Como sucede cada dos años, en el mes de octubre la ONG
ambientalista WWF entrega su informe sobre el estado de la biodiversidad en la
esfera terrestre, con el título Informe Planeta Vivo. Y como
sucede desde hace ya un par de décadas, empeora cada día que pasa la situación
de la biosfera, medida por los indicadores vitales elaborados por ese
estudio. Merece la pena seguir esa investigación, que nos da la medida de
la sostenibilidad de nuestra civilización industrial, con el objetivo de
hacernos una idea de cuál es la evolución de la vida en nuestro planeta, qué
futuro podemos esperar y cuáles son las medidas prácticas que deberíamos tomar
para asegurarnos la supervivencia de la especie humana y de la vida en general
en este siglo XXI que apenas está comenzando.
El Informe de WWF nos descubre que la
biodiversidad de la Tierra ha disminuido un 30% en los 35 últimos años – y ése
es el grado en que se ha deteriorado la biosfera terrestre-; hemos perdido en
este tiempo la tercera parte de la riqueza biológica y de los recursos de
nuestro planeta. Eso se debe a que consumimos un 50% por encima de la
capacidad de la biosfera para regenerarse; dicho de otro modo, los recursos que
la humanidad demanda para satisfacer sus exigencias de desarrollo en el ciclo
económico, superan en un 50% las posibilidades de restablecimiento que posee la
naturaleza viva de nuestro planeta.
El impacto de la actividad humana sobre la biosfera
viene medido en términos de huella ecológica, que utiliza como unidad la
hectárea global por persona, hag/p. Al mismo tiempo, la hag una medida de
la biocapacidad: 1 hectárea global representa una hectárea biológicamente
productiva de tierra de productividad media. La biocapacidad de la
Tierra se calcula en 12.000 millones de hag; siendo 1,8 hag/p, es decir que se
disponen de 1,8 hag para producir los bienes que cada persona necesita
consumir, contando con una población de más de 7.000 millones de personas.
Esa biocapacidad ha disminuido en 3,2 hag/p en las últimas décadas,
principalmente por el incremento de la población, que sigue aumentando
desmesuradamente en África y Asia, previéndose que ese crecimiento se estanque
a finales del siglo XXI, cuando alcance la cifra de 10.000 millones de seres
humanos. Aunque el Informe no lo señala, es evidente que para
conseguir frenar el crecimiento de la población mundial, resulta importante
disminuir la tasa de natalidad, lo que se consigue gracias a la emancipación
femenina, el acceso de las mujeres a la educación y a la autonomía en las
decisiones reproductivas.
Países
gobernados por el socialismo reformista desde el modelo del Estado del
Bienestar, como Dinamarca, Noruega o Suecia, se encuentran entre los más
insostenibles del mundo
La hag/p también mide la huella ecológica, que es la
demanda efectiva de la población humana sobre los servicios ecosistémicos; en
estos momentos la demanda de la humanidad sobre la biosfera es de 18.200 hag, y
por tanto, según el Informe, la huella ecológica está situada en 2,7
hag/p; esto es lo que cada persona exige actualmente en promedio a la
naturaleza terrestre para satisfacer su consumo. Por lo tanto, la huella
ecológica supera en 0,9 hag/p a la biocapacidad.
Entre los componentes de la huella ecológica destaca
la huella del carbono, que es el resultado de la quema de los combustibles
fósiles y constituye la causa principal de la actual insostenibilidad de la
economía humana. También se encuentran la deforestación, la pesca, la
agricultura y el pastoreo, así como la urbanización. El Informe
muestra el agotamiento de cientos de especies vivas en numerosos entornos
geográficos, como consecuencia de la presión de las actividades humanas.
Pero especialmente esa degradación se intensifica en las zonas
tropicales. Eso no significa que la causa de la degradación ambiental
esté en los países tropicales, sino que el consumo de los países desarrollados
afecta principalmente a las zonas del trópico.
La riqueza que consumimos en los países ricos se
extrae de la naturaleza tropical a costa del empobrecimiento de las regiones
terrestres situadas en el ecuador. Por poner un ejemplo, la selva
indonesia ha desaparecido casi completamente, pero mientras que en Indonesia la
huella ecológica es 1,2, está un tercio por debajo de la huella de equilibrio,
en los EE.UU. la huella es 7,2, cuatro veces por encima de la sostenibilidad.
El desastre ambiental está causado por los países ricos, pero lo padecen
principalmente los países pobres. Es otra faceta de la injusta
distribución de la riqueza que ha causado el imperialismo capitalista europeo,
hegemónico en la humanidad desde hace 500 años.
La opción socialdemócrata no es
aceptable desde el punto de vista ambientalista
En ese sentido, ni siquiera la opción reformista de la
socialdemocracia es aceptable desde el punto de vista ambientalista que adopta
el Informe Planeta Vivo. Países gobernados por el socialismo
reformista desde el modelo del Estado del Bienestar, como Dinamarca, Noruega o
Suecia, se encuentran entre los más insostenibles del mundo. Por el contrario,
dentro de los países sostenibles se encuentra la República de Cuba, gobernada
desde los presupuestos del socialismo científico organizado por el Partido
Comunista de Cuba. Se debe subrayar este aspecto del Informe, que
apunta a revalorizar un modelo económico que está poco valorado en nuestros
días por causa de los acontecimientos políticos de las últimas décadas.
Según el
Informe Planeta Vivo 2012, dentro de los países sostenibles se encuentra Cuba.
El Informe compara la sustentabilidad de las
economías nacionales con el IDH (Índice de Desarrollo Humano) elaborado por el
PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo). Es un acierto
utilizar esta medida del desarrollo humano, sustituyendo el PIB per capita
(Producto Interior Bruto por habitante), que es una medida capitalista de la
riqueza. El IDH se realiza combinando el PIB per capita, con la
educación, medida en años de escolarización en promedio, y la salud, esperanza
de vida al nacer. A pesar de constituir un progreso, la insatisfacción que
me produce ese IDH, el indicador elaborado por el PNUD, deriva en utilizar
todavía el PIB como uno de sus componentes. Por el contrario, por las razones
más arriba expuestas, el PIB debería ser utilizado como una medida de la
destrucción de la biosfera por la actividad económica, y debería ser pensado
como una medida contradictoria con la sustentabilidad de la economía.
Como resultado de utilizar esos dos indicadores
–huella ecológica e IDH-, obtenemos una clasificación de las economías
nacionales y regionales. Por un lado, existe un tipo de economías con
alto desarrollo humano, que tienen al mismo tiempo una huella ecológica
demasiado grande para las posibilidades de la biosfera terrestre. Son los
países desarrollados según el modelo capitalista de la economía de mercado:
países de América del Norte y Europa, algunos de Oriente Medio y Asia. La
mayoría de los países africanos y asiáticos se sitúan en la zona opuesta: un
bajo IDH acompaña a la sustentabilidad económica. Un grupo de países se
sitúa en una zona intermedia: nos son sustentables, por estar arriba de las 1,8
hag/p que define el equilibrio con la naturaleza, y además no alcanzan el
desarrollo humano alto. Finalmente la estrecha zona que combina un alto
IDH con la sostenibilidad ambiental, se encuentra vacía. No hay ningún
país que tenga los criterios mínimos para alcanzar la sostenibilidad.
Cuba, el mejor modelo sustentable
Sin embargo, ese desalentador resultado del Informe
es discutible. La primera observación es que de todos los países que
están por debajo de la línea de los 1,8 hag/p, que define la sostenibilidad, el
que tiene un IDH más alto es la República de Cuba cifrado en 0,776 por el
PNUD. Cuba es por tanto, el mejor modelo económico sustentable del que
disponemos. Es de observar que hace cuatro años Cuba estaba dentro de los
criterios mínimos de la sostenibilidad según el Informe Planeta Vivo 2008.
¿Qué ha pasado para que ahora haya salido afuera de esa zona del gráfico?
Evidentemente, no es que Cuba haya cambiado tanto como para haber retrocedido
en el IDH, sino que los criterios sobre los que se basa el Informe han
cambiado. En efecto, el PNUD no incluía a Cuba en su IDH hace cuatro
años, puesto que no había medios para medir el PIB per cápita en esa
nación. Entonces se utilizaba una medida que era el IDH construido sobre
la base de la educación y la salud exclusivamente, para situarse de ese modo
entre los países de IDH alto. Pero si examinamos el IDH del 2011,
excluyendo el PIB per capita –en la última columna de la clasificación
por países según el IDH, presentada por el PNUD-, encontramos que el IDH de la
República de Cuba es 0,904, situándose entre los 25 primeros países con IDH
alto, además de ser sostenible.
Por otra parte, el Informe considera
también el IDH corregido por la desigualdad, lo que supone una pérdida de
desarrollo humano para todos aquellos países que pueden ser medidos por ese
concepto, y un 23% en el conjunto de los países. En ese otro indicador,
la República de Cuba no es evaluada por falta de datos, excepto en el área de
la esperanza de vida donde obtiene un Indicador corregido de 0,883, siendo uno
de los países que gana en desarrollo humano al considerarse este nuevo factor.
Las luchas
de clases más decisivas ya no vendrán protagonizadas por los trabajadores
industriales de las ciudades, sino que por los trabajadores agrícolas rurales.
Es de señalar, que otro elemento que se relaciona con
la insostenibilidad de la actual civilización es el aumento de la población que
vive en las ciudades. Es evidente la necesidad de revitalizar el mundo
rural con vistas a la sostenibilidad económica de la humanidad. Las
principales luchas sociales y políticas que se producirán en el siglo XXI ya no
sucederán en las ciudades, sino en el campo, alrededor de la actividad
agrícola. Eso significa también que las luchas de clases más decisivas ya
no vendrán protagonizadas por los trabajadores industriales de las ciudades,
sino que por los trabajadores agrícolas rurales. Especialmente, porque
está en marcha una revolución tecnológica en la agricultura, fundada en la
biotecnología y los Organismos Genéticamente Modificados. El Informe
Planeta Vivo todavía no tiene en cuenta este factor, que debería ser
incluido de alguna manera en las medidas que nos ofrece para evaluar el estado
de la biosfera. Una ONG que se autodenomina WWF, Fundación para un
mundo de vida salvaje, debería tener en cuenta esa realidad de la
agricultura capitalista mundializada.
Por otra parte, los análisis marxistas de las luchas
de clases a nivel internacional necesitan modificar sus esquemas de
interpretación de la realidad social, atendiendo a los nuevos factores
ecológicos. Es necesario prestar atención a y comprender mejor las
características de las clases campesinas, sin perder de vista la actividad
mundial del capitalismo globalizado. Es necesario abandonar las ilusiones
desarrollistas de un progreso sin límites, basado exclusivamente en la
tecno-ciencia. Es necesario denunciar consecuentemente el imperialismo de
los países capitalistas desarrollados, no solo por su injusta distribución de
la riqueza, sino además por la destrucción del equilibrio entre la especie
humana y su medio ambiente terrestre.
Notas
[1] En 2011 Cuba ocupaba el puesto 103 en PIB per capita, el
puesto 51 en IDH con 0,776 y el puesto 24 en IDH excluido el PIB per capita
0,904.
CRÓNICA POPULAR.
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