jueves, 9 de abril de 2020

UNA SOCIEDAD DE ZOMBIS


Una de las más fecundas enseñanzas que he podido aprender en el trato, indirecto, a través de pacientes que han convivido con personalidades psicopáticas y narcisistas, y directo, con psicópatas subclínicos y personalidades con trastornos del grupo B (narcisistas, límite o borderline, histriónicas y antisociales), es la importancia que tiene el contacto directo con la Vox Dei, con la Voz interior, es decir, con la sabiduría de la Naturaleza interior.

La fidelidad a esa Naturaleza íntima a la que los psicólogos de orientación junguiana denominamos psique inconsciente es, también, lo que algunos de mis pacientes terminan aprendiendo después de todo un proceso psicoterapéutico de reconstrucción, iniciando a partir de entonces un camino que les conduce a devenir aquello que auténticamente “Son” desde que nacieron. 

Los pacientes que inician dicho Camino agudizan los sentidos interiores, lo que les permite "escuchar",  "ver", "percibir por adelantado",  etc., no sólo los contenidos de su propio interior, a través de insights y de sueños, sino también la relación entre su vida psíquica y lo que les acontece en la realidad objetiva.

Una de las habilidades que desarrollan consiste en que pueden detectar en la realidad objetiva aquellos comportamientos, y señales, que proceden de personalidades psicopáticas y/o narcisistas, neutralizando su acción cuando es preciso, y alejándose de su radio de acción apenas los detectan si fuera necesario. Quizás la enseñanza más importante proceda de la toma de consciencia de su estado de fragmentación, de su necesidad de apoyarse en puntos de vista colectivos, de en qué medida ellos explotan y absorben de un modo infantil y rapaz a su entorno, en lugar de enriquecerlo con su presencia y su actitud.

Los psicópatas y los narcisistas malignos se sirven de las personalidades "zombi" como "monos voladores", para tratar de succionar la vitalidad de aquellas personas que aún conservan cierto grado de conexión emocional con su interioridad. De ahí la necesidad que tienen estas personalidades muertas en vida de alimentarse de un modo parásito de personas empáticas.

Asimismo, algunos pacientes comprenden que las personalidades del grupo B, así como los psicópatas, son la expresión palmaria de un mundo en decadencia. De una sociedad que ha perdido su alma, como se refleja en las series y películas de Zombis, representantes del insaciable deseo de consumir. Una cultura en donde el símbolo unificador ha dejado de ser efectivo para todo un colectivo, es decir, la imagen cristiana de Dios ha fallecido. Dichas personalidades plutocráticas necesitan alimentarse (parasitándolas) de aquellas personas que aún mantienen la frescura y vitalidad que les confiere el contacto, consciente o inconsciente, con el mundo anímico. Y es que esa "hambre de trascendencia", esa pérdida irreparable del Símbolo, esto es, de la expresión tangible a los sentidos del alma de lo absolutamente trascendente, no podrá nunca satisfacerse con ningún objeto de consumo, con ningún bien material.

De igual modo, algunos pacientes adquieren con el tiempo la capacidad de comprensión de la relación existente entre la realidad subjetiva y la objetiva, en esos arreglos que los junguianos denominamos "sincronicidades".

Estos aprendizajes, provenientes de la experiencia, son especialmente importantes para comprender lo valioso que resulta la transformación de una oveja en un hombre, de una personalidad colectiva en un individuo completo, máxime atendiendo al peligroso avance de las ideologías, y de los grupos espiritualistas regentados por psicópatas adaptados (Garrido) o cotidianos (Marietan). 

Hoy, más que nunca, el alma constituye un objeto de interés cuya potencia de atracción es tanto más alta, cuanto mayores son los conflictos sociales y religiosos en el mundo.

José González 
Psicólogo y terapeuta de orientación junguiana.

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