Hace apenas unos meses que inicié un nuevo periplo por la Universidad. El paso por esta institución no es nuevo para mí, ni mucho menos. Ya han pasado nueve años desde que me licenciara como científico ambiental. Durante todo ese tiempo, he mantenido una relación de amistad, con algunos de los profesores, lo que me ha permitido estar bien informado del creciente deterioro en la calidad de la enseñanza.
Más o menos en la misma fecha en la que inicié mi licenciatura en Ciencias Ambientales, allá por el año 1996, comencé a simultanear estudios de Psicología Analítica, como autodidacta. A medida que iban transcurriendo los años, me fui dando cuenta de que, aunque mis calificaciones en las asignaturas de Ciencias Ambientales eran, como norma general, muy buenas, mis conocimientos en Psicología Analítica superaban con creces los adquiridos en mi propia licenciatura. Naturalmente, pese a estar intrínsecamente motivado a estudiar en ambos casos, lo que marcaba la diferencia era el factor vocacional. Tan fue así, que, al finalizar la carrera, me puse en contacto con la Facultad de Psicología, de la Universidad Autónoma de Madrid, con el objeto de iniciar un doctorado relacionado con la Psicología Analítica.
Una vez entrevistado, con quién sería mi director de tesis y ya encaminado para realizar el doctorado, comencé a darme cuenta de que, o me amoldaba a las líneas de investigación abiertas en la universidad, o debía abandonar mi pretensión de convertirme en doctor en Psicología. Pasaron los meses y, tras embarcarme en un trabajo de auto-exploración profunda, en lo que Carl G. Jung denominó análisis de lo inconsciente, fui plenamente consciente de que mi camino, se desviaba radicalmente de las perspectivas dominantes en la institución universitaria. Así que, ante la disyuntiva de, por un lado, seguir profundizando en el conocimiento de mi esencia, de seguir investigando para “conocerme a mí mismo”, conditio sine qua non para ejercer cualquier disciplina relacionada con la salud mental, o, por otro lado, adaptarme a las demandas del Sistema universitario, con el fin de escalar posiciones, acumular medallas y ganar prestigio, me decanté por dejar la institución y seguir mi camino autodidacta. Finalmente, el resultado de mis investigaciones fue publicado en mi libro "El retorno al Paraíso Perdido. La renovación de una cultura".
Durante mi estancia en la universidad como estudiante de Ciencias Ambientales, me pude percatar de la atomización existente, entre las diferentes disciplinas. Los Químicos, los Biólogos, los Ingenieros Forestales, los Matemáticos, los Astrofísicos o los Meteorólogos, tenían muy poca relación entre ellos, pese a que impartían clases a alumnos que cursábamos la misma carrera. Para ser honesto, debo decir, que a pesar de todos los inconvenientes, tuve la gran suerte de ser testigo del nacimiento de una nueva perspectiva que, con los años, se ha visto como fundamental, para el abordaje de los problemas medioambientales: la perspectiva multidisciplinar y transdisciplinar.
En mi próxima entrada ahondaré más, en los factores relacionados con la crisis del sistema educativo.
Más o menos en la misma fecha en la que inicié mi licenciatura en Ciencias Ambientales, allá por el año 1996, comencé a simultanear estudios de Psicología Analítica, como autodidacta. A medida que iban transcurriendo los años, me fui dando cuenta de que, aunque mis calificaciones en las asignaturas de Ciencias Ambientales eran, como norma general, muy buenas, mis conocimientos en Psicología Analítica superaban con creces los adquiridos en mi propia licenciatura. Naturalmente, pese a estar intrínsecamente motivado a estudiar en ambos casos, lo que marcaba la diferencia era el factor vocacional. Tan fue así, que, al finalizar la carrera, me puse en contacto con la Facultad de Psicología, de la Universidad Autónoma de Madrid, con el objeto de iniciar un doctorado relacionado con la Psicología Analítica.
Una vez entrevistado, con quién sería mi director de tesis y ya encaminado para realizar el doctorado, comencé a darme cuenta de que, o me amoldaba a las líneas de investigación abiertas en la universidad, o debía abandonar mi pretensión de convertirme en doctor en Psicología. Pasaron los meses y, tras embarcarme en un trabajo de auto-exploración profunda, en lo que Carl G. Jung denominó análisis de lo inconsciente, fui plenamente consciente de que mi camino, se desviaba radicalmente de las perspectivas dominantes en la institución universitaria. Así que, ante la disyuntiva de, por un lado, seguir profundizando en el conocimiento de mi esencia, de seguir investigando para “conocerme a mí mismo”, conditio sine qua non para ejercer cualquier disciplina relacionada con la salud mental, o, por otro lado, adaptarme a las demandas del Sistema universitario, con el fin de escalar posiciones, acumular medallas y ganar prestigio, me decanté por dejar la institución y seguir mi camino autodidacta. Finalmente, el resultado de mis investigaciones fue publicado en mi libro "El retorno al Paraíso Perdido. La renovación de una cultura".
Durante mi estancia en la universidad como estudiante de Ciencias Ambientales, me pude percatar de la atomización existente, entre las diferentes disciplinas. Los Químicos, los Biólogos, los Ingenieros Forestales, los Matemáticos, los Astrofísicos o los Meteorólogos, tenían muy poca relación entre ellos, pese a que impartían clases a alumnos que cursábamos la misma carrera. Para ser honesto, debo decir, que a pesar de todos los inconvenientes, tuve la gran suerte de ser testigo del nacimiento de una nueva perspectiva que, con los años, se ha visto como fundamental, para el abordaje de los problemas medioambientales: la perspectiva multidisciplinar y transdisciplinar.
En mi próxima entrada ahondaré más, en los factores relacionados con la crisis del sistema educativo.
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