miércoles, 1 de julio de 2020

ANÁLISIS DE UNA SERIE ONÍRICA EN UN PROCESO DE INDIVIDUACIÓN


ANÁLISIS DE UNA SERIE ONÍRICA EN UN PROCESO DE INDIVIDUACIÓN

José González. Psicólogo colegiado M-31508,  terapeuta de orientación junguiana, licenciado en Ciencias Ambientales y escritor. 

Artículo publicado por primera vez en el año 2001 por la Fundación C. G. Jung de Psicología Analítica de la República Argentina.


INTRODUCCIÓN

Desde los albores de la humanidad, los hombres se han interesado por los contenidos oníricos provenientes del inconsciente durante el período de reposo. Hace 6000 años que apareció la escritura y con ella los primeros relatos de sueños. Posteriormente, y bien documentados, los Babilonios, 4000 años ha, presentan escritos que relatan sueños.

A partir de esas lejanas fechas, todas las culturas y libros sagrados han encontrado en los sueños un material de gran importancia para la conducción de sus destinos. En la Biblia cabe destacar el sueño de Nabucodonosor, o los del faraón interpretados por José. En el Talmud aparecen 217 referencias a los sueños (Salas, 1987). Los aborígenes de todos los continentes ven en los sueños una prueba fehaciente de la existencia de espíritus y de un mundo que está más allá de la realidad física e incluso de la propia historia.

Sin embargo, no fue hasta finales del siglo XIX y comienzos del XX, con el descubrimiento del inconsciente, del que participaron Schopenhauer, Bergson, Janet, Freud y otros, que se forjó toda una técnica de investigación del significado de los sueños. Y fue Freud el pionero en la génesis de una teoría científica que considerará al sueño como una fuente de contenidos inconscientes significativos.

Según Freud, el sentido de los sueños se halla en su contenido latente y no en las fragmentarias alusiones del contenido manifiesto (Freud, 1976; Jung, 1995; Moneret 1980). Sin embargo, su contribución más importante ha sido la técnica o método de análisis del contenido onírico. Freud (1976) propone anotar el sueño en forma prolija y detallada, para continuar con la “asociación libre”, en la que se anota toda idea que brote de la mente del analizando, en directa referencia al acontecer onírico. Jung (1995) se refiere a esta fase de asociación libre como el período de establecimiento del contexto del sueño, en el cual se recaba una cantidad ingente de material biográfico que auxiliará en su ulterior interpretación. La búsqueda de material biográfico por el terapeuta se circunscribe a lo esencial para la exégesis del contenido onírico objeto de análisis. Y, para ello, es de suma importancia la contribución del analizando o soñador. Recabado el material biográfico desde la óptica causal o reductiva, el investigador ha de someterlo a un proceso de selección, depuración y elaboración con objeto de reconstruir la historia individual (Jung, 1995). Sin embargo, aquí se presenta la primera de las varias disensiones entre la técnica jungiana y la freudiana. De acuerdo con Freud, todo se reduce al pasado y a los traumas de la infancia. Jung considera, además, que los sueños tienen un propósito o finalidad, es decir, “una orientación hacia un objetivo”. Este enfoque finalista del sueño, confronta el material asociativo utilizando una unidad de medida diferente. La pregunta que el analista se hace en este caso es ¿qué resultado persigue el sueño?

Continuando con la metodología de Freud, éste postula que los sueños encubren, de una forma simbólica, valga decir edulcorada, ciertos deseos reprimidos o insatisfechos que, por razones morales, chocan con una instancia “superior” a la que denominó “censura”, no pudiendo alcanzar la conciencia sin cubrirse. Jung, por el contrario, descubrió que los sueños tienen una función compensadora (el inconsciente, según Jung, es un organismo que compensa la unilateralidad de la actitud consciente) de forma que aquellos fragmentos que en la vida consciente adquieren escaso valor, se ven fortalecidos durante el sueño, orientando al soñador por la vía más provechosa.

EL NIVEL PERINATAL DE LA PSIQUE INCONSCIENTE

Hasta aquí se ha establecido cómo ha de arrostrarse el nivel biográfico, esto es, el inconsciente personal jungiano o el subconsciente freudiano, a partir de los contenidos oníricos individuales. Pues el análisis de los sueños delata la existencia de escenas o secuencias de imágenes oníricas provenientes de un inconsciente individual (Jung, 1993) y que, por consiguiente, se refieren a ciertos conflictos, ideas o rememoraciones del estado consciente que, por motivos diversos, han quedado bajo el umbral de la conciencia, haciéndose operativos durante el período nocturno, cuando aquella queda rebajada al mínimo exponente.

Las investigaciones de la psicología transpersonal (Grof, 1998) han puesto en evidencia que, bajo los contenidos biográficos de la psique individual, existe un nivel perinatal del inconsciente. Cuando el proceso de autoexploración llevado a cabo por el psicoterapeuta con el uso de sustancias psicodélicas (LSD) u otros métodos potentes sin el uso de drogas (análisis de mandalas (Jung, 1992), imaginación activa (Jung, 1997), excursiones a la montaña, abreacción, catarsis, guía de imágenes con música, terapia holotrópica (Grof, 1998), etc.) se consigue excogitar y vivenciar ciertos estados del proceso del nacimiento biológico. Grof (1998) ha postulado la existencia de cuatro matrices dinámicas, hipotéticas, a las que ha denominado “matrices perinatales básicas” (MPB), que condensan la constelación de experiencias individuales y colectivas en cuatro fases del proceso muerte-renacimiento del ego. La existencia de un recuerdo del transcurso del nacimiento en el inconsciente no tiene, hoy por hoy, fácil explicación. La teoría médica vigente afirma que resulta improbable que el feto pueda grabar las distintas fases por las que atraviesa su desarrollo embrionario, argumentando como prueba la inmadurez de la corteza cerebral, por mielinización incompleta de las cubiertas de las neuronas cerebrales. A pesar de ello, hay pruebas que indican la existencia de un vínculo no material entre la materia y la mente (Peat, 1995; Grof, 1998; Jung, 1994; von Franz, 1999; Shaldrake y Fox, 1999 y otros).

EL INCONSCIENTE COLECTIVO O TRANSPERSONAL Y SU RELACIÓN CON LA ASTROLOGÍA

Con esta última disertación, nos adentramos en los dominios de aquellos sueños que dejan al paciente sin material asociativo vinculante al acontecer onírico, por cuanto el contenido de los mismos se deriva de instancias superiores, de estratos mucho más profundos y que, en su fundamento, están referidos a un alma antropoide universal, basamento de los mitos de los más diversos lugares de la tierra, coincidentes en sus motivos básicos y con independencia de los fenómenos de migración y cultivación (Jung, 1993, 1997). De igual forma, las obras culturales (pintura, escultura, poesía, filosofía, etc.) pueden presentar la tez de un conflicto neurótico individual, por ejemplo, propio del autor mediocre (obras por otro lado muy abundantes) o de intensas experiencias y, consecuentemente, pueden ser interpretados a la luz de los fenómenos personales, es decir, tras un análisis de su inconsciente personal (conflictos personales, ideas neuróticas, etc.). Pero existen ciertas obras que superan al propio individuo. Se trata de contenidos de lo inconsciente colectivo, que expresan una determinada situación factual, que afecta al común de la humanidad. Sus motivos, de carácter arquetípico, son transcendentales y traslucen, por lo común en un lenguaje de difícil comprensión intelectual, ciertos aconteceres que ha de afrontar la humanidad en un determinado momento (o siempre) y de ésta forma muestra el sendero correcto para alcanzar el equilibrio perdido. En este mismo sentido, el “gran sueño” (Jung, 1992) de los primitivos, presente también en el hombre contemporáneo, se asemeja a una obra de arte (por ejemplo), pues ambos son el resultado de una constelación de imágenes arquetípicas, determinantes para el establecimiento del equilibrio del soñador/artista, así como del colectivo coetáneo. La exégesis de estos sueños requiere del concurso de innumerable caudal de conocimientos en simbología, utilizando el método de “amplificación” propuesto por Jung (1994).

Grof (1988) designa transpersonal a la psique colectiva de Jung y propone, además de la utilización del método explicitado, el uso del material astrológico, entre otros, como una guía inestimable para la elucidación de los arquetipos constelados en los sueños colectivos. La explicación de su importancia radica en la propia concepción astrológica, según la cual los seres vivos guardan una analogía con el Cosmos-Universo, de manera tal que así como toda partícula lleva asociada una onda, de acuerdo con el modelo de dualidad onda-corpúsculo de la física cuántica, al cuerpo o materia se le ha de asociar la psique o espíritu. Lo primero sería lo grosero (la partícula), lo último lo sutil (la onda). De esta forma, los seres vivos deben responder a las leyes del Ser que los engendró, es decir, el Cosmos-Universo. En ese sentido, cada individuo debe mantenerse dentro del equilibrio de energías que gobiernan en el Cosmos-Universo (materia-información), como parte integrante del mismo, manteniendo una sincronicidad entre organismo y Creador. Toda escisión o alejamiento de dichas pautas energéticas repercutirá inevitablemente en la dualidad separada soma-psique del ser vivo y, en el caso del hombre, consciente-inconsciente, por lo que finalmente enfermará.


FUNDAMENTOS DE LA ASTROLOGÍA CIENTÍFICA

En su libro “La interpretación de la naturaleza y de la psique” Jung (1994) estudia la relación de sinastría entre los horóscopos de un conjunto de matrimonios, elegidos al azar, en su experimento astrológico. Los resultados de dicho experimento no le permitieron realizar ninguna conclusión efectiva. Sin embargo, en la actualidad existen multitud de trabajos que evidencian la validez de la astrología como medio para el conocimiento de la personalidad.

Los fundamentos sobre los que reposa la moderna astrología se hallan en las penetraciones intuitivas de los sabios orientales, esto es, en el compendio de todo el saber simbólico de la antigüedad. Sin embargo, dado que la función intuitiva del occidental es muy deficiente y su conocimiento simbólico escaso, se hace ineluctable su presentación en términos de la ciencia occidental. Los principios científicos que cimientan las intuiciones astrológicas se reducen, en última instancia, a tres: 1. El sano organismo humano, como todo ser vivo, es un sistema cibernético en el cual las informaciones procedentes del ambiente activan su función energética, que se concreta en la forma del símbolo o arquetipo actualizado o constelado. Dicho de otro modo, la información procedente del ambiente (incluyendo al Cosmos-Universo) es registrada por lo inconsciente, que constela un arquetipo, lo que permite la aprehensión consciente de dicha información y, por ende, de la actividad psicoenergética excitada en el trasfondo de lo inconsciente. Una vez perceptible y accesible a la conciencia, la información ha de ser decodificada con el propósito de que el yo consciente la integre. Esta integración activa el sistema de defensa del organismo contra eventuales problemas psico-somáticos y lo prepara para hacer frente a la nueva situación, manteniendo una constancia en sus funciones y actividades una vez equilibradas (homeostasis). Este equilibrio de funciones y actividades ejercen una influencia en la psique a modo de “biofeedback” ( Ribalta-Puig, 1998) ; 2. Cada parte del cuerpo de un ser vivo o sistema contiene información extensible a todo el organismo. Así, por ejemplo, el ADN de una célula cualquiera del cuerpo humano contiene información extensible a todo su organismo. De igual modo, las imágenes simbólicas que conforman los sueños de un individuo contienen información del estado de su psique como un todo (Grof, 1998; Jung, 1992). 3. El principio de sincronicidad (Jung, 1994; Peat, 1995 y otros) establece la verificación de ciertas coincidencias significativas de estados subjetivos con un hecho objetivo, a distancia espacio-temporal remota. Según este principio, la información del Todo se revela en cualquier punto (Talbot, 1995; Chew, 1968; Burr, 1972). Así, podemos postular que un ser vivo es una imagen fractal del Universo, conteniendo en sí mismo toda la información del conjunto. De esta manera, los movimientos de los planetas de nuestro sistema solar, por ejemplo, coinciden significativamente con la constelación de ciertos arquetipos en los sueños o visiones fantásticas de un ser humano. Así pues, el estudio de los movimientos planetarios en la Carta Natal de un individuo revelará coincidencias significativas con sus contenidos oníricos. Es importante reseñar que la sincronicidad es una coincidencia entre un estado subjetivo y un hecho objetivo, separados en el espacio y/o en el tiempo. Por lo tanto, las conclusiones que se coligen al cotejar la Carta Natal y los contenidos simbólicos expresados por el ser humano son siempre individuales. Los sueños tienen un significado individual y la Carta Natal es siempre personalizada. De esta última disertación se colige que un tránsito de Saturno, por ejemplo, no afectará de igual modo a dos individuos diferentes aunque lo estén experimentando al unísono. Todo dependerá de la red energética de la que esté compuesta su psique, simbolizada por el horóscopo natal, de su información genética propia y del ambiente en el que haya sido educado (familia y cultura).

EL PROCESO DE INDIVIDUACIÓN COMO PROMOTOR DE ESTADOS EXTRAORDINARIOS DE CONCIENCIA

Son numerosas las investigaciones que se centran en el estudio de lo inconsciente colectivo, su relación con la actitud consciente del soñador y diversas variables de la psicopatología. Así, se relacionan negativamente con la estabilidad psíquica, ciertos estados extraordinarios de conciencia, tales como las vivencias de uniones místicas con la divinidad, los viajes a otras regiones geográficas alejadas en el espacio e incluso en el tiempo, las vivencias de sincronicidades, etc. Ciertamente, existen casos en los que semejantes ideas dominan la conciencia del individuo hasta tal extremo que llegan a fragmentar la personalidad en añicos (Jung, 1997). Sin embargo, no todos los estados “alterados” de conciencia denotan un cuadro clínico negativo. De hecho, muchos de los casos diagnosticados como psicopatológicos (excluyendo daños o malformaciones somáticas) no son sino detenciones en el proceso de desarrollo del sí-mismo o individuación. Grof (1988) se refiere a ellos como fijaciones en alguna de las matrices perinatales básicas (MPB), dentro del proceso de muerte-renacimiento del ego, comparándolo con el resurgir de entre las llamas del ave Fénix. De esta suerte, por ejemplo, las vivencias de estados extraordinarios de conciencia parecen tender a presentarse en los estadios más importantes del proceso de individuación, cuando el individuo se halla más abierto o expuesto a las influencias del inconsciente. Es decir, en los periodos de afloramiento de material proveniente del inconsciente colectivo.

CASUÍSTICA

La investigación actual se ha centrado en el análisis de una serie de seis sueños*, tratando de dilucidar como transcurre un proceso de individuación en un sujeto que ha experimentado estados extraordinarios de conciencia, su relación con la transformación de la personalidad y la elevación del nivel de conciencia, tras la asimilación positiva de los contenidos inconscientes constelados. Se ha elegido este caso en particular por dos motivos primordiales: a) Los sueños muestran una extraordinaria claridad por lo que facilitan el seguimiento y la exposición del proceso; b) Las referencias de los sueños a la sombra individual y colectiva permitieron observar la encarnación de los fundamentos de la crisis ecológica de la sociedad occidental en un individuo y, lo que es más importante, el arrostramiento afortunado de la misma, por mediación de una ampliación del nivel de conciencia. De la exposición de los sueños se desprende que el soñador disponía de un cierto conocimiento de la simbología arquetipal. Conocía el libro “El hombre y sus símbolos” y, al escribir el sueño, recordó lo que allí se decía respecto al hombre bisexual. Sin embargo, apenas tenía idea de su significación profunda y, mucho menos, de qué pudiera significar “semejante rompecabezas”.

Aquí se ha adoptado el criterio de análisis de sueños, articulando los tres niveles básicos que conforman la estructura del inconsciente y su función: el inconsciente individual, el nivel perinatal del inconsciente y el inconsciente colectivo o transpersonal; por tanto, se toma al inconsciente como un organismo autónomo, regido según una finalidad o propósito, definido como la autorrealización del sí-mismo o individuación (Jung, 1997), que se estructura en tres niveles de profundidad creciente. El nivel individual se analizó utilizando la técnica sugerida por Jung (1993) que concierta la perspectiva reductiva de Freud con la finalista de Adler. El nivel perinatal se ajustó a las MPB que constelan y ordenan el material inconsciente actualizado (individual, perinatal, colectivo). Siguiendo las recomendaciones de Jung (1992), se han estudiado las relaciones entre la simbología universal y los arquetipos constelados en los sueños provenientes del inconsciente colectivo, así como, de conformidad con lo indicado por Grof (1988), otras dimensiones transpersonales relevantes desde la óptica de la astrología psicológica (Greene, 1986; Sasportas, 1987; Hand, 1981 y otros). Como conclusión, se muestra la analogía existente entre los sueños provenientes del inconsciente colectivo y los descubrimientos más recientes de la teoría del caos.

Se ha elegido una metodología de análisis que modifica en parte la técnica analítica desarrollada por Jung (1995), por la gran utilidad teórica y práctica (Grof, 1988) que brinda al trabajo de exploración profunda de la psique inconsciente, la agrupación de los contenidos inconscientes individuales y colectivos en matrices perinatales básicas. En cierto modo, estas constituyen el gozne que articula los contenidos personales y colectivos, vinculándolos a un acontecimiento fisiológico, cuales son las etapas del parto biológico. Cuando se habla de tres niveles inconscientes, no se pretende afirmar que todos ellos, a la par, hayan de aparecer necesariamente en todo sueño. Muy al contrario, como veremos, hay sueños cuyo contenido es claramente individual y no se precisa amplificación alguna. La mera confrontación con el material asociativo, que compone el contexto del sueño, es harto suficiente para su interpretación. En otros casos, el sueño sólo presenta material arquetípico y la amplificación es la única vía de acceso a la comprensión de la secuencia onírica. Y, finalmente, hay casos en los que el sueño está conformado por una mezcla abigarrada de contenidos individuales y colectivos. En tales casos, el establecimiento del contexto deberá incluir amplificaciones más o menos extensas, pudiéndose vincular a las diversas MPB que describen las etapas del proceso muerte-renacimiento de la personalidad o individuación, por la vía de la función trascendente.


CONCLUSIONES

Para concretar las relaciones esbozadas, parece factible que el contenido de los sueños se vincule directamente con el proceso de individuación descrito por Jung (1997). En este, el individuo ha de desarrollar las potencialidades individuales dadas, autorealizándose como ser individual, como miembro de un colectivo social, natural y, en última instancia, universal. Por su parte, del análisis y confrontación de los sueños con el material asociativo, la simbología occidental, la astrológica y, finalmente, los nuevos descubrimientos científicos, puede colegirse la función trascendente de lo inconsciente (Jung, 1993, 1997) y el proceso de muerte-renacimiento del ego (Grof, 1988) que se halla tras ciertas experiencias y estados extraordinarios de conciencia, tratados hasta el momento como síntomas psicopatológicos. Estas relaciones entre las imágenes oníricas y el proceso de individuación se estudiaron a partir de una serie de seis sueños. El primero presenta un carácter eminentemente arquetípico, haciéndose imprescindible la confrontación de material simbólico para su comprensión. Se recurrió a los símbolos de la cultura occidental, de la que es oriundo el soñador, a las matrices perinatales básicas, así como a la astrología psicológica y otros símbolos orientales. Este sueño se refería a la necesidad de arrostrar la sombra personal para acceder al si-mismo nuclear, por lo que la imagen onírica reproducida fue la de un negro primitivo, personaje del mismo sexo que el soñador. El sueño coincidió significativamente con el tránsito de Saturno por el sector doce de la carta del analizando. Los siguientes tres sueños provinieron también de la psique colectiva, si bien muestran algunos contenidos individuales. Los tres se relacionan con el primero, ampliando sus connotaciones y el proceso que atraviesa el soñador. Se confrontaron con material simbólico y se realizó un método de asociación, para aquellos detalles que presentaban alguna significación individual específica. Las imágenes evocadas en ellos fueron las siguientes: un gigante, la trilogía serpiente-dragón-diablo (vinculados con la escena del Apocalipsis de San Juan) y un animal mítico (escorpión-molusco). Durante el período temporal en el que acontecieron los tres sueños, se produjo la actualización de ciertas tendencias, comportamientos y actitudes que evidenciaban la activación de la MPB 2 y 3. La transición de una a otra fue el detonante de la irrupción de instintos agresivos, de irritabilidad desbordante, violencia, enojo y una tendencia a buscar conflictos. En el período de análisis surgieron algunos sueños mixtos en cuanto al contenido inconsciente, que se analizaron en conjunción con los otros sueños. En ese momento, Plutón en tránsito por el horóscopo formaba un trígono con el Mercurio natal, planeta regente del soñador. El siguiente, por orden cronológico, fue un sueño de carácter individual, en tanto que se refería a personajes de la vida “real” del soñador y cuyo significado se desprendió del material excogitado en los sueños que lo precedieron. Su importancia estriba en que mostraba la relación positiva-activa del soñador con su anima. El último de la serie es de naturaleza colectiva y representa la constelación de un arquetipo (unión mística con Dios) que estará en vigor por varios años, al igual que sucedió con el primero de la serie, por lo que afectará directamente al analizando, modificando su percepción del mundo. El tránsito de Neptuno por el sector nueve de la carta natal estuvo sucediendo en sincronicidad con el sueño, así como Urano en conjunción con el medio cielo (m. c.) en trígono con el Urano natal.


DISCUSIÓN GENERAL

A partir de los resultados obtenidos en el análisis de los seis sueños precedentes, parece que puede colegirse, sin violencia, algunas de las incógnitas que motivan esta investigación. De la serie de imágenes oníricas que se presentaron en los sueños del analizando, a la luz de los conocimientos de las mencionadas escuelas de psicoterapia analítica y transpersonal, se ofrece como resultado un proceso de regresión a las fuentes oceánicas de la vida, a lo inconsciente propiamente dicho, en el cual el analizando-soñador debió nadar para no verse anegado por sus aguas. Este período puede ser caracterizado como un viaje interior, en el cual deben arrostrarse los peligros que el inconsciente prepara en el camino del héroe a la individuación. El viaje interior al que se adentra el soñador tras una ruptura con la situación exterior (contexto social y local), debe ser favorecido, ayudando a que trascurra sin que sea abortado por la utilización de ningún tipo de tratamiento de choque. Este período de iniciación, tal como se encuentra en los chamanes jóvenes y en los místicos de las diferentes épocas y culturas (Campbell, 1997) puede ser comparado con una crisis existencial. Sin duda, se trata de uno de esos “períodos de bifurcación” (Prigogine, 1999) en los cuales existen idénticas posibilidades de éxito que de fracaso, inicialmente. Sin embargo, dada la sensibilidad de las bifurcaciones o crisis, una pequeña variación en la naturaleza del complejo del yo (condiciones iniciales), cual es la psicoterapia y el análisis de los sueños, mediante los cuales el soñador ha tenido acceso al conocimiento de la situación que debía arrostrar, llevan a la elección preferente de una de las dos ramas (escisión versus integración), rompiendo, de esa manera, la simetría original.

Lo dicho se desprende de la aplicación de las leyes del caos al complejo del yo. Dado que este es un sistema abierto a las influencias de un medio ambiente externo, de un lado, y a las de un medio interno o instintivo que se ha dado en llamar lo inconsciente, del otro, el complejo del yo puede ser equiparado a una “estructura disipativa” (Prigogine, 1999). El momento en el que el analizando tiene estos sueños, el complejo del yo está en unas “condiciones de no equilibrio”, disipando energía al exterior y permaneciendo en interacción con el mismo. Exteriormente, las circunstancias coercitivas y conflictivas han excitado y actualizado ciertos arquetipos o “mecanismos de respuesta innatos” (MRI) (Campbell, 1997) cuya energía se ha investido en la serie de imágenes mnémicas durante el período nocturno, cuando la conciencia quedó rebajada al mínimo exponente. Sin embargo, no fueron estos los únicos símbolos conformados por el inconsciente del soñador. También, durante las sesiones psicoanalíticas, dio expresión a su estado psíquico total al dibujar un conjunto de imágenes fractales (mandalas) que abocaron, finalmente, en un mandala de estructuras geométricas bien definidas (círculos, cuadrados, esvásticas y triángulos), cuya interpretación se reserva a un trabajo posterior. Estas imágenes representadas por la psique, no obstante, mostraron, junto con los sueños analizados, el estado caótico interior inicial del analizando. Los primeros días de análisis, el analizando se presentó desaliñado e incoherente en la combinación de su vestimenta. Tras este período crítico inicial, caótico en extremo, la libido fue transferida al símbolo de la unidad ordenadora superior (si-mismo), así como al último sueño, de importancia sobresaliente a estos efectos. Estos símbolos, junto con la serie analizada, transformaron la energía, ordenando el magma inconsciente en una serie de imágenes que expresaban la dirección que iba a tomar la libido y, consecuentemente, la actitud que debía adoptar el soñador para no enloquecer.

La vivencia plena del proceso, con sus calamidades, el sufrimiento y la incomprensión iniciales, han sido los catalizadores del cambio. El soñador comenzó a ver cual era su papel dentro de toda esa maraña de contenidos abstrusos, apareciendo una nueva coherencia, un principio ordenador del “caos dinámico” inicial. A partir del momento en el que el soñador comienza a tomar conciencia del proceso de individuación, incorpora la energía investida en los símbolos para dar un nuevo cauce a la libido, que se había estancado en un estado de imposible progresión. Los contenidos inconscientes comenzaban a aflorar y a cobrar mayor importancia, debido a una sobre-estimulación exterior (coerción y conflictos) que equilibró la balanza en favor de lo inconsciente. Este aumento del gradiente favoreció que el proceso de regresión se llevara a cabo, pues la libido encontró un desnivel. Este desnivel o depresión introdujo al soñador en los primeros estadios de la infancia, reviviendo sus inconscientes traumas infantiles. Posteriormente, contribuyó a vislumbrar, derivar y vincular la libido de parentesco que lo unía con su familia, compartiendo un marco de concepciones, estructuras y actuaciones de identidad inconsciente, al conjunto de los seres vivos. Asimismo, llegó al nivel perinatal de la psique, donde vislumbró sus primeras etapas del nacimiento en el seno materno, de una forma simbólica, para, finalmente, hundirse en la experiencia de lo inconsciente colectivo, vivenciando una serie de experiencias de sincronicidad que le permitieron contactar significativamente ciertos acontecimientos objetivos con sus estados subjetivos. Esto le dio acceso a una perspectiva panorámica del Universo, de manera que pudo ver con una claridad meridiana la interconexión entre todos los entes cósmicos, lo que los físicos denominan “entretejido sin costuras del universo”.

El arquetipo del orden o si-mismo que emerge en el último sueño es la expresión de un nuevo orden surgido tras el caos formativo original o iniciático. La asimilación de los contenidos inconscientes surgidos en forma simbólica, han dado lugar a un aumento de información, ligado a un nivel de conciencia más evolucionado. Resulta muy importante reseñar que, a partir del momento en que eso sucede, la sensibilidad del analizando para con los acontecimientos psíquicos, así como su mayor capacidad de observación para con los sucesos y/u objetos exteriores, propician una toma de decisiones mucho más meditada, al disponer de un ingente elenco de elementos decisorios y, ante todo, plena consciencia de la irreversibilidad de las consecuencias de las decisiones adoptadas en último término. Esta meditación tiene en consideración no sólo las circunstancias externas al soñador, sino también las internas, conjugando ambas y, en última instancia, manifestando lo interior en lo exterior.

Por todo ello, podemos considerar que el análisis de los sueños en un proceso de individuación permite constatar la relación existente entre las imágenes oníricas y los símbolos universales o arquetipos de lo inconsciente colectivo constelados en los momentos de crisis existencial. Asimismo, estos símbolos oníricos acontecen en sincronicidad con los movimientos planetarios, tal y como se tuvo ocasión de estudiar en la carta natal del soñador. Y vemos como, la diferencia entre un verdadero estado extraordinario de conciencia y la psicopatología esquizofrénica se distingue tan sólo en la manera de arrostrar la situación. Es decir, el viaje a lo inconsciente se da en ambos casos, pero lo que diferencia el estado esquizofrénico del individuado estriba en la capacidad de asimilar los contenidos aflorados desde los trasfondos de lo inconsciente colectivo, diferenciarlos y eludir en todo momento la identificación con los mismos. Campbell (1997) lo expresa diciendo que el místico, el chamán o el sabio sabe bajar al océano de lo inconsciente y nadar en él, por lo que no se ahoga, mientras que el esquizofrénico, incapaz de nadar por la escisión entre su conciencia y su inconsciente, se ve anegado por las aguas de lo colectivo. Al mismo tiempo, también ha quedado establecida la posibilidad de aplicar las leyes del caos al sistema psíquico. Esta última afirmación ha de entenderse como una semejanza entre lo acontecido en el encuentro con la sombra y la teoría del caos y de los sistemas complejos. Sin embargo, sería prematuro afirmar que el sistema psíquico sigue las leyes de dichas teorías, si bien es cierto que los hechos parecen apuntar en esa dirección.

Se reserva a una futura publicación la interpretación detallada de la serie de sueños que han servido de base para las conclusiones colegidas en este trabajo, así como el estudio del mandala y de otras manifestaciones artísticas que acontecieron durante el proceso de análisis.

Finalmente, en el futuro habría que coordinar los conocimientos de las diferentes escuelas psicoanalíticas y transpersonales en un paradigma que aúna a todas ellas, tal y como señala Grof (1988). También habría que volver a estudiar las relaciones entre la astrología, la psicología analítica y transpersonal desde una perspectiva más integradora, pues aunque estos no formaban parte de los objetivos fundamentales de esta investigación, este es uno de los pocos trabajos en los que se asocian dichas disciplinas y del que se ha podido desprender los fructíferos resultados arribados de su utilización conjunta.


REFERENCIAS

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Talbot, M.(1995) Misticismo y Física Moderna. Kairós. Barcelona.


ANEXO

Sueño 1.

Exposición

“Una imagen arquetípica de un ser bisexual (mercurial) se halla en la escena onírica que presencio. Un hombre primitivo, negro, con su órgano sexual horrorosamente desproporcionado trata de violar al antrophos hermafrodítico. Su contraparte femenina lanza una plegaria pidiéndome ayuda. Desgarrado por la barbarie y atrocidad del negro y dañada la matriz del órgano sexual femenino, el rostro de la parte femenina del hombre andrógino muestra una expresión de dolor intenso, que me despiertan con un sentimiento de malestar y excitación entremezclados.”

Sueño 2

Exposición

“Estando yacido en el lecho nocturno, mordióme una serpiente tras el cuello, paralizándome e impidiendo que me moviera, así como todo intento de reincorporación”.

Sueño 3.

Exposición

“Yacía en el lecho mientras dormía, cuando me percato de la figura de un gigante que me observaba. Me dirigió varias sentencias en un idioma que no lograba comprender. Su aspecto sombrío, su cara sin rostro, el dialecto hablado y su voz fuerte y ronca paralizaron mi intento de responder. Abrí los ojos y confuso, aún inmerso en la paralización y con un sentimiento de miedo, de terror ante el espantoso espectáculo, confundí la silueta del altavoz de mi habitación con la figura obscura del gigante sin rostro”.

Sueño 4.

Exposición

“Una escena de horror. Me resulta imposible recordar con propiedad la secuencia al completo. Cual fogonazos imaginativos, aparecen ante mí sólo algunos fragmentos. Un esfuerzo por recordar me lleva a hilar más fino: una especie de escorpión surge como de una fábula, mitad arácnido, mitad molusco, clavó su imponente aguijón en mi cuerpo. La parte dañada es ahora el dedo del pie y el efecto, el mismo: una paralización. Vagos recuerdos de familiares parecen surgir: mi hermano aparece como figura salvadora.”

Sueño 5.

Exposición

“La escena onírica transcurre en la casa en la que actualmente resido y, más concretamente, en mi habitación. Aquí estoy con una mujer que me recuerda a una antigua compañera de estudios con la que hace unas semanas (entre doce y catorce) coincidí, con motivo de una invitación en la que nos congregábamos los antiguos alumnos que cursamos en la misma promoción. Desde el interior de mi habitación se escuchan las disputas de poder entre mi madre y mi padre. Ciertos comentarios hirientes provenientes de ambas partes se escuchan desde el interior de la habitación. Ajenos a esta discusión acalorada, aunque sin desconectar en ningún momento y afectados por ella, hablamos, la mujer y yo, durante un largo período de tiempo, en el que me comenta que un señor X le había dado la posibilidad de obtener un título, pero que cometió el error de hablar de ello con una amiga que estaba muy interesada en él, pues sus estudios versaban en un tema relacionado directamente con el susodicho título. Por ello, ahora se encontraba frente a un dilema. Entretanto, yo le mostré un libro antiguo de sabiduría oriental, con las tapas desgastadas y degradadas por el paso del tiempo y cuyo título no consigo recordar. No obstante, sé que está relacionado con la concepción oriental del mundo como un organismo, y con el movimiento cíclico del acontecer histórico-natural. Entonces, le pregunté si le parecía demasiado profundo para leerlo, a lo que me respondió que le dejara hojearlo. Tras hacerlo, me dijo que no le parecía tal cosa. En este punto comenzamos un contacto físico más íntimo. Yo puse la pierna derecha sobre su cuerpo y la besé en el cuello. Continuamos abrazándonos, en tanto que una voz de ultratumba afirmó: “Aún hay mucho por hacer”. El sueño concluyó tras un estado de éxtasis que irrumpió en un placer sexual extraordinario”.

Sueño 6.

Exposición

“Un ente bisexual aparece entre las tinieblas del mundo arquetípico de lo inconsciente colectivo, como arquetipo de ese mismo submundo. Al igual que en el sueño anterior (sueño 1) el rostro del ser es femenino, sus rasgos sutiles y delicados, pero su órgano sexual es dúplex: masculino y femenino. La belleza del antrophos es extraordinaria, a diferencia del pretérito sueño. Llamado por Ella, atraído por su radiante belleza y su campo de atracción, entro en contacto con Ella para fusionarme en un acto sexual sin precedente alguno. Un intenso placer recorría mi ser impulsándome desde lo más hondo a lo más elevado, de la abisal profundidad a las alturas siderales. Mi ánimo quedó embargado y mi ser se sumió en una comunión divina con la misma deidad interior, deseando con todas mis fuerzas permanecer en tan pródigo estado, en la beatitud más excelsa.”


Comentario final al sueño hecho por el soñador: “¡Por vez primera he comprendido el significado de la unión con Dios, a la que tan maravillosamente nos refieren los místicos!"