El pasado fin de semana, del 17 al 18 de octubre, asistí a las VII Jornadas Integrales que giraban en torno a la carismática figura del pensador y escritor mundialmente conocido Ken Wilber. Mi asistencia a las Jornadas tenía dos objetivos principales:
1. Conocer la perspectiva wilberiana y su abordaje de la psique humana. Había leído algún libro de Wilber y varios ensayos y artículos, pero, hasta la fecha, realmente no me había suscitado demasiado interés.
2. Comprobar in situ que mi teoría, planteada en un post anterior en este mismo blog con el título de "Experiencia Mística y Religión Colectiva", se ajustaba bien a los hechos.
Lo que finalmente surgió al presenciar, preguntar directamente a algunos ponentes ciertas preguntas que me habían suscitado sus intervenciones y experimentar la "buena onda" del grupo que se formó, fue un íntimo interés en conocer mejor el modelo de Ken Wilber. Asimismo, no puedo dejar de mencionar que, para mí, fue un auténtico privilegio conocer a los ponentes personalmente. Esto fue algo fundamental para comprender el interés que les movía a divulgar las ideas de Wilber. Todos ellos habían experimentado en sus propias vidas los efectos de lo numinoso, de lo místico, y Ken Wilber les ayudaba a poner nombre a dichas experiencias. Es natural que, como dijo Raquel Torrent en su intervención, esto les produjera un cierto "enamoramiento" por la figura de Wilber. Algo parecido me sucedió a mí con Carl Gustav Jung, y eso fue lo que me llevó a estudiar la obra de este genial psiquiatra suizo.
En verdad, aquí lo más importante es la propia experiencia. Todo lo demás acaba convirtiéndose en fuego fatuo. No obstante, he comprobado también, y esto es algo que debo reseñar, especialmente en ciertos ponentes, que demostraban un exceso de admiración por Ken Wilber. Esta experiencia la conozco muy bien, porque yo mismo la he padecido durante un período más o menos dilatado con la figura de Carl Jung. He desarrollado en un ensayo anterior los factores inconscientes que operan en estos casos (Véase Sabiduría y Endiosamiento para un mayor abundamiento). Algo de esto ya apuntó una de las ponentes, Maribel Rodríguez, en su ponencia sobre la evolución colectiva y las vivencias religiosas.
Raquel Torrent, en su intervención, en la que presentaba el libro "Evolución Integral", decía que el modelo wilberiano era el más completo que hay hasta ahora, pero que pueden utilizarse otros modelos y, además, que puede superarse éste con el tiempo, como consecuencia de un mayor ahondamiento. Y, además, hizo un símil muy oportuno entre el modelo wilberiano y unas gafas. Uno puede ponerse las gafas wilberianas o no ponérselas. Sin embargo, a este símil habría que añadirle que uno ya trae unas lentes y unas retículas de fábrica. Las personas no eligen por casualidad un modelo u otro, como tampoco les parece un modelo más comprehensivo que otro por casualidad. Hay una disposición previa que hace que unos elijan un modelo, y otros, otro. Lo que no significa que no se puedan conocer o estudiar varios de ellos. Pero, al final, uno se decanta por el modelo que mejor se adecua a su propia disposición. Que yo haya elegido el modelo jungiano y no el wilberiano, no se debe a que uno de los modelos sea mejor que el otro. Sino al tipo de experiencias que he tenido, así como a mi propia ecuación personal. Esta es una reflexión que, se me ocurre, debería hacerse más de un wilberiano.
Por otro lado, quise haber formulado algunas preguntas a los ponentes, pero no tuve ocasión por falta de tiempo. Esas preguntas, al final, me las formulé a mí mismo. Y el resultado de la dialéctica con mi inconsciente fue el siguiente:
1. Al hilo de una pregunta que un asistente formuló a una de las ponentes, Rosario Sánchez, sobre si la bisexualidad era muestra de una evolución en la sexualidad, y tras haber mantenido una conversación con Rosario sobre este tema, al final he llegado a la siguiente reflexión: La bisexualidad es, según me parece a mí, un síntoma de una indiferenciación y, por consiguiente, de una falta de autoconocimiento del Ser que le habita a uno. Una cosa es saber, o sea, ser consciente de la "androginia" del Ser, del Sí-Mismo como arquetipo de la personalidad superior, e ir diferenciando los diferentes componentes masculinos y femeninos que hay en Uno Mismo, y otra, bien distinta, es manifestar una bisexualidad, precisamente por ser inconsciente de esa androginia psicológica (correlato de la androginia física que también se observa en todo ser humano). De ese modo, en lugar de una unión de opuestos, se produce una confusión de los mismos. En mi libro "El Retorno al paraíso perdido" profundizo en este mismo tema, ilustrándolo con algunos ejemplos.
2. Una asistente a las Jornadas formuló una pregunta a los participantes sobre cómo era posible que existieran ciertos símbolos que, con independencia de los fenómenos de migración, sean comunes a toda la humanidad (por ejemplo, la Gran Madre, los Mándalas, etc.). Los ponentes no supieron responder con claridad y empezaron a divagar sobre si esos "arquetipos", o modelos primordiales, pertenecían al ámbito de la metafísica y no eran objeto de un conocimiento científico. Únicamente Marco Antonio Robledo supo explicarlo, a través de sus experiencias, mediante los campos morfogenéticos de la hipótesis de Rupert Sheldrake y la resonancia mórfica. Me resultó sorprendente comprobar el desconocimiento de las investigaciones de Carl Jung y sus seguidores, sobre los arquetipos. Según a mí me parece, allí se produjo una confusión entre lo que es un "arquetipo" como tal, y su manifestación simbólica. El "arquetipo" es una especie de nódulo energético, como el lecho por el cual circulan las aguas de un río, pero, en este caso, lo que circula es la energía psíquica. Como tal, el arquetipo no es cognoscible directamente sino sólo a través de su manifestación simbólica. Esto es algo fundamental para comprender lo que allí se trataba de dilucidar. Por eso, cuando un arquetipo emerge en una cultura, adquiere los ropajes que son propios de esa cultura y no los de otra. Así que, el arquetipo no es co-creado, sino es dado a priori en la psique humana. El arquetipo es el tipo arcaico, lo que en mitología se denomina motivo primordial. Ejemplos de ello lo constituyen tanto los mitos, los símbolos religiosos, los cuentos y las "grupos" esotéricos.
3. Esta última reflexión me condujo a preguntarme, al hilo de una cuestión formulada a Maribel Rodríguez sobre el aparente problema del sincretismo, si un sincretismo consciente, como el que se daba en los movimientos gnósticos de los primeros siglos del cristianismo, es posible y hasta necesario. Y con esto no se pretende decir que uno debe realizar los diferentes rituales de las distintas religiones. Esto sería un contrasentido, y uno se perdería en una maraña de ritos que, en el fondo, no comprende y, además, le son anímicamente ajenos. Lo que la psicología profunda ha descubierto, precisamente, es la existencia de una función espiritual en lo inconsciente, una función que es generadora de símbolos. Y, a través de lo que se denomina amplificación de símbolos, o sea, de un sincretismo consciente, hacer perceptible y asible a la consciencia el significado de dichos símbolos para la consciencia. Para quien desee ahondar en el significado del "proceso de individuación", le remito a mi "Crítica a Ken Wilber en su interpretación de la psicología analítica".
En fin, que mi asistencia a las VII Jornadas Integrales en Barcelona ha sido para mí una experiencia inolvidable.
1. Conocer la perspectiva wilberiana y su abordaje de la psique humana. Había leído algún libro de Wilber y varios ensayos y artículos, pero, hasta la fecha, realmente no me había suscitado demasiado interés.
2. Comprobar in situ que mi teoría, planteada en un post anterior en este mismo blog con el título de "Experiencia Mística y Religión Colectiva", se ajustaba bien a los hechos.
Lo que finalmente surgió al presenciar, preguntar directamente a algunos ponentes ciertas preguntas que me habían suscitado sus intervenciones y experimentar la "buena onda" del grupo que se formó, fue un íntimo interés en conocer mejor el modelo de Ken Wilber. Asimismo, no puedo dejar de mencionar que, para mí, fue un auténtico privilegio conocer a los ponentes personalmente. Esto fue algo fundamental para comprender el interés que les movía a divulgar las ideas de Wilber. Todos ellos habían experimentado en sus propias vidas los efectos de lo numinoso, de lo místico, y Ken Wilber les ayudaba a poner nombre a dichas experiencias. Es natural que, como dijo Raquel Torrent en su intervención, esto les produjera un cierto "enamoramiento" por la figura de Wilber. Algo parecido me sucedió a mí con Carl Gustav Jung, y eso fue lo que me llevó a estudiar la obra de este genial psiquiatra suizo.
En verdad, aquí lo más importante es la propia experiencia. Todo lo demás acaba convirtiéndose en fuego fatuo. No obstante, he comprobado también, y esto es algo que debo reseñar, especialmente en ciertos ponentes, que demostraban un exceso de admiración por Ken Wilber. Esta experiencia la conozco muy bien, porque yo mismo la he padecido durante un período más o menos dilatado con la figura de Carl Jung. He desarrollado en un ensayo anterior los factores inconscientes que operan en estos casos (Véase Sabiduría y Endiosamiento para un mayor abundamiento). Algo de esto ya apuntó una de las ponentes, Maribel Rodríguez, en su ponencia sobre la evolución colectiva y las vivencias religiosas.
Raquel Torrent, en su intervención, en la que presentaba el libro "Evolución Integral", decía que el modelo wilberiano era el más completo que hay hasta ahora, pero que pueden utilizarse otros modelos y, además, que puede superarse éste con el tiempo, como consecuencia de un mayor ahondamiento. Y, además, hizo un símil muy oportuno entre el modelo wilberiano y unas gafas. Uno puede ponerse las gafas wilberianas o no ponérselas. Sin embargo, a este símil habría que añadirle que uno ya trae unas lentes y unas retículas de fábrica. Las personas no eligen por casualidad un modelo u otro, como tampoco les parece un modelo más comprehensivo que otro por casualidad. Hay una disposición previa que hace que unos elijan un modelo, y otros, otro. Lo que no significa que no se puedan conocer o estudiar varios de ellos. Pero, al final, uno se decanta por el modelo que mejor se adecua a su propia disposición. Que yo haya elegido el modelo jungiano y no el wilberiano, no se debe a que uno de los modelos sea mejor que el otro. Sino al tipo de experiencias que he tenido, así como a mi propia ecuación personal. Esta es una reflexión que, se me ocurre, debería hacerse más de un wilberiano.
Por otro lado, quise haber formulado algunas preguntas a los ponentes, pero no tuve ocasión por falta de tiempo. Esas preguntas, al final, me las formulé a mí mismo. Y el resultado de la dialéctica con mi inconsciente fue el siguiente:
1. Al hilo de una pregunta que un asistente formuló a una de las ponentes, Rosario Sánchez, sobre si la bisexualidad era muestra de una evolución en la sexualidad, y tras haber mantenido una conversación con Rosario sobre este tema, al final he llegado a la siguiente reflexión: La bisexualidad es, según me parece a mí, un síntoma de una indiferenciación y, por consiguiente, de una falta de autoconocimiento del Ser que le habita a uno. Una cosa es saber, o sea, ser consciente de la "androginia" del Ser, del Sí-Mismo como arquetipo de la personalidad superior, e ir diferenciando los diferentes componentes masculinos y femeninos que hay en Uno Mismo, y otra, bien distinta, es manifestar una bisexualidad, precisamente por ser inconsciente de esa androginia psicológica (correlato de la androginia física que también se observa en todo ser humano). De ese modo, en lugar de una unión de opuestos, se produce una confusión de los mismos. En mi libro "El Retorno al paraíso perdido" profundizo en este mismo tema, ilustrándolo con algunos ejemplos.
2. Una asistente a las Jornadas formuló una pregunta a los participantes sobre cómo era posible que existieran ciertos símbolos que, con independencia de los fenómenos de migración, sean comunes a toda la humanidad (por ejemplo, la Gran Madre, los Mándalas, etc.). Los ponentes no supieron responder con claridad y empezaron a divagar sobre si esos "arquetipos", o modelos primordiales, pertenecían al ámbito de la metafísica y no eran objeto de un conocimiento científico. Únicamente Marco Antonio Robledo supo explicarlo, a través de sus experiencias, mediante los campos morfogenéticos de la hipótesis de Rupert Sheldrake y la resonancia mórfica. Me resultó sorprendente comprobar el desconocimiento de las investigaciones de Carl Jung y sus seguidores, sobre los arquetipos. Según a mí me parece, allí se produjo una confusión entre lo que es un "arquetipo" como tal, y su manifestación simbólica. El "arquetipo" es una especie de nódulo energético, como el lecho por el cual circulan las aguas de un río, pero, en este caso, lo que circula es la energía psíquica. Como tal, el arquetipo no es cognoscible directamente sino sólo a través de su manifestación simbólica. Esto es algo fundamental para comprender lo que allí se trataba de dilucidar. Por eso, cuando un arquetipo emerge en una cultura, adquiere los ropajes que son propios de esa cultura y no los de otra. Así que, el arquetipo no es co-creado, sino es dado a priori en la psique humana. El arquetipo es el tipo arcaico, lo que en mitología se denomina motivo primordial. Ejemplos de ello lo constituyen tanto los mitos, los símbolos religiosos, los cuentos y las "grupos" esotéricos.
3. Esta última reflexión me condujo a preguntarme, al hilo de una cuestión formulada a Maribel Rodríguez sobre el aparente problema del sincretismo, si un sincretismo consciente, como el que se daba en los movimientos gnósticos de los primeros siglos del cristianismo, es posible y hasta necesario. Y con esto no se pretende decir que uno debe realizar los diferentes rituales de las distintas religiones. Esto sería un contrasentido, y uno se perdería en una maraña de ritos que, en el fondo, no comprende y, además, le son anímicamente ajenos. Lo que la psicología profunda ha descubierto, precisamente, es la existencia de una función espiritual en lo inconsciente, una función que es generadora de símbolos. Y, a través de lo que se denomina amplificación de símbolos, o sea, de un sincretismo consciente, hacer perceptible y asible a la consciencia el significado de dichos símbolos para la consciencia. Para quien desee ahondar en el significado del "proceso de individuación", le remito a mi "Crítica a Ken Wilber en su interpretación de la psicología analítica".
En fin, que mi asistencia a las VII Jornadas Integrales en Barcelona ha sido para mí una experiencia inolvidable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.