Como el post anterior ha dado pie a varios comentarios y, entre ellos, observé algunos malentendidos fundamentales he decidido realizar una nueva entrada tratando de explicar, de un modo sencillo y conciso, algunas ideas que tal vez sirvan para aclararnos.
Gracias
Christian Rodway por el ejemplo que traes a colación. Muy acertado. Así es, cuanta más
vivencia de los arquetipos tanto más puede aumentar la comprensión de los
mismos. Precisamente, en estos días estaba debatiendo el tema, peliagudo por
cierto, de cómo se desvirtúa el mensaje de las personas que han tenido una
experiencia directa o una revelación de tipo espiritual por quienes lo estudian y, también, por aquellos que se
dicen seguidores suyos. Esto es algo que ha sucedido en muchas tradiciones, y
como ejemplo tenemos la cristiana. El mensaje original es comprendido, en su
esencia esotérica, por un pequeño grupo de personas que han vivido una
experiencia similar, y el resto tiene acceso a los retazos exotéricos. En fin,
un asunto complejo. Como dice Joseph Campbell:
”Es imposible comunicar una experiencia a alguien que no ha tenido la experiencia. Tratar de comunicar la experiencia de esquí de montaña abajo es imposible para alguien que nunca ha estado en esquís. Tratar de comunicar la experiencia de ser en el amor cuando le pasa a la gente que nunca han conocido de esta experiencia es inútil. No se puede hacer. Puedes hablar sólo por analogía. Para un sistema de símbolos mitológico el trabajo debe estar operando en el campo de una comunidad de personas que han tenido esencialmente análogas experiencias; de lo contrario, nada está pasando allí.”
”Es imposible comunicar una experiencia a alguien que no ha tenido la experiencia. Tratar de comunicar la experiencia de esquí de montaña abajo es imposible para alguien que nunca ha estado en esquís. Tratar de comunicar la experiencia de ser en el amor cuando le pasa a la gente que nunca han conocido de esta experiencia es inútil. No se puede hacer. Puedes hablar sólo por analogía. Para un sistema de símbolos mitológico el trabajo debe estar operando en el campo de una comunidad de personas que han tenido esencialmente análogas experiencias; de lo contrario, nada está pasando allí.”
Introduzco esto, un poco de soslayo, porque me
da pie a realizar unas breves apreciaciones sobre los comentarios anónimos que
han dejado sobre lo que entienden por "arquetipo". En dichos mensajes,
el autor se está refiriendo a modelos de comportamiento manifiesto, que se
observan en grupos diversos, y que, en efecto, tienen que ver con arquetipos.
Ahora bien, hay un malentendido fundamental en lo que expresa, que de hecho
convierte al arquetipo en estereotipo, lo que es un ejemplo de degradación de
una realidad "metafísica" o "espiritual" en el plano comportamental.
Es algo muy propio del intelecto, especialmente cuando se extrae de contexto.
Debemos tener en cuenta, en primer lugar, que el
término arquetipo, dentro de la psicología analítica, surge de la experiencia
en el ámbito clínico. Por lo tanto, se trata de un concepto psicológico para
expresar determinados hechos psíquicos que el psiquiatra (y el psicólogo)
encuentra, en principio, en el trabajo psicoterapéutico. Por cierto que, dichos
arquetipos, son los constituyentes de una instancia o dominio de experiencia
psíquica que recibe el nombre de Inconsciente Colectivo. El término, desde mi
punto de vista, no es muy feliz, pero es importante comprender que Jung lo
utiliza para recuperar ese ámbito de la experiencia e introducirlo de nuevo en
la corriente científica de su época. Sea como fuere, lo cierto es que está
aludiendo a un dominio de la experiencia que, como he dicho en el texto, aún
sigue estando muy alejado de la consciencia pública.
El arquetipo, como Jung lo describe en el texto que aparece en el post anterior,
es una realidad viva, autónoma (es decir, no dependiente de la voluntad
consciente del hombre) y numinosa (ejerce un poderoso efecto mágico o fascinante
sobre la consciencia). De hecho, es el núcleo de aquellos motivos (versiones
repetidas) que aparecen en los más diversos mitos, cuentos y folclore de los
pueblos de todo el mundo. Así, por ejemplo, encontramos el motivo del "sacrificio de los
inocentes" no solo en la historia de Jesús, sino, también, en la de
Moisés. De igual modo, hallamos otro motivo frecuente en el héroe que es
engullido por un monstruo marino (Leviatán, una ballena, etc.) tanto en el
relato de Jonás, cuanto en el cuento de Pinocho.
El hecho de que el arquetipo sea autónomo, es
decir, que tenga vida propia, es especialmente importante. Resulta un grave
malentendido el pretender que el hombre, con su propia voluntad, pueda manejar
un arquetipo a su antojo. Esto supondría que la consciencia tiene un peso y un poder
superiores a lo inconsciente, cosa que está más que demostrado por la experiencia
clínica que no es, ni mucho menos, así. De hecho, la realidad es, en verdad, la
contraria. Es la consciencia, especialmente si es muy primitiva, la que puede
ser dominada por lo inconsciente (y, por lo tanto, por un arquetipo) y no a la
inversa. En el vídeo al que estamos aludiendo, Jung expresa esto con mucha
claridad, y pone el ejemplo del enamoramiento y de la persona que acaba
diciendo "por Dios, Dr., ayúdeme a librarme de esta mujer", cuando un hombre es literalmente atrapado en una relación
con una mujer que "no le conviene".
Pongamos otro ejemplo. El arquetipo de la sombra
o de la oscuridad y maldad inherentes a la naturaleza humana. Es un error
conceptual grave pretender que el arquetipo es algo que el hombre usa para
convertir a un ser humano en un criminal. El arquetipo puede "poseer"
a un individuo y convertirlo en un criminal, y una vez atrapado por el influjo del arquetipo, podría
aprender el modo de llevar a cabo en la práctica ese comportamiento criminal.
De nuevo, es importante tener en cuenta la autonomía del arquetipo y su carácter
numinoso.
Dado que la sombra o el reverso tenebroso es
consustancial a la naturaleza humana, todo ser humano puede llegar a exteriorizarlo
o manifestarlo si las circunstancias lo propician. Cuanto más inconsciente sea
el hombre de esta realidad, tanto más peligroso se torna para sí mismo y para
los demás. La inconsciencia le hace pensar al hombre, con una ingenuidad mal
disimulada, que la maldad pertenece a "otros ", que son "malvados,
trastornados o enfermos mentales ", y que por supuesto nada tienen que ver con uno, dice el ingenuo, puesto que ese uno nunca
haría nada de lo que hace el enfermo, el trastornado o el malo. Y ahí se sigue
sin reconocer que, la barbarie del mundo, y de un hombre concreto, le está
interpelando a todo hombre o mujer. Seguimos manteniendo una situación mental y
un nivel de consciencia demasiado primitivo como para reconocer la capacidad de hacer el mal dentro de uno
mismo, y no digamos ya el de mantenerlo en jaque y combatirlo en uno mismo. Esto, en la práctica, significa que la consciencia del hombre que realiza un comportamiento positivo es importante que reconozca en si mismo la capacidad de hacer lo contrario; el hombre tiene la oportunidad de controlar el mal siempre que lo reconozca en él mismo, le dé expresión interna (por ejemplo, mediante un diálogo interior), luche con esa tendencia contraria al bien y, también, se enfrente directamente a sus tendencias destructivas. Cuanto más autoconsciente sea el hombre de su capacidad para hacer el mal, estará en mejores condiciones para hacer frente y para soportar las tendencias destructivas que anidan en su interior. La
realidad social y el estado del mundo actual no hacen sino reflejar esta
realidad.
De lo dicho antes se
desprende que tampoco se puede "romper
un arquetipo" voluntariamente, ni mucho menos. Sí puede romperse la consciencia, por
cierto, o ser inundada por lo inconsciente en lo que clínicamente se denomina
brote psicótico. De hecho, el término esquizofrenia hace alusión a la ruptura
en fragmentos de la personalidad de un individuo.
Jung dice en el texto antes citado que el
problema de nuestra época es el alejamiento de la consciencia (de la mente
racional, si queremos) del sustrato instintivo/espiritual. Y, para curar ese
estado de disociación o escisión -lo que se relaciona con las epidemias psíquicas que el hombre moderno
padece- , el médico psiquiatra prescribe una relación renovada con esa
instancia psíquica a la que él denomina Inconsciente Colectivo y, por lo tanto,
una relación consciente con los arquetipos. Esto equivale a decir que se
precisa un viaje heróico a las profundidades para tomar contacto con la fuente
o con el Misterio. En otras palabras, que el alma humana es una puerta de
acceso al Misterio insondable, y en esa
alma los arquetipos se manifiestan en forma de símbolos.
La simple observación externa de ciertos
patrones de comportamiento, la descripción externa del modo en que algunos
arquetipos se expresan en la vida de las personas, es importante, sin duda,
pero no cambia un ápice la realidad interior del observador. El verdadero
trabajo está en observar esos arquetipos, no sólo en grupos, en el cine, en el teatro, en los cuentos, en los mitos, en las teorías científicas, etc., que también es importante, sino, sobre todo, en la vida individual
de cada uno. Para ello, la consciencia se pone en una situación de apertura hacia
una realidad que está más allá de ella (la realidad del alma), una realidad que
es autónoma y que es orientadora (orienta a la consciencia en un proceso de
individuación o realización de la Totalidad del individuo). En otras palabras,
la consciencia deja de creerse la dueña y señora de su destino, y comienza una
relación dialéctica (un diálogo) con ese Otro, que se expresa de un modo polimórfico y polifacético, que habita
en él (como habita en todo ser humano).
Uno de los peligros de la mentalidad occidental/occidentalizada
es el de querer "utilizar" los arquetipos para su propio beneficio; el de querer conquistar el alma, para hacer lo que al yo le venga en gana. La
instrumentalización y utilización pragmática y yoica de este conocimiento,
degrada el arquetipo y lo transforma en estereotipo; y la realidad viva del
símbolo en un mero atavío despojado de vitalidad, es decir, mera pose. Desgraciadamente,
podemos observar esto en prácticamente cualquier ámbito de la experiencia,
desde aquellos cursillos de fin de semana que prometen la iluminación express,
pasando por el desprecio de la realidad anímica que el racionalismo desencantado
realiza (por ejemplo, en la negación de toda realidad trascendente); y, en la
política, so pretexto de un estado aconfesional, tratar de introducir una
espiritualidad laica, cometiendo una contradicción en sus propios términos.
Para finalizar, creo que es importante reseñar
aquí que, desligar los conceptos del contexto en el que fueron expresados para
tratar de definir una serie de hechos y sucesos, y utilizarlos de un modo
pragmático sin comprender el sentido y la realidad a la que se refieren, puede
provocar muchos malentendidos. Como un
colega dijo en una ocasión: "un texto sin contexto es un pretexto
para decir cualquier cosa".
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