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miércoles, 4 de abril de 2018

TRATAMIENTO EN LAS PSICOPATÍAS. ACTITUDES A EVITAR.



TRATAMIENTO EN LAS PSICOPATÍAS. ACTITUDES A EVITAR.

Jose González

Psicólogo y terapeuta de orientación junguiana.






En este ensayo que escribo hoy para Psicología profunda y Espiritualidad me voy a centrar en un asunto que adelanté en un artículo anterior. Se trata de ciertas actitudes adoptadas por algunos profesionales de la salud mental alrededor de la psicopatía subclínica o adaptada, comprensibles por la dificultad que entraña entender este trastorno, pero no por ello menos erradas.



La primera de las actitudes que he encontrado en el ejercicio de la profesión de psicólogo y terapeuta ha sido la de algunos psiquiatras (y psicólogos), tanto en el ámbito de la salud pública, como en la práctica privada: valiéndose de sus títulos correspondientes (doctores en psiquiatría o psicólogos clínicos) se consideran autorizados para tratar a pacientes que han sido parejas, amigos, hijos/as o compañeros de trabajo de psicópatas o narcisistas sin la más mínima experiencia. Sin embargo, dada su inexperiencia en el trastorno y el desconocimiento de sus consecuencias sobre la consultante y su familia, han llegado a cometer graves errores en el diagnóstico y en el tratamiento, con consecuencias muchas veces irreparables.



Por ejemplo, uno de los errores más frecuentes consiste en pasar por alto información valiosísima que la pareja de un psicópata trasmite al profesional cuando acompaña a su hijo/a a la consulta. El niño/a presenta  síntomas de ansiedad y/o depresión y la madre o el padre le explica al profesional que su pareja manipula, engaña e intenta lavarle el cerebro a sus hijos. El profesional, que no tiene experiencia con este tipo de personajes, pensará que se trata de una reacción del hijo ante un conflicto de pareja, y que la madre exagera o, en el peor escenario, que se encuentra frente a un posible Síndrome de Alienación Parental (SAP), por lo que su diagnóstico será de ansiedad/depresión y le recetará el psicofármaco correspondiente sin más indicaciones. Sin embargo, no ha atendido adecuadamente a las señales de desesperación que la madre o el padre le está trasmitiendo, malinterpreta o desoye cuanto le habla sobre la terrible situación a la que está sometido tanto el niño/a, como la madre o el padre, causantes reales de los síntomas que presenta. La madre se marcha de la consulta con su hijo/a sintiéndose desoída, desatendida y desprotegida por una inadecuada intervención terapéutica.



 Los hijos de psicópatas están expuestos a un ambiente y a una cultura psicopática que se caracterizan por una terrible tensión y una constante manipulación y lavado de cerebro que, de no ponerse ningún remedio, acabará con el colapso de las defensas psíquicas y la introyección de las ideas del psicópata en la mente del niño/a. Algo que el profesional sin experiencia desconoce por completo.



Por lo dicho recomendamos que los profesionales de la salud mental se formen en la psicopatía/narcisismo y que, en caso de duda, deriven el caso a otros profesionales lo antes posible.



Otra actitud que he encontrado con frecuencia consiste en la negación de la existencia del mal personificado en los/as psicópatas. Muchos profesionales sencillamente se niegan a creer que este tipo de personalidades existan. Sin embargo, esta actitud es quizá la más irresponsable de todas, especialmente en profesionales de la salud mental, porque les incapacita para detectar los efectos devastadores que un psicópata (y un narcisista) provoca en su entorno inmediato y, por supuesto, la implementación de un tratamiento adecuado. Estos profesionales pueden estar perfectamente capacitados para el diagnóstico y el tratamiento de otros trastornos o, incluso, para una psicoeducación vocacional, ahora bien presentan un punto ciego para todo aquello que se relacione con la psicopatía. De ahí que nuestra recomendación, tanto para el terapeuta como para el paciente, es que este acuda a un profesional que tenga experiencia en la psicopatía. Yo mismo he tenido que aprender a decodificar ciertas señales y a interpretar otras que son "típicas" de una persona que está bajo el yugo y la influencia de un psicópata o de un narcisista maligno en el ejercicio de la profesión.



Tanto en el caso de los profesionales que se consideran capacitados para tratar a pacientes que giran alrededor de un psicópata sin tener experiencia ni conocimiento, como en aquellos que niegan (o no conciben) la existencia de este tipo de trastornos mentales hemos observado que las consecuencias son parecidas: diagnósticos equivocados y tratamientos desorientados. En ambos casos, por cierto, los psicópatas pueden provocar tal fascinación en el profesional que, gracias a sus grandes dotes de persuasión, inteligencia y encanto superficial, logran engañarlo y manipularlo hasta el extremo de realizar un diagnóstico y un tratamiento a la medida del psicópata. Las consecuencias negativas para el entorno familiar de una intervención así pueden prolongarse durante años y llegar a ser irreparables.    



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