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miércoles, 30 de enero de 2013

EL ROBLE ESTÁ EN LA BELLOTA



Foto tomada de "Bellota de Dios"

Hace unos días mantuve una conversación con un buen amigo y alma camarada. Comenzamos nuestra conversación, como es natural y propio de nuestros comunes intereses, aludiendo a los sueños.

Le decía a mi amigo que esa misma mañana yo estaba revisando un sueño que había tenido alrededor del año 2000, es decir, hace ya trece años, donde hacía el amor con una mujer andrógina. ¡Un clasicazo!, me dijo mi amigo. Muy representativo del poderoso efecto del anima en mi propia ecuación psíquica... y que ya apareció en un sueño, por primera vez, por aquel entonces. Y no fue el único que tuve en la misma línea... muchos de ese estilo tuve entonces, precisamente aventurando lo que se convertiría en mi vocación... Y, como decía mi amigo, tiene su lógica que ese arquetipo se active más justo cuando se producen cambios de década, como sincronías con las crisis evolutivas a nivel colectivo.

Andábamos ambos revisando nuestras biografías, en relación con el arquetipo del anima, sin que el uno supiese nada del otro, pues vivimos a más de 500 kms. de distancia y hacía meses que no entablábamos conversación (telefónica o internáutica) alguna. Y es que es importante revisar la propia biografía (interna y externa), especialmente cuando se presentan conflictos o situaciones difíciles, porque lo que aparece en el futuro ya estaba contenido en el pasado (si bien, en forma embrionaria), solo que entonces lo pasamos por alto o no lo supimos comprender bien.  Este movimiento hacia atrás y hacia adelante, ese fijarse en el pasado, para mirar hacia el presente y el futuro, es precisamente de lo que había estado discutiendo, hacía unos meses, con algunos seguidores del modelo cósmico de Ken Wilber, el famoso escritor y filósofo americano. 

Defendían algunos, demasiados, que el modelo de la bellota que contiene en potencia al roble o a la encina, algo que está implícito en el trabajo que mi amigo y yo hacemos habitualmente, era un error, y hasta lo habían tildado de "falacia pre/trans", por muchos defensores del modelo de Wilber.  Nosotros, en cambio, concebimos la idea de la bellota, que consideramos más exacta. Por supuesto que no es lo mismo el pasado que el futuro, lo pre-personal que lo trans-personal,  pues el tiempo tiene una realidad progresiva y lineal. Ahora bien, yo soy José Antonio desde que nací hasta ahora, y me han llamado así antes, igual que ahora. Por más que entonces fuese un niño y ahora sea más grande, más corpulento y un poco más feo (jejeje). Pues el tiempo tiene, también, una realidad circular (como viene representado en el Ouroboros o la serpiente que se muerde la cola, y hoy lo redescubre la Cibernética, cuando habla de la causalidad circular), conservadora y arquetípica. Como decía mi amigo "ahora soy el roble que siempre fui". 

Sin embargo, a ese argumento, algunos seguidores de Wilber contraponían la idea de los niveles de crecimiento ascendente, que incluyen y trascienden a los anteriores... En definitiva, una concepción lineal (por más que hablen de una espiral) de la evolución. Lo que me recuerda a la idea evolutiva de  Darwin... Yo me inclino más por la concepción de la complejidad que ya expresó un místico como P. T. de Chardin. 

Pero esa discusión es estéril, de verdad... Porque "hay cosas que cambian, y cosas que no; hay cosas en las cosas que progresan y se transforman, se subliman, y, al mismo tiempo, hay una esencia interior que permanece y atraviesa ese cambio sin alterarse (un centro, una fuente, un patrón, un mito, en el sentido de un proyecto existencial, para expresarlo en términos existencialistas). Por eso es reconocible esa esencia antes y después, en el pasado y en el futuro, en la etapa pre y en la trans, o en las estructuras psíquicas que se hallan en un estado pre (poco diferenciadas) y en las que se encuentran en un estado trans (diferenciadas). Los unos ponen el acento en lo DIFERENTE, y nosotros señalamos las dos cosas: QUE ALGO CAMBIA Y ALGO PERMANECE INMUTABLE. 

Aristóteles ya defendía el emergentismo, y criticaba el preformismo platónico.  Aristóteles hablaba del proceso gradual (la moderna epigenética pone el acento en lo mismo), sugiriendo que la materia toma forma en el desarrollo. Mientras que Platón entendía que en el huevo ya estaba contenido, en potencia, el pollo. (Claro, ya hemos encontrado el futuro y/o el presente en el pasado). Ambos puntos de vista tienen su parte de razón. Y, por ese motivo, nosotros señalamos que se trata de ambas cosas.

Un ejemplo tal vez clarifique lo que tratamos de decir. Fijémonos en lo que sucede en el ciclo hidrológico. Imaginemos dos estados físicos del agua muy distintos, el hielo y el vapor. Unos dirán que son dos cosas distintas, que son dos estados bien diferenciados. Nosotros decimos que, en efecto, son dos estados bien distintos, pero que es la misma agua, igualmente. Y ese vapor que apareció después de calentarse el hielo, y se elevó a la atmósfera formando nubes, es el mismo agua que antes estaba abajo, y gracias al cual pudimos beber (aunque ahora tenga que pasar por una estación depuradora antes). De igual modo, decimos que lo que está después (trans-personal) tuvo que estar antes. No es posible que se forme vapor y, por tanto, que se generen nubes, si antes no ha habido una reservorio de agua. 

Lo que me parece importante señalar es cómo se expresa un arquetipo. Este rige la manifestación en todos los planos, desde el plano pre-personal (instintivo) al plano trans-personal (espiritual). Por eso, precisamente, Jung definía al arquetipo como psicoide (en parte material, en parte psíquico, y, sin embargo, ni lo uno, ni lo otro).  Según a mí me parece, la estructura cósmica se asemeja más a una estructura en capas, semejante a una cebolla (o, para usar los términos modernos, como un fractal), que a una evolución lineal progresiva. 

El amor es el ejemplo más paradigmático de todos, que nos enseña esta activación en todas las esferas. Cuando estamos enamorados de una mujer, al mismo tiempo que el plano instintivo se moviliza en todas sus dimensiones, el alma te está llamando para escuchar cuál es la Verdad transpersonal (el anima). En realidad, todo está mucho más mezclado de lo que muchos piensan y, al mismo tiempo, está todo tan diferenciado como esos mismos piensan (y nosotros también).

No comprender, por ejemplo, que, a veces, para subir haya antes que bajar, supone no comprender algo esencial del proceso de individuación, quedando abortado cualquier desarrollo espiritual. Pues no hay alborada espiritual sin atravesar primero una noche cerrada, y tampoco hay un cénit, si antes no ha habido una alborada...  Sin oscuridad, tampoco hay luz... 

Realmente, tienen razón quienes temen realizar ese oscuro viaje por mar... Pues uno puede bajar al inframundo y no regresar jamás (ni siquiera a la "normalidad").

Pincha a continuación, para ir a la segunda parte de esta entrada: La bellota de Dios

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