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sábado, 11 de septiembre de 2010

ECOLOGÍA PROFUNDA Y PSICOLOGÍA ANALÍTICA


En esta entrada voy a abordar el movimiento filosófico conocido como Ecología profunda. La Ecología profunda fue fundada por el filósofo noruego Arne Næss, fallecido a la edad de 96 años el pasado enero del 2009, a principios de los años setenta del siglo XX, para distinguirla de la Ecología superficial.

La Ecología superficial podríamos asimilarla a la Ecología académica, la Ecología que se estudia en licenciaturas como la de C.C. Ambientales. Y su presupuesto básico es el antropocentrismo. Ve al hombre por encima o fuera de la Naturaleza, siendo el único con valor en sí mismo, dándole a aquella un valor meramente instrumental. Es decir, la Naturaleza tiene un valor, en tanto que le sirve al hombre como fuente de explotación de recursos. En realidad, si lo pensamos con detenimiento, veremos que este enfoque es una continuación de una perspectiva que alcanza a todas las ciencias, desde la Biología hasta la Psicología, pasando por la Física, entendidas estas en un sentido amplio. Dicha perspectiva es, en verdad, la manifestación de un paradigma tóxico que consiste en "una enquistada serie de ideas y valores, entre los que podemos citar la visión del universo como un sistema mecánico compuesto de piezas (I. Newton, S. Hawking), la del cuerpo humano como una máquina (Psicología conductista-cognitiva, Medicina organicista), la de la vida en sociedad como una lucha competitiva por la existencia (darvinismo social), la creencia en el progreso material ilimitado a través del crecimiento económico y tecnológico y, no menos importante, la convicción de que una sociedad en la que la mujer está por doquier sometida al hombre, no hace sino seguir las leyes naturales (...)", tal como afirma Fritjov Capra. O, como lo denomina el psiquiatra checo Stanislav Grof, es una muestra de una consciencia hilotrópica (orientada hacia la materia).

La Ecología profunda, por el contrario, ve al mundo como una red de elementos interconectados e interrelacionados, reconociendo el valor intrínseco de todo ser vivo, siendo el ser humano una hebra más del entramado que es la Naturaleza. Este modo de concebir a todos los elementos de la Naturaleza, a los seres humanos y, en general, al universo mismo, es consecuente con la perspectiva que adopta la Psicología profunda, iniciada por C. G. Jung. Para éste, tal y como lo hemos venido exponiendo en todos nuestros trabajos, el ser humano es un ente individual sólo hasta cierto nivel, puesto que allende la consciencia individual y lo inconsciente personal, biográfico, existe un inconsciente colectivo que conecta a todos los seres humanos entre sí, a éstos con la Naturaleza y con todas sus criaturas y, finalmente, con el Universo en su totalidad. De conformidad con la perspectiva adoptada por la Física cuántica, la Psicología Analítica ha descubierto que, en el "mundo interior" del ser humano, se halla información extensible al resto del Universo. Es decir, el ser humano es, en sí mismo, como el resto de los seres vivientes, un microcosmos que gira en correspondencia con el macrocosmos. Este registro akásico o memoria colectiva no es accesible a la consciencia individual sino después de haber sufrido una crisis existencial, una auténtica "iniciación" al ámbito del Espíritu, esto es, el inicio de un proceso de individuación. En este proceso, el individuo toma contacto con las potencias espirituales que yacen en lo profundo de su "mundo interior", "conoce el universo y a los dioses" y, con ello, tiene la oportunidad de religarse con su esencia divina, con el centro de su personalidad o con el Sí-Mismo.

No debería sorprendernos, pues, que la Psicología Profunda y la Ecología profunda confluyan en sus fundamentos, puesto que ambas beben de la misma Fuente, siendo ambos planteamientos esencialmente espirituales. De hecho, el objetivo último de la Psicología Profunda es poner en contacto al individuo con las potencias espirituales que dormitan en su interior, con los arquetipos de lo inconsciente colectivo, puesto que así el ser humano logrará sanar. Cuando el individuo se religa con su mundo interior, accede a la experiencia de Unidad y Totalidad con la Vida (de la que nos dan testimonios los místicos), por lo que se produce una auténtica metanoia (una transformación de la consciencia que afecta a todas las facetas de la vida del individuo.)

Al producirse semejante cambio de consciencia, el individuo comienza a replantearse todo cuanto ha aprendido, toda cuanto pertenecía a su vida pasada. Y ese cuestionamiento, que empieza con el ámbito personal, se va extendiendo hacia todos y cada uno de los fundamentos sobre los que se sustenta el Sistema. Así, al igual que sucede tras el renacimiento al ámbito del Espíritu, de la Hystera de la Diosa (lo inconsciente colectivo y sus constituyentes, los arquetipos), con la consecuente toma de consciencia de la vocación individual, la Ecología profunda aboga por el replanteamiento de los fundamentos sobre los que descansa el estilo de vida occidental: desde los presupuestos científicos, al materialismo contumaz de nuestra sociedad industrial y desarrollista, o el supuesto "Estado del Bienestar" sustentado por ella, v.gr. En otras palabras, tanto los analistas jungianos, cuanto los ecólogos profundos, incitan al cuestionamiento completo y profundo del paradigma sobre el que descansa el Sistema, desde el modelo patriarcal de relaciones interpersonales (la estructura piramidal de poder en las empresas, las relaciones de pareja, las relaciones de amistad, etc.) que perpetúa, pasando por la actitud para con las generaciones presentes y futuras, y terminando con la perspectiva que se adopta para con toda manifestación de vida sobre la Tierra.

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