viernes, 3 de abril de 2020

SOBRE EL ESTADO PSÍQUICO DEL PUEBLO ESPAÑOL




Los indescriptibles acontecimientos del último año en España inducen la sospecha de que su causa se encuentra posiblemente en una peculiar perturbación psicológica en el país.

Quien pregunte a un psicólogo lo que piensa al respecto debe esperar una respuesta desde su específico punto de vista. Si se adopta esta perspectiva no resulta difícil observar que la situación política en España es una expresión palmaria de un estado de disociación y de escisión psíquicas. 

Hace aproximadamente cuatro  años vengo comprobando en lo inconsciente de mis pacientes unas curiosas perturbaciones que no cabría atribuir únicamente a su psicología personal. Dichas perturbaciones procedían de unas relaciones sentimentales con determinadas personalidades trastornadas cuyo diagnóstico clínico formaba parte del grupo B de trastornos de la personalidad conocidos como narcisismo y psicopatía.

Cuando observé la extensión de dichos fenómenos en la consulta comencé a fijarme en los fenómenos colectivos, no solo en España, sino también en el resto del mundo. Mi sorpresa fue que las actitudes observadas en personalidades narcisistas y psicópatas se estaban extendiendo en la cultura occidental de un modo preocupante. Observaba entonces cómo en España ciertas personalidades con un comportamiento narcisista y psicopático estaban accediendo con una facilidad pasmosa al poder estatal. 

El trabajo con mis pacientes consistía en que comprendieran el significado que la experiencia con personalidades terriblemente malvadas tenía, así como la importancia de tomar conciencia de que dichas personalidades encarnan el desorden, el caos y el mal que habitan en la profundidad de la psique.

Sin embargo, la integración de los contenidos inconscientes es un acto individual de realización, comprensión y valor moral. Es una tarea muy dificultosa que exige un elevado grado de responsabilidad ética. Solo de un número de individuos relativamente reducido cabe esperar la capacidad para un logro semejante y esos no son los líderes políticos de la humanidad, sino sus líderes morales.

En cambio, la inmensa mayoría de las personas sigue en un estado de consciencia que es incapaz de integrar los contenidos sombríos que emergen desde lo inconsciente. De hecho es muy probable que esas fuerzas asalten a la consciencia y de un modo improviso y con gran violencia sometan la voluntad de muchos. Los síntomas anunciadores de semejante situación los tenemos delante de nuestras narices: el incremento de las tendencias totalitarias, de la esclavitud estatal y de las ideologías de tinte comunista.

Únicamente en el individuo es esperable una actitud que conduzca a la erradicación de la lastimosa inconsciencia del hombre, de su infantilismo y de su debilidad individual para que sean sustituidos por un ser humano que sepa que su destino depende de él y no del Estado o del Gobierno.

José González.
Psicólogo y terapeuta de orientación junguiana.

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