martes, 28 de enero de 2025

La sincronicidad y el Deus Absconditus: Explorando los Límites de la Ciencia

La sincronicidad y el Deus Absconditus: Explorando los Límites de la Ciencia.


José Delgado González. Psicólogo y terapeuta de orientación junguiana.


Palabras clave: sincronicidad, Carl Gustav Jung, principio de causalidad, Deus Absconditus, mente divina, método científico, ciencia occidental, psicología profunda, Abraxas.


Introducción

Carl Gustav Jung revolucionó nuestra comprensión del mundo al proponer el concepto de sincronicidad, un fenómeno que desafía las bases del principio de causalidad que rige la mentalidad occidental y la ciencia moderna. Este texto busca profundizar en las implicaciones de este desafío, explorando su conexión con la noción del "Deus Absconditus" y sus implicaciones filosóficas y psicológicas. A través de una contextualización histórica y una reflexión crítica, este trabajo invita a revalorar los límites del pensamiento racional.

El método científico y el principio de causalidad: pilares del pensamiento occidental

La ciencia moderna se fundamenta en un método que busca describir y predecir los fenómenos naturales a través de observaciones, formulación de hipótesis, experimentos y análisis. Este enfoque parte de la idea de que el universo opera bajo leyes consistentes, predecibles y verificables. 

En el centro de este método está el principio de causalidad, que postula que todo efecto tiene una causa identificable y que los eventos están vinculados en cadenas predecibles y repetibles. Este principio permite formular leyes universales que explican y ordenan la realidad.

La ciencia, además, depende de la estadística para establecer generalizaciones. Busca patrones que se repiten en la mayoría de los casos, relegando las excepciones al margen de lo anecdótico. Sin embargo, es precisamente en estos márgenes donde surgen fenómenos como la sincronicidad, que desafían los fundamentos mismos del principio causal.

La sincronicidad: Un fenómeno fuera de la causalidad

La sincronicidad rompe con la lógica causal al proponer que ciertos eventos no están vinculados por relaciones de causa y efecto, sino por un significado compartido. Este fenómeno no se limita a lo subjetivo o a lo fortuito, sino que parece apuntar a una estructura más profunda del universo, organizada por una mente divina que trasciende las leyes espacio-temporales que gobiernan nuestra comprensión.

Jung propuso que la sincronicidad revela una conexión entre la psique humana y el mundo material que escapa al entendimiento científico. En este contexto, lo significativo prevalece sobre lo causal, situándose fuera del alcance del pensamiento occidental, dominado por el principio de causalidad.

El Deus Absconditus y Abraxas: La inefabilidad del misterio

La sincronicidad nos lleva inevitablemente a contemplar al "Deus Absconditus" o "Dios escondido". Este concepto alude a una mente divina que opera más allá de nuestra comprensión racional, desafiando los límites del principio de causalidad. Asimismo, la figura de Abraxas, un símbolo gnóstico que trasciende las dualidades, refuerza la idea de una realidad que no puede ser reducida a categorías humanas.

Abraxas simboliza una integración de los opuestos y una lógica que excede nuestras categorías conscientes. La mente divina, que organiza la sincronicidad, no está sujeta a las limitaciones de la causalidad o de las leyes físicas conocidas, sino que actúa desde un plano trascendente e inefable.

La mente divina y el inconsciente colectivo

Para Jung, la sincronicidad se conecta con la idea de una mente divina que opera a través del inconsciente colectivo, donde residen los arquetipos que estructuran nuestra experiencia. Estos arquetipos, cuando se activan, generan eventos significativos que trascienden la distinción entre lo interno y lo externo, desafiando así las bases del pensamiento científico.

Esta perspectiva implica que nuestra incapacidad para comprender fenómenos como la sincronicidad radica en nuestra dependencia del principio de causalidad, que domina la mentalidad occidental y que no puede abarcar realidades que operan desde lógicas distintas.

El fracaso del experimento cuántico y los límites de la ciencia

En su colaboración con Wolfgang Pauli, Jung intentó aproximar el concepto de sincronicidad a la ciencia, buscando un terreno común entre la psicología profunda y la física moderna. Aunque este esfuerzo abrió nuevas perspectivas, también evidenció los límites del método científico para abordar lo excepcional y lo único.

La sincronicidad opera en un plano que no puede ser capturado por las herramientas de la ciencia tradicional, que dependen de la repetición y la causalidad. Este fracaso experimental subraya que no todo en la realidad puede ser reducido al principio de causalidad.

Astrología y singularidad: La sincronicidad no es universal

Jung también exploró la astrología como un medio para estudiar la sincronicidad. Sin embargo, los experimentos mostraron que los aciertos astrológicos son excepcionales y no sistemáticos. La astrología, al igual que la sincronicidad, no puede ser universalizada, ya que "sopla donde quiere" y se manifiesta de manera única e irrepetible.

Este hecho destaca que estos fenómenos no obedecen a las reglas de la ciencia convencional, cuyo foco está en lo repetible y predecible. En cambio, se sitúan en un plano donde lo significativo predomina sobre lo estadístico.

Conclusión: El misterio más allá de la razón

La sincronicidad nos desafía a aceptar que no todo en la realidad puede ser capturado por la razón o la ciencia. La individuación, el proceso central de la psicología junguiana, tampoco es un camino uniforme ni universal, y la experiencia sincronística no está garantizada para todos. Sin embargo, estos fenómenos nos invitan a abrirnos a una visión más amplia, donde lo racional y lo irracional, lo visible y lo invisible, puedan coexistir.

Finalmente, el "Deus Absconditus" nos recuerda que hay un Misterio que trasciende nuestras capacidades cognitivas, profundamente limitadas por el principio de causalidad, y que reside en un plano más allá de las categorías espacio-temporales. Este misterio nos llama a la humildad, recordándonos que nuestra comprensión del cosmos es, en última instancia, limitada e incompleta.


lunes, 27 de enero de 2025

Synchronicity as an expression of the Unknowable God. The limitations inherent in the scientific method.


Synchronicity as an expression of the Unknowable God. The limitations inherent in the scientific method.

José Delgado González. Psicólogo y terapeuta de orientación junguiana 

Synchronicity, as posited by Carl Gustav Jung, represents a profound and radical challenge to the foundations of our rational understanding of the world. It is a concept that invites us to reconsider the way we conceive connections between events, introducing a perspective that transcends the causal logic underpinning Western science. This principle suggests that certain events are linked not by cause and effect, but by a shared sense or meaning, operating within a cosmic structure and dynamic that defies our capacity to comprehend through traditional modes of thought.

The ineffability that emanates from this proposition inevitably leads us to the notion of the "Deus Absconditus" or "hidden God," and to the figure of Abraxas, which in Jung’s thought and the Gnostic tradition symbolizes an entity that transcends conventional dualities. In this context, God, or the ultimate consciousness underpinning the cosmos, governs variables and forces that are not only beyond our control but also beyond our capacity for conceptualization. It is a "logos" that transcends our logos, an intelligence situated in a dimension beyond human logic.

The idea of a "consciousness" capable of integrating these levels of reality confronts us with the incomprehensible. How can we understand an intelligence capable of operating under principles that, for us, are utterly unfathomable? This question touches on the depths of philosophy, theology, and transpersonal psychology. From the Jungian perspective, this consciousness should not be understood as something external or separate from ourselves but as an intrinsic dimension of the psyche—the very core of what Jung called the collective unconscious. Within it lie the archetypes, the primordial images that structure our experience and that, through synchronicity, can manifest directly in the external world, breaking the boundaries between the internal and the external.

In this sense, synchronicity not only suggests the existence of a higher principle of order in the cosmos but also compels us to confront the mystery of our own nature. The "Deus Absconditus" is not solely outside us but also resides in the depths of our psyche, in the Self, which for Jung represents both the center and the totality of the personality, being both individual and universal.

Jung’s efforts to connect these ideas with science are especially significant in this context. His collaboration with physicists like Wolfgang Pauli exemplifies his attempt to bridge psychology and the natural sciences, mysticism and reason. Pauli, a quantum physicist deeply interested in psychological and philosophical questions, shared Jung’s belief that phenomena of synchronicity could offer a key to understanding the profound connections between mind and matter. This effort to integrate seemingly opposing perspectives not only reflects Jungian thought but also mirrors the process of individuation that Jung so highly valued: the unification of opposites within the individual.

However, it is important to acknowledge the limits of these attempts. The New Age movement, for instance, has perpetuated the idea of seeking logical, rational, and scientific justifications for transpersonal phenomena in quantum physics—a line of thought that Jung himself explored in collaboration with Pauli. Jung sought to unify science and mysticism, attempting to find in quantum mechanics a common ground for phenomena such as synchronicity, but these efforts, while valuable, did not achieve the desired objective. The failure of these experiments should not be viewed as a loss but as a learning experience. It demonstrates that the cosmic consciousness, the mind that organizes synchronicity, operates on a plane and with variables that completely escape current scientific methods, even when directed by a quantum physicist. This failure provides a paradigmatic foundation for reflecting on the limits of our knowledge and the profoundly mysterious nature of these phenomena.

Science, grounded in statistics, repeatability, and universal laws, seeks to understand and explain phenomena through coherence and statistical averages. However, this approach focuses on what is repeatable, on what represents the average or the greatest proportion of cases, leaving out those margins of exceptionality where the singular and the synchronistic operate. These processes have not been integrated into institutional science nor studied in universities precisely because they manifest within a small margin of cases, outside the realm of statistical dominance. This is also the case with astrology, whose effectiveness may be precise and accurate on occasion but is neither universally applicable nor consistent.

Astrology, which Jung explored in his to find meaningful patterns, works and does not work simultaneously: it operates within a logic that exceeds scientific logic. Astrologers have tried to universalize their oracles, seeking proof that certain celestial events produce uniform effects across humanity. But this does not hold. Experience and experiments show that astrology can be valid in certain contexts and for certain individuals but is not uniformly applicable. The same logic applies to synchronicity, which "blows where it will" and cannot be systematized or guaranteed.

This recognition reminds us that, while it is essential to investigate, experiment, and explore these phenomena, we must also learn to relinquish the pretense of controlling or fully explaining them. Individuation is neither a uniform nor a universal path, and synchronicity does not inevitably manifest in everyone’s life. Each experience is unique, and each transpersonal phenomenon responds to an order that, for now, remains unfathomable.

Finally, by considering synchronicity as a manifestation of this integrative principle, we can begin to glimpse a different way of approaching knowledge and reality. Synchronicity is not merely a strange or anomalous phenomenon but an invitation to open ourselves to a broader vision of the world, where the rational and the irrational, the visible and the invisible, the human and the divine, can coexist and complement one another. 

Ultimately, it serves as a reminder that the mystery of Abraxas, of the "Deus Absconditus," lies beyond our reach, although it calls to us constantly from the depths of our psyche and from the seemingly chaotic patterns of existence. At the same time, this Deus Absconditus reminds us that there is a Mystery that completely transcends the capacities of science and reason, escaping the spatiotemporal qualities of our rational consciousness and residing on a plane that defies all human conceptualization.