En esta entrada proseguimos nuestra disquisición acerca del conocimiento académico y el que procede de la vivencia, o "gnosis". Y, dado que hemos estado hablando de Wilber y de Jung, utilizaremos como ejemplo a ambos autores. Así, cuando leo a estos dos autores, por ejemplo, me doy cuenta de que muchos malos entendidos se producen por los diferentes mapas que utilizan. Fijémonos, verbigracia, en el término mágico. ¿Qué entendemos por el término "mágico" o "numinoso", quienes proseguimos el legado jungiano? ¿En qué diferimos de lo que Ken Wilber entiende por ese término?
Dentro del planteamiento de Ken Wilber, el término "mágico" se refiere a una etapa pre-racional o pre-egoica, en la que hay un pensamiento mágico (lo inconsciente se encuentra proyectado en el mundo objetivo). Mas ese término puede utilizarse en otro contexto, para referirse a la experiencia que una persona tiene, cuando es "arrebatado" por una vivencia espiritual, por ejemplo. Es, de ese modo, cómo lo entiende C. G. Jung. Por eso es tan importante definir lo que cada cual entiende, cuando utiliza ciertos términos. Especialmente, cuando se usa terminología nueva, como es la de Ken Wilber.
Personalmente, cuanto más leo a Wilber, tanto más me inclino por los planteamientos de Carl G. Jung. Desde mi punto de vista, éste último es más complejo y, a la vez, más completo en su modo de abordar la psique. Aunque, soy consciente de que aún me queda mucho por conocer de Wilber.
En cualquier caso, lo esencial, desde mi punto de vista, no es lo que dice Wilber, Jung, o cualquier otro autor. Sino la experiencia que cada cual va teniendo en el camino de despliegue de su personalidad total (léase Sí Mismo) y qué mapas le pueden ser más útiles en ese camino. Al final, el camino lo tiene que recorrer uno, o, como dijo el poeta, el camino se hace al andar. Así, que Jung haya designado con el nombre de individuación a ese proceso no es casual. Se refiere a que ese sendero, aunque tenga etapas universales, arquetípicas, los matices, las prelaciones en que se dan esas etapas, los conflictos que se presentan, etc., son, no obstante, únicos e irrepetibles.
Así, la obra de Wilber es la expresión de su propio proceso de individuación, como la obra de Jung es, también, una expresión de su autorrealización. Sin embargo, esa autorrealización puede ser más o menos completa en cada uno de los autores, y uno puede darse cuenta de esa completud estudiando sus biografías. Yo, en este punto, me adhiero a lo que mi buen amigo Raúl Ortega, terapeuta de orientación jungiana, dijo en una oportunidad:
"Yo, por otro lado, soy un hombre de poca fe. Un pobre de espíritu, obligado a ser mordaz crítico tanto de mis especulaciones fantasiosas como de las de los demás. Incapaz de creer en lo que cuenta ningún maestro en una conferencia o libro si no forma parte de mi propio bagaje. No me interesa ninguna canción que no me toque el alma, ni ninguna doctrina que no pueda contrastar con la dura roca de mi limitada pero únicamente efectiva experiencia real. Nadie va a darte nada que tú no tengas. Nunca vas a conocer nada importante sobre la realidad transpersonal a través del pensamiento de otros, de sus anécdotas, de sus libros, ni tampoco a través de ningún ejercicio o meditación a la que no te instigue (siempre sólo temporalmente) el mismo Self. Nadie puede elegir andar el camino. Él te elige a ti."
Yo, con Raúl, digo: No me interesa ningún libro, ni ningún autor, ni obra alguna que no forme parte de mi propio bagaje vital. Entiendo que haya gente que pueda atiborrarse de teorías de autores diversos y que se vanaglorie de haber leído miles de libros, de conocer cientos de caminos distintos. Y, sin embargo, no tiene ni idea de cuál es el suyo propio. Que, al fin y a la postre, es lo verdaderamente importante. De este modo, cuando escribo, cuando investigo, no lo hago para ver cómo otros han escrito tal o cual cosa, qué mapas han realizado, y lo bien delineados que están, etc... No, eso no va conmigo. Lo hago porque estoy haciendo mi propio camino, porque estoy caminando mi propio Destino y, para comprender mejor la etapa en la que me encuentro, para ver lo que han visto otros que han hollado esas mismas praderas (u otras semejantes), consulto a los autores que han estado allí (y no a aquellos que hablan por boca de otros, y/o que ni siquiera han conseguido pasar el Umbral). Desde luego, soy muy consciente de que este modo de proceder no es el común, ni mucho menos, y que resulta harto difícil, duro y, en ocasiones, peligroso. Marie Louise von Franz, en su libro "Alquimia. Introducción al simbolismo", expresa esta misma idea del siguiente modo:
"(...)incluso en la tradición del introvertido que se proclama dueño del espíritu, la verdadera experiencia personal del inconsciente es muy poca. Nunca hay más que unos pocos individuos que tengan experiencias así, probablemente porque son tan
peligrosas y aterradoras que sólo unas pocas personas excepcionalmente valientes siguen este camino, o bien los necios que no saben hasta qué punto aquello es peligroso, y que por eso mismo terminan enloqueciendo."
Dentro del planteamiento de Ken Wilber, el término "mágico" se refiere a una etapa pre-racional o pre-egoica, en la que hay un pensamiento mágico (lo inconsciente se encuentra proyectado en el mundo objetivo). Mas ese término puede utilizarse en otro contexto, para referirse a la experiencia que una persona tiene, cuando es "arrebatado" por una vivencia espiritual, por ejemplo. Es, de ese modo, cómo lo entiende C. G. Jung. Por eso es tan importante definir lo que cada cual entiende, cuando utiliza ciertos términos. Especialmente, cuando se usa terminología nueva, como es la de Ken Wilber.
Personalmente, cuanto más leo a Wilber, tanto más me inclino por los planteamientos de Carl G. Jung. Desde mi punto de vista, éste último es más complejo y, a la vez, más completo en su modo de abordar la psique. Aunque, soy consciente de que aún me queda mucho por conocer de Wilber.
En cualquier caso, lo esencial, desde mi punto de vista, no es lo que dice Wilber, Jung, o cualquier otro autor. Sino la experiencia que cada cual va teniendo en el camino de despliegue de su personalidad total (léase Sí Mismo) y qué mapas le pueden ser más útiles en ese camino. Al final, el camino lo tiene que recorrer uno, o, como dijo el poeta, el camino se hace al andar. Así, que Jung haya designado con el nombre de individuación a ese proceso no es casual. Se refiere a que ese sendero, aunque tenga etapas universales, arquetípicas, los matices, las prelaciones en que se dan esas etapas, los conflictos que se presentan, etc., son, no obstante, únicos e irrepetibles.
Así, la obra de Wilber es la expresión de su propio proceso de individuación, como la obra de Jung es, también, una expresión de su autorrealización. Sin embargo, esa autorrealización puede ser más o menos completa en cada uno de los autores, y uno puede darse cuenta de esa completud estudiando sus biografías. Yo, en este punto, me adhiero a lo que mi buen amigo Raúl Ortega, terapeuta de orientación jungiana, dijo en una oportunidad:
"Yo, por otro lado, soy un hombre de poca fe. Un pobre de espíritu, obligado a ser mordaz crítico tanto de mis especulaciones fantasiosas como de las de los demás. Incapaz de creer en lo que cuenta ningún maestro en una conferencia o libro si no forma parte de mi propio bagaje. No me interesa ninguna canción que no me toque el alma, ni ninguna doctrina que no pueda contrastar con la dura roca de mi limitada pero únicamente efectiva experiencia real. Nadie va a darte nada que tú no tengas. Nunca vas a conocer nada importante sobre la realidad transpersonal a través del pensamiento de otros, de sus anécdotas, de sus libros, ni tampoco a través de ningún ejercicio o meditación a la que no te instigue (siempre sólo temporalmente) el mismo Self. Nadie puede elegir andar el camino. Él te elige a ti."
Yo, con Raúl, digo: No me interesa ningún libro, ni ningún autor, ni obra alguna que no forme parte de mi propio bagaje vital. Entiendo que haya gente que pueda atiborrarse de teorías de autores diversos y que se vanaglorie de haber leído miles de libros, de conocer cientos de caminos distintos. Y, sin embargo, no tiene ni idea de cuál es el suyo propio. Que, al fin y a la postre, es lo verdaderamente importante. De este modo, cuando escribo, cuando investigo, no lo hago para ver cómo otros han escrito tal o cual cosa, qué mapas han realizado, y lo bien delineados que están, etc... No, eso no va conmigo. Lo hago porque estoy haciendo mi propio camino, porque estoy caminando mi propio Destino y, para comprender mejor la etapa en la que me encuentro, para ver lo que han visto otros que han hollado esas mismas praderas (u otras semejantes), consulto a los autores que han estado allí (y no a aquellos que hablan por boca de otros, y/o que ni siquiera han conseguido pasar el Umbral). Desde luego, soy muy consciente de que este modo de proceder no es el común, ni mucho menos, y que resulta harto difícil, duro y, en ocasiones, peligroso. Marie Louise von Franz, en su libro "Alquimia. Introducción al simbolismo", expresa esta misma idea del siguiente modo:
"(...)incluso en la tradición del introvertido que se proclama dueño del espíritu, la verdadera experiencia personal del inconsciente es muy poca. Nunca hay más que unos pocos individuos que tengan experiencias así, probablemente porque son tan
peligrosas y aterradoras que sólo unas pocas personas excepcionalmente valientes siguen este camino, o bien los necios que no saben hasta qué punto aquello es peligroso, y que por eso mismo terminan enloqueciendo."
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