Ayer decidimos, mi pareja y yo, ir al cine a ver la película de Amenábar, titulada ÁGORA (plaza pública de las antiguas ciudades-estado), que tiene por protagonista principal a la figura de HYPATHIA, matemática, astrónoma y filósofa neoplatónica, seguidora de Plotino. Según cuentan las crónicas, parece haber sido una mujer excepcional.
Lo cierto es, que viendo la trayectoria de Amenábar y la profundidad de buena parte de sus películas, nos pareció, a mi pareja y a mí, que ÁGORA pecaba de un exceso de simplicidad y, en cierto sentido, se traslucía un reduccionismo bastante deplorable. El director deja entrever una serie de prejuicios, ante los fenómenos religiosos. Está, como por otro lado es comprensible, demasiado impregnado por el espíritu de la época. Y el espíritu de los tiempos no puede ser cuestionado, porque tiene la fuerza de una creencia religiosa.
No es mi objetivo hacer un resumen de la película. Considero, que lo mejor es que, cada cual vea la película y luego juzgue por sí mismo. Por lo tanto, a quienes aún no la hayan visto, les recomiendo que, antes de continuar leyendo esta entrada, vean ÁGORA.
Así pues, mi intención es enumerar algunos de los presupuestos, sobre los que descansa ÁGORA y que, de hecho, son defendidos por el post-modernismo, como si se tratara de la última verdad sobre la faz de la tierra… en fin, la historia se repite.
• La película es fiel reflejo del modo en que el racionalismo ilustrado ve las distintas manifestaciones religiosas, especialmente las occidentales. Parece como si los grupos religiosos sólo estuviesen formados por fanáticos, ávidos de poder, que desean imponer su voluntad, utilizando todos los medios a su alcance. En definitiva, se traslada al pasado el conflicto actual entre Fe y Razón. Se olvida que el fanatismo no es privativo de la religión, sino que, depende, esencialmente, del nivel de consciencia. Puede ser tan fanático un seguidor de cualquier religión del libro, por ejemplo, que un científico positivista. El factor subyacente en ambos casos es el mismo.
• Hay implícita una reivindicación feminista. Las mujeres librepensadoras han sido perseguidas, incluso hasta su aniquilación, por los hombres. Pero el Patriarcado obedece, a su vez, o es expresión de una cierta etapa de evolución de la consciencia. Por lo tanto, tampoco es exclusiva de los fanáticos religiosos, ni siquiera de los hombres, sino que afectaba de igual modo a las mujeres. Y, quizás sin pretenderlo, el mismo Amenábar lo ha dejado traslucir en el desprecio de Hipatia hacia su propia sexualidad, hacia sus ciclos vitales… a fin de cuentas, hacia su cuerpo.
• No hay en la película ningún personaje que refleje las virtudes del cristianismo, ni la verdadera experiencia religiosa. Los místicos y los gnósticos no aparecen por ningún lado. Las manipulaciones, las tergiversaciones del mensaje cristiano, las luchas de poder, etc. Es innegable que han existido y existen, así como también es incuestionable el castigo prometeico, que han sufrido aquellos grandes hombres y, aun más, las mujeres que han robado el fuego a los dioses. Pero esto es, lamentablemente, un tema recurrente a lo largo de la historia del espíritu humano.
• El personaje de Hipatia, tal y como aparece en la película, es un clásico ejemplo de una hija del padre. Una mujer que no ha mantenido relación de pareja alguna, que ha rechazado sus atributos femeninos, etc., es una Atenea. Y, como esta, ha surgido de la cabeza de su Padre Zeus. Siendo hija de un hombre poderoso, ella es fiel al mundo de las ideas de su padre. En cierto modo, podríamos decir que se ha casado con su padre. Siendo este último, un representante del espíritu de la época, yo me pregunto ¿es realmente librepensadora una mujer así o es, más bien, la fiel continuadora del legado de su padre? ¿No estará identificada con ese espíritu masculino que anida en el interior de toda mujer, hasta el extremo de que su feminidad languidezca por inanición? ¿Constituye éste un ideal valedero para una mujer, o, como en el mito de las amazonas, no constituirá una mutilación de una parte esencial de ella misma?
Lo cierto es, que viendo la trayectoria de Amenábar y la profundidad de buena parte de sus películas, nos pareció, a mi pareja y a mí, que ÁGORA pecaba de un exceso de simplicidad y, en cierto sentido, se traslucía un reduccionismo bastante deplorable. El director deja entrever una serie de prejuicios, ante los fenómenos religiosos. Está, como por otro lado es comprensible, demasiado impregnado por el espíritu de la época. Y el espíritu de los tiempos no puede ser cuestionado, porque tiene la fuerza de una creencia religiosa.
No es mi objetivo hacer un resumen de la película. Considero, que lo mejor es que, cada cual vea la película y luego juzgue por sí mismo. Por lo tanto, a quienes aún no la hayan visto, les recomiendo que, antes de continuar leyendo esta entrada, vean ÁGORA.
Así pues, mi intención es enumerar algunos de los presupuestos, sobre los que descansa ÁGORA y que, de hecho, son defendidos por el post-modernismo, como si se tratara de la última verdad sobre la faz de la tierra… en fin, la historia se repite.
• La película es fiel reflejo del modo en que el racionalismo ilustrado ve las distintas manifestaciones religiosas, especialmente las occidentales. Parece como si los grupos religiosos sólo estuviesen formados por fanáticos, ávidos de poder, que desean imponer su voluntad, utilizando todos los medios a su alcance. En definitiva, se traslada al pasado el conflicto actual entre Fe y Razón. Se olvida que el fanatismo no es privativo de la religión, sino que, depende, esencialmente, del nivel de consciencia. Puede ser tan fanático un seguidor de cualquier religión del libro, por ejemplo, que un científico positivista. El factor subyacente en ambos casos es el mismo.
• Hay implícita una reivindicación feminista. Las mujeres librepensadoras han sido perseguidas, incluso hasta su aniquilación, por los hombres. Pero el Patriarcado obedece, a su vez, o es expresión de una cierta etapa de evolución de la consciencia. Por lo tanto, tampoco es exclusiva de los fanáticos religiosos, ni siquiera de los hombres, sino que afectaba de igual modo a las mujeres. Y, quizás sin pretenderlo, el mismo Amenábar lo ha dejado traslucir en el desprecio de Hipatia hacia su propia sexualidad, hacia sus ciclos vitales… a fin de cuentas, hacia su cuerpo.
• No hay en la película ningún personaje que refleje las virtudes del cristianismo, ni la verdadera experiencia religiosa. Los místicos y los gnósticos no aparecen por ningún lado. Las manipulaciones, las tergiversaciones del mensaje cristiano, las luchas de poder, etc. Es innegable que han existido y existen, así como también es incuestionable el castigo prometeico, que han sufrido aquellos grandes hombres y, aun más, las mujeres que han robado el fuego a los dioses. Pero esto es, lamentablemente, un tema recurrente a lo largo de la historia del espíritu humano.
• El personaje de Hipatia, tal y como aparece en la película, es un clásico ejemplo de una hija del padre. Una mujer que no ha mantenido relación de pareja alguna, que ha rechazado sus atributos femeninos, etc., es una Atenea. Y, como esta, ha surgido de la cabeza de su Padre Zeus. Siendo hija de un hombre poderoso, ella es fiel al mundo de las ideas de su padre. En cierto modo, podríamos decir que se ha casado con su padre. Siendo este último, un representante del espíritu de la época, yo me pregunto ¿es realmente librepensadora una mujer así o es, más bien, la fiel continuadora del legado de su padre? ¿No estará identificada con ese espíritu masculino que anida en el interior de toda mujer, hasta el extremo de que su feminidad languidezca por inanición? ¿Constituye éste un ideal valedero para una mujer, o, como en el mito de las amazonas, no constituirá una mutilación de una parte esencial de ella misma?
Continuaremos reflexionando sobre estos temas en posteriores entradas.
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