Hoy, en el periódico digital público.es, se ha publicado la siguiente noticia, Pseudociencia en el campus. "Las universidades españolas acogen cursos sobre astrología, homeopatía, grafología y otras disciplinas pseudocientíficas. Los profesores denuncian que las aulas den cabida a la "superchería"".
Nuevamente, los portavoces de la Curia Científica inician su cruzada particular con el objetivo de desprestigiar cualquier curso que las universidades impartan, si no está dentro del dogma científico defendido por ellos.
La cerrazón y el apasionamiento con que se defienden los argumentos científicos mecanicistas, abandonados décadas atrás por grandes científicos como Fritjov Capra, David Bohm o David Peat, en el ámbito de la Física, de Carl Gustav Jung, Stanislav Grof, Richard M. Bucke, Roberto Assagioli o Frances Vaughan, en el ámbito de la Psiquiatría y Psicología, así como por filósofos como Ken Wilber, se explica por una inconsciente inseguridad en dichos argumentos.
Hace cerca de diez años, siendo ya un licenciado en Ciencias Ambientales, me interesaron la Astrología, la Alquimia, el Tarot y otras mancias. Y ya entonces me topé con actitudes totalmente contrarias, y hasta violentamente encontradas, por el hecho de haber decidido estudiar el simbolismo arquetípico encerrado en dichas mancias. Fue en ese preciso momento, cuando me percaté de los recalcitrantes prejuicios que buena parte de los científicos académicos, el stablisment científico, si se prefiere, detentaban contra lo que se encontrara fuera de sus planteamientos materialistas. Aquella estrechez de miras me pareció, entonces, una peligrosa patología, que relacioné con la actitud adoptada, durante la Edad Media, por la Iglesia, en contra de los argumentos científicos que desmantelaban la cosmovisión de la época.
Así, al leer al psiquiatra alemán Heinz Fidelsberger, investigador y astrólogo profesional, me percaté de algo que resulta esencial: cualquiera que pretenda emitir un juicio válido sobre la Astrología, cuanto menos ha de conocer su simbología, levantar un horóscopo e interpretarlo certeramente. En caso contrario, todo cuanto se opine sobre esta disciplina carecerá del más mínimo fundamento. Por el contrario, será muestra de prejuicios intolerables e intolerantes.
Por lo tanto, los argumentos que se esgrimen en esta noticia, como que "estas disciplinas han fallado en demostrar sus supuestos efectos beneficiosos estudio tras estudio", o que "la grafología tiene "la misma fiabilidad que la astrología, es decir, cero".", no dejan de ser eso, simples prejuicios. También yo tuve que luchar contra mis propios prejuicios, cuando decidí iniciar mis investigaciones autodidactas en Astrología y Alquimia. Prejuicios que, en realidad, provenían del ámbito en el que me había desenvuelto durante mi formación como científico. Sin embargo, fui desmantelando todas y cada una de mis resistencias, hasta percatarme de que, en efecto, la Astrología es una herramienta muy útil para desentrañar el significado simbólico de las formaciones arquetípicas presentes en los sueños, como también lo son la Alquimia, las cartas del Tarot o el I Ching. Una vez descubierto esto, me importaron poco las opiniones que me pudieran espetar otros científicos, incluso si con ello perdía mi "amistad" con alguno de ellos.
Aquella experiencia, aquel descubrimiento, junto con muchos otros llevados a cabo del mismo modo, me han conducido a mantener una actitud abierta, dispuesta a investigar y desentrañar el conocimiento que me pueda aportar en mi proceso de individuación cualquier disciplina, se considere científica o pseudocientífica por el stablisment científico de la época. Y, por supuesto, el qué dirán los demás, hace muchos años que me importa bien poco.
Si hay algo positivo en la noticia es que estas materias están ingresando en el ámbito de la Universidad, una tendencia que, por mucho que se empeñen los secuaces del stablisment, será imparable.
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