes los postulados del que se ha convertido en objeto de proyección.
Desde luego que, como bien apunta Maribel en su blog, muchos de los presuntos Gurús o Maestros, o mejor, de los que se consideran tales, adolecen de multitud de dudas con respecto a Sí-Mismos. Un ejemplo sobradamente conocido es el de una buena parte de los Sacerdotes católicos. A fin de cuentas, las clases sacerdotales han sido, desde tiempos inmemoriales, quienes se han abrogado el supuesto conocimiento de la Verdad y, por lo tanto, los transmisores de un conocimiento al que supuestamente tenían acceso. Mi intuición me dice que, precisamente porque las clases sacerdotales han perdido esa función de psicopompos, de guías hacia el "Otro Mundo", ahora surgen por todas partes, como hongos tras las primeras lluvias de Otoño, supuestos Maestros. ¿Será una compensación por su deteriorada reputación?
Sin embargo, aquí debemos hacer un apunte importante de cara a comprender lo que sucede en aquellos casos en los que, ciertos individuos, creen estar en la posesión de la Verdad. ¿Qué les sucede a los Gurús autoconvencidos? Pues bien, algo que los expertos en psicología profunda conocemos bien. Se trata de lo que podríamos denominar una inflación por identificación con una imagen primordial o arquetipo de lo inconsciente colectivo. El efecto de semejante identificación es, precisamente, un endiosamiento. Naturalmente, el carácter numinoso del arquetipo, su carga energética, tiende a atraer a la consciencia que, por un tiempo, se identifica con dicho arquetipo y sufre una hinchazón. Este fenómeno es, en cierto modo, normal cuando se ha tenido acceso a la vivencia plena del arquetipo de la Totalidad (aunque me refiera sólo al Sí-Mismo o Atman, al Cristo interior, el efecto de inflación no es privativo de dicho arquetipo, sino que sucede con cualquier arquetipo que se constele, es decir, que se actualice y se prepare para la emergencia plena en la consciencia). El problema reside en el mantenimiento de dicha actitud inflacionista.
En este sentido, me gustaría traer a colación algunas líneas que Ángel Almazán de Gracia escribió en su ensayo Realización de la individuación y lucha contra el endiosamiento:
"...estamos en una época, como casi todas, por otro lado, en la que nos invaden los gurús, maestros, profetas, Grandes Priores neotemplarios, altos grados francmasónicos, astrólogos, videntes, la mayoría de ellos (que no todos, dios me libre de meterles a todos en un mismo saco) meros mercachifles pero que, sin embargo, arrastran tras de sí a miles de corderos que en su búsqueda interior han tenido la desgracia de caer bajo la fascinación psíquica de diversos complejos y arquetipos incardinados (proyectados inconscientemente por tanto desde su psiquismo) en tales individuos. Y sobre ello sí que es preciso advertir del peligro que se corre a tales personas que, en su buena fe e ingenuidad, están presos en la red de Maya. Claro que más grave es la situación de los que se creen gurús por estar sumergidos en una inflación psíquica que, además, les es totalmente inadvertida."
Dado que el tema es de una actualidad apabullante y de unas repercusiones tremendas, para una buena parte del colectivo, me gustaría comentar un poco qué es lo que mueve a los seres humanos a buscar un camino hacia la Sabiduría, o hacia la Iluminación. Como la psicología ha puesto de manifiesto, existe en el ser humano una tendencia innata que busca la realización de la totalidad del individuo. Es decir, el despliegue efectivo de sus potencialidades, originariamente inconscientes y, por consiguiente, indiferenciadas. Se trata de una especie de "hambre espiritual por lo Trascendente", por así decirlo. Un instinto religioso, una tendencia espiritual cuya urgencia es comparable con la necesidad de alimentarse o de tener relaciones sexuales.
Naturalmente, la inmensa mayoría de las personas son completamente inconscientes de que el Gran Tesoro de Sabiduría, el "aurum non vulgi" del que nos hablan los alquimistas, la "cuadratura del círculo", el Santo Grial, la Fontana de agua sempiterna, no se halla en el mundo manifiesto. Es decir, que no se encuentra la Fuente de la Sabiduría sino sólo en el corazón del hombre. Ni en el Cielo, ni en la Tierra, ni en las Profundidades del Océano, ni en la vasta extensión del Cosmos conocido y desconocido. Y, por supuesto, tampoco en tal o cual Gurú, ni en tal o cual Maestro Zen. El verdadero Maestro de maestros es el Cristo interior, el lumen naturae, la chispa divina que, como digo, reside en el interior del Ser Humano.
Ahora bien, como esta chispa divina es, en la mayor parte de la población, totalmente inconsciente, acaba por ser proyectada al exterior en tal o cual persona que, para quien así proyecta, termina encarnando la figura del Sabio que, como digo, yace en su interior.
Este proceso de proyección de la Personalidad Total o Sí-Mismo (el Cristo Interior) en la figura de un "supuesto" Gurú o Maestro es completamente natural. Todos, en mayor o menor medida, proyectamos o hemos proyectado sobre alguna persona dicho arquetipo. Al menos, durante un tiempo. Lo inconsciente se vive y se re-conoce a través de la proyección. Y, según parece, este es el modo a través del cual los seres humanos nos relacionamos con lo inconsciente y sus constituyentes, los arquetipos.
De lo dicho se colige, por tanto, la existencia de una estrecha relación entre la intensidad de la proyección y la inconsciencia del contenido inconsciente que se proyecta. Es decir, cuanto más inconsciente sea el individuo, cuanto menor sea su autoconocimiento, tanto mayor será la constelación de contenidos proyectados en las personas y objetos externos. La consciencia, por cierto, de un individuo en ese estado no tiene la menor sospecha de la procedencia real de esa energía con la que ha investido al objeto o persona concreta. Está convencido, por consiguiente, de que tal o cual Gurú o Maestro está en posesión de la Verdad. Y, por tanto, defenderá con uñas y dientes los postulados del que se ha convertido en objeto de proyección.
Desde luego que, como bien apunta Maribel en su blog, muchos de los presuntos Gurús o Maestros, o mejor, de los que se consideran tales, adolecen de multitud de dudas con respecto a Sí-Mismos. Un ejemplo sobradamente conocido es el de una buena parte de los Sacerdotes católicos. A fin de cuentas, las clases sacerdotales han sido, desde tiempos inmemoriales, quienes se han abrogado el supuesto conocimiento de la Verdad y, por lo tanto, los transmisores de un conocimiento al que supuestamente tenían acceso. Mi intuición me dice que, precisamente porque las clases sacerdotales han perdido esa función de psicopompos, de guías hacia el "Otro Mundo", ahora surgen por todas partes, como hongos tras las primeras lluvias de Otoño, supuestos Maestros. ¿Será una compensación por su deteriorada reputación?
Sin embargo, aquí debemos hacer un apunte importante de cara a comprender lo que sucede en aquellos casos en los que, ciertos individuos, creen estar en la posesión de la Verdad. ¿Qué les sucede a los Gurús autoconvencidos? Pues bien, algo que los expertos en psicología profunda conocemos bien. Se trata de lo que podríamos denominar una inflación por identificación con una imagen primordial o arquetipo de lo inconsciente colectivo. El efecto de semejante identificación es, precisamente, un endiosamiento. Naturalmente, el carácter numinoso del arquetipo, su carga energética, tiende a atraer a la consciencia que, por un tiempo, se identifica con dicho arquetipo y sufre una hinchazón. Este fenómeno es, en cierto modo, normal cuando se ha tenido acceso a la vivencia plena del arquetipo de la Totalidad (aunque me refiera sólo al Sí-Mismo o Atman, al Cristo interior, el efecto de inflación no es privativo de dicho arquetipo, sino que sucede con cualquier arquetipo que se constele, es decir, que se actualice y se prepare para la emergencia plena en la consciencia). El problema reside en el mantenimiento de dicha actitud inflacionista.
En este sentido, me gustaría traer a colación algunas líneas que Ángel Almazán de Gracia escribió en su ensayo Realización de la individuación y lucha contra el endiosamiento:
"...estamos en una época, como casi todas, por otro lado, en la que nos invaden los gurús, maestros, profetas, Grandes Priores neotemplarios, altos grados francmasónicos, astrólogos, videntes, la mayoría de ellos (que no todos, dios me libre de meterles a todos en un mismo saco) meros mercachifles pero que, sin embargo, arrastran tras de sí a miles de corderos que en su búsqueda interior han tenido la desgracia de caer bajo la fascinación psíquica de diversos complejos y arquetipos incardinados (proyectados inconscientemente por tanto desde su psiquismo) en tales individuos. Y sobre ello sí que es preciso advertir del peligro que se corre a tales personas que, en su buena fe e ingenuidad, están presos en la red de Maya. Claro que más grave es la situación de los que se creen gurús por estar sumergidos en una inflación psíquica que, además, les es totalmente inadvertida."
En términos semejantes lo expresa mi querido amigo Moisés Garrido al referirse al fanatismo de los grupos marianos en su blog, cuando afirma:
"El sectarismo es un fenómeno que afecta a muchos ámbitos de la sociedad -no únicamente a grupos religiosos-, pero es cierto que suele manifestarse con mayor radicalidad en los movimientos milenaristas. Y sabemos que los grupos marianos, si tienen un rasgo general que les caracterice, es su excesiva obsesión por las profecías apocalípticas. Eso hace que el grupo se cierre más en sí mismo, volviéndose extremadamente reaccionario con el mundo exterior. Los adeptos depositan ya toda su confianza (y sus bienes) en el líder. A partir de ahí, es muy normal que el grupo caiga en actividades delictivas... En esos movimientos marianos, inofensivos para el incauto creyente, sus líderes cometen fraudes intencionadamente, negocian con todo, se hacen dueño de la vida y destino de centenares de personas, y se sienten elegidos por el cielo para una misión trascendental. Aquellos que estén a su lado, serán salvados en el juicio final. Los demás, tendremos como destino el fuego purificador del infierno…"
Y, Ángel Almazán, en su mencionado ensayo, aclara cuál es esa "grave situación" en la que se encuentran los que se creen gurús y qué es lo que debe hacerse para evitar el trágico final de estos individuos, y de aquellos que le siguen, al afirmar lo siguiente:
"Es necesario, por tanto, ser conscientes de que una cosa es el arquetipo del Mago y otra nuestro ego, que una cosa es la Sabiduría o Sentido que él nos trae y otra muy distinta nuestro ego, el cual (debería) sentirse como un escolar sempiterno, siempre en fase de aprendizaje, y nunca de maestro, puesto que es este Guru Interior, este arquetipo del Viejo Sabio el que, desde la antigüedad, representa al "iluminador, el instructor y maestro, el psicopompos" y su numinosidad y energía psicoide es de él y no nuestra, proviene del Sí-Mismo y no de nuestro ego, por lo que no nos pertenece ni debemos apropiarnos de ella, viene a decir Jung. Hermes-Mercurio desempeña el papel de Viejo Sabio en el hermetismo y su aplicación técnica de la alquimia. Khadir lo desempeña en el Islam. Merlin lo hace en los relatos artúrico-griálicos."
Y esto viene a enlazar con el Gran Sacrificio del que hablo en mi ensayo Autoridad Moral, Poder Temporal, Iluminación y Sabiduría en el Señor de los Anillos. La prueba final a la que el ego ha de someterse es la de su propia muerte, es decir, la renuncia a sus propios deseos narcisistas y megalómanos, a su ansia de poder, a la satisfacción de sus necesidades egoístas exclusivamente, y a creerse dueño absoluto de su propio Destino (algo que se expresa en los dichos siguientes: ¡donde hay voluntad hay un camino! o, también, ¡querer es Poder!) para que renazca el Sí-Mismo. Sólo así se puede ejercer la verdadera libertad, que tiene en consideración la libertad de los demás. Algo que resulta sobradamente necesario en estos tiempos que corren, en los que los miembros de toda religión monoteísta se creen en posesión de la única Verdad que existe sobre la Tierra.
Quien ha atravesado esa muerte simbólica del ego, no sin antes un dramático descensus ad inferos, ese sí irradia una luz que proviene, precisamente, del Sí-Mismo, y no de su yo. Estos individuos, que se hallan en el camino de la Individuación, se convierten en Maestros muy a su pesar, como dice Maribel, porque acaban siendo un perfecto blanco de proyecciones. Y esta es una carga tremendamente pesada. Puesto que, como bien sabemos, el destino final de esos hombres extraordinarios es, lamentablemente, la crucifixión. Se convierten, a la postre, en chivos expiatorios. Y, en mi opinión, esto es debido a que estas personalidades descollantes suponen para la colectividad una tremenda exigencia cultural. Y la masa, como bien se sabe, tiende a la inercia, por lo que aquellas personas que osan moverse por encima de su nivel se convierten, finalmente, en víctimas sacrificiales. ¿No es éste un más que dudoso privilegio?
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