domingo, 31 de enero de 2021

¿ES LA PSICOTERAPIA UN MÉTODO PARA LA CURA DEL ALMA?


¿ES LA PSICOTERAPIA UN MÉTODO PARA LA CURA DEL ALMA?

José González. Psicólogo y terapeuta de orientación junguiana.



En este artículo que hoy escribo para psicología junguiana me voy a referir a algunos temas básicos referentes a la psicoterapia. Para ello me pregunto si la psicoterapia es un método que busca la cura del alma, y qué es lo que en la práctica encontramos cuando la abordamos desde una orientación junguiana que por definición es también transpersonal. Este último término se utiliza en el ámbito de la psicología para referirse a la gnosis.

En el proceso de psicoterapia resulta casi inevitable tener que abordar el trabajo con el paciente, al menos en los primeros momentos, de un modo personalista. Para empezar, la consciencia de los pacientes es aún demasiado estrecha como para comprender que las personas  significativas en su vida son las perchas en las que se proyectan los contenidos de lo inconsciente. Es decir que, en un primer momento, el paciente cree que los conflictos que padece tienen su origen en las relaciones que mantiene o que mantuvo con sus seres queridos. Su familia, sus amigos, y el resto de personas significativas representan la totalidad de su psique, en cuanto que los componentes de esta son proyectados en dichas personas significativas y personificados por estas. Sin embargo este estado psíquico es peligroso en el paciente adulto, puesto que se trata de un estado regresivo. Debo, no obstante, hacer aquí una precisión. No cabe duda de que en algunas circunstancias, como por ejemplo en los casos de personas significativas con trastornos graves de la personalidad, como es el caso de los psicópatas cotidianos, adaptados o subclínicos, el daño que pueden producir en la personalidad del paciente no ha de subestimarse. Sin embargo, en ese estado original o infantil, las partes de la personalidad que han sido integradas fatigosamente durante la vida del paciente, vuelven a proyectarse en lo exterior, salvo en los casos de infantilismo patológicos en los que a duras penas fueron integradas. Corre por tanto el peligro de perder el sentido de su propia responsabilidad y con ello se instaura una especie de estado de inocencia, de modo que todo lo malo se encuentra en el padre o lo defectuoso en la madre, que por supuesto siempre tienen la culpa de todo lo que les ocurre. Toda imperfección en los padres, abuelos, hijos, hermanos, parejas o cualesquiera personas significativas para el paciente es proyectada y, por ende, son ellos los que tienen la culpa de lo que les ocurre. Así permanece atado al pasado, y no advierte que con ello pierde su libertad para decidir qué hacer con su vida. Por el contrario, todo hombre adulto sabe, o debería saber, que cualquier conflicto, problema, imperfección, o acto malévolo, es también un elemento propio que es preciso tener muy en cuenta. Así, una personalidad madura mira a su propia profundidad y se pregunta por su destino, haciéndose responsable de su “sí mismo”.

A medida que el proceso terapéutico avanza, el paciente comienza a enfrentarse con su sombra, esa parte de su personalidad de la cual tiende a  desembarazarse en virtud de la proyección:  Bien, descargándola en alguna persona significativa que pueda cargar con el peso de los pecados, que en el fondo todos poseemos; bien, mediante la acción de un redentor que se convertirá en chivo expiatorio de su propia infamia. Sin embargo, como bien sabemos, no puede haber arrepentimiento sin pecado, y sin arrepentimiento no hay gracia redentora. A la persona común, y al cristiano colectivo, no se le ocurre que precisamente en el encuentro con el mal puede haber un propósito divino, que en última instancia pueda provocar una Redención. El mal exige en psicoterapia que se lo tenga tan en cuenta como el bien, pues no existe en el fondo ningún bien del que no pueda surgir un mal, ni ningún mal del que no pueda surgir un bien. Uno podría preguntarse cómo es posible que de la acción de un psicópata pueda surgir bien alguno, dado que por definición la psicopatía comporta la ejecución del mal, por el mal mismo. Sin embargo, hay casos, que he tenido oportunidad de observar en la consulta, en los que la acción malvada de un psicópata ha provocado importantes transformaciones en las personas que han sufrido su actuación.

Para aquel que sabe, la justa acción del injusto, y la injusta acción del justo no le provocarán perplejidad, y menos aún lo deslumbrarán. Ahora bien, además de las dificultades morales, hay un peligro mayor si cabe cuando el paciente enfrenta los contenidos de la sombra: dichos contenidos están vinculados con los arquetipos del inconsciente colectivo, por lo que al adquirirse conciencia de la sombra se toca la capa profunda del alma. Es entonces cuando se hace absolutamente indispensable facilitar a la consciencia un contexto que favorezca la comprensión de los contenidos de la psique colectiva: la comparación de dichos contenidos con materiales mitológicos.

Al principio, el contenido de los sueños es caótico e imprevisible y apenas permite comprender que existe una meta u objetivo hacia el que apuntan. Sin embargo, a medida que avanzamos en la comprensión de los contenidos de los sueños, estos empiezan a asumir formas determinadas que señalan hacia un centro. Lo cierto es que esta disposición centrada ya aparece en los primeros sueños a través de imágenes circulares, que nos muestran cómo el proceso sigue un curso de desarrollo cíclico o espiralado. Así, el proceso de individuación, es decir, de hacerse consciente de sí mismo, sigue un curso de acción en el que el yo consciente va girando alrededor de un centro que lo contiene y que actúa a la manera de un atractor de contenidos y experiencias.

Algunos pacientes, por otro lado perfectamente adaptados a la cultura y a la sociedad de su tiempo, se percatan de la necesidad que tienen de estar a solas consigo mismos. Muchas veces se dan cuenta de que son vistos por las personas corrientes como gente extraña, poco sociable, algo raras y extravagantes, en una cultura cuyos valores son básicamente extravertidos. El hombre occidental está hechizado por los objetos de este mundo y no tiene apenas consciencia de las raíces de su árbol. Por eso, para una actitud que carga el acento en el mundo exterior, en los objetos, al hombre interior se le ha despojado de contenido y con ello el alma ha quedado vacía. Motivo por el cuál la psicología académica occidental se parece más a una ingeniería comportamental que a una ciencia del alma. El hombre occidental ha perdido su relación con el alma y por ello no sabe cómo abordar su cura.

A estos pacientes que han tomado la determinación de hacerse cargo de su propia Cruz, porque les ha ocurrido un acontecimiento extraordinario, una actitud excepcional en una cultura dominada por una psicología infantil, he de recordarles que la soledad es la marca de aquel que está realizando una peregrinación por el alma. Les recordaré que los buscadores son solitarios por excelencia, y les citaré lo que algunos alquimistas, como Khunrath, dicen respecto de su modo de comportarse: “Y así también en el laboratorio procede solo y por ti mismo, sin colaboradores o ayudantes, no sea que Dios, el solicito, a causa de tus ayudantes a quienes no quiere conceder el arte, te sustraiga a ti mismo de ella (la piedra)”.

Para ir a la segunda parte de este artículo, pincha aquí.

viernes, 15 de enero de 2021

Lanzamiento de la Serie novelada LA RENOVACIÓN DEL SÍMBOLO de José González

Después de una ausencia de varios meses he decidido retomar la pluma para escribir este ensayo para Psicología junguiana. Lo hago para informar a mis lectores de una serie de modificaciones en los títulos de varios de mis libros, así como para contextualizarlos de cara a la comprensión adecuada de su contenido.

La novela Al final del túnel. Una historia sobre el despertar del alma ha pasado a denominarse INICIACIÓN. El estertor del patriarcado. El contenido de la obra es el mismo, salvo algunas correcciones menores, y el lector encontrará en ella una síntesis novelada de un proceso al que los psicólogos de orientación junguiana denominamos individuación. Por individuación entendemos un camino que conduce hasta una estrecha puerta que da acceso a un mundo desconocido para la consciencia: el mundo del alma.

La prueba de fuego que describe la primera parte de esta novela es el encuentro con uno mismo, con la propia sombra, lo que constituye una de las situaciones más desagradables que puedan existir; de ahí que la inmensa mayoría de las personas lo evita mientras le sea posible proyectar todo lo negativo en el entorno. Solo cuando esto se hace imposible, y la persona, tal como vemos que le ocurre al protagonista de la novela INICIACIÓN, enfrenta problemas que no puede solucionar con sus propios medios, entonces puede que preste atención a los sueños que se presentan en tales circunstancias, o bien, reflexione sobre ciertos acontecimientos que le están ocurriendo precisamente en esos momentos.

El encuentro con uno mismo supone atravesar una puerta, o un angosto túnel, que da acceso a un pozo muy profundo. La consciencia del hombre muere por unos instantes a la realidad exterior, desaparece en esa hondura, pero a cambio descubre una región de ilimitada extensión: lo inconsciente colectivo o el mundo del alma. De esa región aparentemente inhóspita le salen al encuentro al hombre aquellas fuerzas que le permiten orientarse en medio del caos y la incertidumbre en el que se encuentra sumida su consciencia. A dichas fuerzas interiores la psicología junguiana las denomina arquetipos. En el mundo antiguo los denominaban dioses.

Estas fuerzas adormecidas en la naturaleza profunda del hombre son las hacedoras de lo que ocurre, no solo en lo más íntimo del hombre, sino también en la realidad objetiva: de los delirios fantasmagóricos propios de las ideologías, de las revueltas políticas y sociales, y hasta de los extraños e inusuales fenómenos de la naturaleza que amenazan la vida del hombre.

INICIACIÓN. El estertor del patriarcado describe una experiencia que han vivido algunas personas, gracias a la cual han llegado a comprender que el auténtico tesoro no es que le toque el premio gordo de la lotería, sino que descansa en lo profundo del océano de su interioridad y por ello se esfuerzan por descubrirlo y sacarlo a la luz. Se convertirán en pescadores que pescan con caña, con red, con arpón y, algunos quizá, se vean en la tesitura de hacer pesca submarina siguiendo a algunos seres que se mueven en las profundidades. Con toda probabilidad habrá necias ilustradas, puros necios y estúpidos de todo tipo que no comprendan lo que hacen los pescadores. Sin embargo, no por ello quienes tienen por vocación ser pescadores van a dudar del sentido de su profesión, pues su oficio es mucho más antiguo que el de cualquier ilustrado moderno.

Cuando el pescador mira en el espejo del océano lo primero que ve es su propio rostro (mito de Narciso). Pero, cuando logra penetrar lo suficiente, verá que el mar está plagado de seres vivos (trascendencia del mito de Narciso). Al principio puede que solo vea peces, algunos tendrán colores vivos, otros serán, en cambio, fantasmagóricos; y otros realmente peligrosos. Sin embargo, la cosa no termina aquí (descubrimiento del misterio que habita en la profundidad del hombre). El pescador puede que pesque otro tipo de seres que habitan en las zonas abisales: ninfas, sirenas u otros seres fabulosos semejantes a los avatares que aparecen en la película de James Cameron o en el mundo submarino de la Saga de Star Wars. Algunos de estos seres parecen extraterrestres, y de hecho lo son, auxiliando al pescador submarino u orientándolo como harían un delfín o una ballena. Pero hay seres extraños, humanoides, que resultan realmente peligrosos y que pueden desorientarlo. El pescador puede ser arrastrado por el poder de esos seres que pueblan las zonas abisales a vivir aventuras vetadas a la mayoría de las personas. A una de esas criaturas abisales, polimórfica y polifacética, la psicología junguiana la denomina anima, pues se personifica en los sueños bajo una forma femenina. Otra, en cambio, tiene forma masculina y habita en el océano de la mujer, por lo que la denominamos animus.

En la novela INICIACIÓN, el anima aparece ya en los primeros capítulos y se la describe como una mujer anciana y joven al mismo tiempo. Pues el anima habita en la profundidad de los hombres desde tiempos inmemoriales. El anima es un factor causante de proyecciones en la psique del varón. Es la actriz por detrás de la escena de amor entre un hombre y una mujer. Es la causante de los cambiantes estados de ánimo en el hombre, de su susceptibilidad y vanidad, de sus juicios envenenados, etc.; y es el factor que provoca que un hombre quede cautivado y fascinado por una mujer que no le conviene. El anima es, al mismo tiempo, la señora del alma, por lo que es la musa del artista, la que susurra al oído la idea feliz que el científico necesita para elaborar una teoría, para describir la estructura y el funcionamiento de una molécula o para organizar la tabla periódica de los elementos.

El animus es el factor causante de proyecciones en la mujer. Es el actor por detrás de la escena de amor entre una mujer y un hombre. El animus se corresponde con el logos del padre (consciencia colectiva o espíritu de la época) de una mujer, pues es este el primero en el que se deposita la proyección. Este factor suscita en la mujer malentendidos e interpretaciones erradas porque, lejos de lo que la mujer piensa, sus reflexiones están basadas en opiniones apriorísticas que tienen la pretensión de verdades absolutas. El animus tiene preferencia por discutir, y es en las discusiones en las que la mujer pretende llevar siempre la razón donde con más facilidad se le ve actuar. Se manifiesta en formas de comprender, en interpretaciones, opiniones e insinuaciones totalmente erróneas cuyo resultado es la obstrucción o la imposibilidad de relación entre dos seres humanos. Para colmo cuenta, en no pocas ocasiones, con el apoyo de familiares y amigos, en donde el animus retroalimenta sus erróneas interpretaciones, abundando en los malentendidos. Cuando el animus actúa en la mujer se apodera de la consciencia de esta hasta tal extremo que resulta imposible influir en sus opiniones e interpretaciones por erradas que sean. Cuanto más obcecada sea su pretensión de tener razón tanto más aumenta su sentimiento de inferioridad, lo que imposibilita el reconocimiento de la realidad del otro, sin el cual no hay relación posible.

En la novela INICIACIÓN. El estertor del patriarcado encontrará el lector, también, cómo se personifica la imagen de dios en el alma del protagonista, en una época post-cristiana, como lo es la nuestra, y cómo el patriarcado, que es la era espiritual que dio comienzo hace unos cinco mil años y que ha regido y vehiculado los valores cristianos en la cultura occidental durante más de dos milenios, está llegando a su fin. Una era que se ha caracterizado por la separación de los principios opuestos de la imagen de dios, de los principios masculino y femenino, yang y yin. La nueva era, la era de Acuario, que según algunos investigadores dio comienzo en el año 1997, mientras que para otros aún no ha empezado y nos hallamos en un período transicional entre la era de los peces y la incipiente era del aguador, parece que favorecerá la unidad de los contrarios que han estado en conflicto durante la era de piscis ♓ (cristianismo).

Esta última temática, que es con la que finaliza la novela INICIACIÓN, se retoma y desarrolla en la segunda parte de la novela cuyo título es La hermandad de los iniciados. Ambas novelas forman parte de una única serie titulada La renovación del símbolo. El lector podrá comprobar en ambas novelas que se ha producido un cambio en el nombre artístico del autor.