Imagen extraída de http://www.boston.com/bigpicture/2011/03/massive_earthquake_hits_japan.html |
He aquí las noticias:
El Mundo. Carlos Bravo | Sara Pizzinato * | Madrid
Actualizado sábado 12/03/2011 19:01 horas
Desde Greenpeace queremos, en primer lugar, expresar nuestras condolencias a los familiares de las víctimas del terrible terremoto que ha sufrido Japón.
Estamos profundamente preocupados por las posibles consecuencias que el terremoto y el tsunami puedan tener sobre la seguridad de las instalaciones nucleares de Japón, así como de otras industrias peligrosas como las refinerías de petróleo o fábricas de productos químicos, y sobre sus potenciales efectos sobre la salud pública y el medio ambiente.
La situación en varias centrales nucleares, en especial en la de Fukushima-1, es muy preocupante. Catorce centrales nucleares situadas en la costa noreste de Honsu, la isla principal de Japón, están cerradas, probablemente muy dañadas todas ellas, como consecuencia del terremoto de ayer, de magnitud 8,9 en la escala de Richter.
Las centrales japonesas, un país con requerimientos muy estrictos en cuanto a resistencia a riesgos sísmicos, estaban diseñadas para soportar como máximo terremotos de intensidad 7,5. La fuerza del que asoló ayer Japón es más de 10 veces superior.
Al iniciarse el terremoto, esas centrales nucleares fueron llevadas a situación de parada. Pero, y este es uno de los inconvenientes de una tecnología tan peligrosa como la nuclear, el riesgo de sufrir un accidente no acaba ahí, puesto que incluso con la central parada, el combustible nuclear sigue activo, sigue habiendo reacciones nucleares que, además de radiactividad, generan mucho calor. Aún en situación de parada, es necesario seguir refrigerando el núcleo del reactor, el combustible nuclear, durante muchas horas, para evitar un accidente nuclear.
Los sistemas de refrigeración de emergencia del núcleo del reactor funcionan con electricidad. Pero el terremoto afectó al suministro eléctrico externo de las centrales de Fukushima-1 y 2 (al menos, de estas dos), dejando a éstas sin aporte eléctrico, lo que se llama en la jerga nuclear un station black-out. En ese caso, tendrían que haber entrado en funcionamiento inmediatamente los generadores diesel de emergencia de la central. Pero estos, quizá por efecto del terremoto, no funcionaron. Entonces, empezó la cuenta atrás.
El combustible nuclear, sin ser refrigerado activamente, empezó a sobrecalentarse. El agua en el interior de la vasija del reactor empezó a evaporarse, el vapor a aumentar la presión del interior de la vasija, el combustible a quedarse al descubierto, sin agua que lo enfriase. Es el principio de un LOCA (Loss of Coolant Accident), el accidente por pérdida de refrigerante, el peor que se puede dar en una central nuclear. De esos que, según la industria nuclear, nunca pueden ocurrir.
Primeras horas críticas
Las primeras horas son críticas, si no se actúa se puede llegar a una situación de fusión del núcleo (cuando las varillas metálicas que encierran las pastillas de combustible de uranio se derriten, funden y se mezcla todo con el altamente radiactivo combustible nuclear) y entonces se liberan en gran cantidad los isótopos radiactivos que hay en el combustible.
Fukushima-1 es un reactor como el de Garoña (Burgos), con un pésimo sistema de contención. Ante la ausencia de suministro eléctrico externo queda algún sistema de mucha menor capacidad que funciona con aporte de baterías propias. Con ello, por ejemplo, tratarían de usar el agua del condensador para refrigerar el núcleo, para ganar algo de tiempo, mientras esperaban generadores diesel que iban a traer los militares norteamericanos. Pero esa maniobra tiene un efecto muy limitado y no logró revertir la situación. Las horas pasaban y el combustible nuclear se estaba quedando al descubierto, al menos parcialmente, sin agua a su alrededor: la temida fusión del núcleo.
Al aumentar la temperatura, se incrementaba la presión en el interior de la vasija. Así los responsables de la central y, se supone, las autoridades niponas, decidieron abrir las válvulas de alivio y soltar vapor radiactivo a la atmósfera exterior para rebajar la presión, con idea de evitar un desastre mayor.
De estos hechos ya no cabe duda. Hasta el Consejo de Seguridad Nuclear español (CSN) ha reconocido hoy que en la central nuclear de Fukushima-1 se forzó deliberadamente el escape a la atmósfera de gases contaminados radiactivamente procedentes del reactor. Los niveles de radiación en la zona se han elevado, según fuentes, entre 300 y 1.000 veces por encima de lo permitido. Hubo que ordenar evacuar a la población, 45.000 personas.
Evidentemente, cualquier cantidad de radiación que se libere a la atmósfera pone en riesgo la salud de las personas de la zona, la salud pública y el medio ambiente. Lo que ya está claro es que en Fukushima-1 han fallado claramente las medidas de protección física diseñadas para aislar la radiactividad del medio ambiente.
Además, una explosión en la mañana del sábado (hora española) en la central parece haber dañado seriamente la estructura de la contención secundaria y hay informaciones contradictorias sobre si alguna parte de la estructura se ha derrumbado.
Situación no controlada
La situación del reactor es crítica y aún no está controlada, a la hora de escribir estas líneas. La magnitud final del escape radiactivo dependerá, por supuesto, de que se pueda estabilizar el reactor, y se pueda refrigerar el núcleo. En estos momentos, parece ya claro que el accidente podría ser ya de la gravedad del que ocurrió en Three Mile Island (EE.UU.) en 1979, el segundo más grave en la historia de la industria nuclear, sólo después de la catástrofe de Chernobyl.
secretismo nuclear de las autoridades, nos enfrentamos a un escenario en el que podría ocurrir una liberación ingente de radiactividad del reactor Fukushima-1.
De momento, no se puede descartar que la situación pueda avanzar hacia una fusión total del núcleo de la central, como se dio en Chernobyl. Todo este proceso podría ir muy rápido o tardar varios días, dependiendo del estado del sistema de refrigeración. Las consecuencias de tal accidente sería tremendas, como ya se comprobó en el de Chernobyl.
De hecho, según parece el Gobierno japonés está ampliando la zona de evacuación hasta un diámetro de 40 kms. alrededor del complejo nuclear Fukushima Daiichi (donde está el reactor Fukushima-1 y otros 5 más), así como ha establecido una zona de exclusión de 20 km alrededor de la instalación Fukushima-Daini (con 4 reactores). Esto indica que hay una amenaza inmediata no sólo entorno al reactor Fukushima-1, sino que la situación no está del todo bajo control en los demás reactores y que podrían llegar a darse más accidentes allí también.
La incertidumbre sobre lo que está ocurriendo en las centrales nucleares de Japón impone cierta prudencia a la hora de plantearse escenarios futuros. Sin embargo, una conclusión es clara: los reactores nucleares son intrínsecamente peligrosos. La industria nuclear nos dice que accidentes como este no pueden pasar con reactores modernos, pero hoy Japón está en medio de una crisis de consecuencias potencialmente devastadoras por culpa de la energía nuclear.
Las energías limpias de verdad, las renovables, no crean problemas de seguridad nacional. Y en caso de desastres naturales no añaden un problema más a una población ya fuertemente afectada por la fuerza de la naturaleza. La nuclear no se puede incluir, como muchos pretenden, en un modelo energético limpio, seguro y sostenible.
* Carlos Bravo y Sara Pizzinato son responsables de energía de Greenpeace
CATÁSTROFE | Tras el seísmo y el tsunami
EL MUNDO.es Agencias | Tokio
Actualizado domingo 13/03/2011 19:08 horas
*El sistema de refrigeración en la planta de Tokai sufre un fallo. Según la central, el reactor se está enfriando
*Declaran el estado de urgencia en la central de Onagawa por elevados niveles de radiactividad
*La agencia de seguridad nuclear japonesa asegura que se deben a la fuga en Fukushima
*Un tercer reactor de Fukushima Daiichi tiene problemas de refrigeración
*El primer ministro japonés confirma que la situación en Fukushima 1 es 'grave'
El primer ministro japonés, Naoto Kan, se mostró confiado en que su país podrá superar las consecuencias del desvastador terremoto y el posterior tsunami, una catástrofe que, unida a los posteriores problemas nucleares, calificó como "la mayor crisis a la que se ha enfrentado Japón desde que terminó la guerra hace 65 años, desde el final de la Segunda Guerra Mundial".
El primer ministro Naoto Kan. | AP
Tras el devastador seísmo, el país se enfrenta a la alerta nuclear en varias centrales. La última en sumarse a la alerta ha sido la central nuclear Tokai Nº2, en la prefectura de Ibaraki.
Según la agencia Kyodo, el sistema de refrigeración de la planta (situada 120 km al norte de Tokio) se detuvo. Sin embargo, poco después Japan Atomic Power anunciaba que estaban consiguiendo enfriar el reactor.
"Una bomba de agua marina, alimentada por un generador diesel, se paró a causa del tsunami. Sin embargo, otra bomba y otro sistema funcionan bien y la temperatura del reactor desciende regularmente", dijo un portavoz.
el proceso de refrigeración estaba funcionando aunque dos de los tres generadores de diesel -utilizados como recurso de emergencia para evitar el calentamiento de los reactores- estaban fuera de servicio.
En la central de Fukushima Daiichi -donde este sábado se produjo una explosión en el edificio que aloja su reactor número 1-, acaban de declararse problemas de refrigeración en un tercer reactor. Con esto, los tres reactores que estaban en funcionamiento en el momento del terremoto presentan problemas.
Asimismo, el Organismo Internacional de Energía Atómica acaba de anunciar que se ha declarado el estado de urgencia en otra central nuclear. Se trata de la central de Onawa, en la prefectura de Miyagi, donde ha sido "declarado el primer (es decir, el más bajo) estado de emergencia".
Los tres reactores de la central "están bajo control", según las autoridades japonesas. "La alerta ha sido declarada porque los niveles de radiactividad registrados sobrepasan los niveles autorizados en la zona cercana a la central", ha explicado el organismo internacional en un comunicado. "Las autoridades japonesas intentan determinar la fuente de las radiaciones".
Según dijo poco después la agencia de seguridad nuclear japonesa, la central de Onagawa no tiene problemas de refrigeración. El aumento de los niveles de radiación en sus inmediaciones, asegura, se deben a una fuga radiactiva en otra planta de la prefectura vecina, en alusión a Fukushima. Su central Nº1 está 150 km al sur de la planta de Onagawa.
Situación 'grave' en Fukushima
Naoto Kan afirmó durante su comparecencia en televisión que "la situación sigue siendo grave" en la central nuclear Fukushima 1 (Fukushima Daiichi), mientras las autoridades siguen evaluando los posibles daños causados por el seísmo y las consecuencias para la población.
"Se ha emitido radiación al aire, pero no una gran cantidad. Esto es diferente del accidente de Chernóbil, aunque estamos trabajando para impedir que se extienda la fuga", dijo Kan.
La ansiedad se ha intensificado este domingo sobre este lugar ubicado a 250 km de la gigantesca área metropolitana de Tokio, la mayor del mundo con 35 millones de habitantes.
El primer ministro también confirmó que Japón corre el riesgo de cortes de energía a gran escala, dado que la catástrofe natural ha causado el cierre de varias plantas nucleares.
"Las compañías Tokyo Electric Power (Tepco) y Tohoku Electric Power encuentra en una situación extremadamente difícil para el suministro", comentó. De hecho, el Gobierno permitirá a Tepco interrupciones en un plan de rotación, de modo que regiones enteras quedarán a oscuras. Por eso, Kan pidió a ciudadanos y empresas que reduzcan drásticamente el consumo, para ahorrar recursos.
Los 10 reactores de potencia Fukushima 1 y Fukushima 2, ubicado en la zona devastada por el terremoto, se encuentran parados. Dos días después del terremoto en el noreste de Japón, millones de personas siguen hoy sin electricidad ni agua corriente en las zonas afectadas
Asimismo, confirmó que más de 12.000 personas habían sido rescatadas en las zonas afectadas de la costa del Pacífico, donde los muertos y desaparecidos se cuentan ya por miles.
Naoto Kan pidió unidad a sus conciudadanos para afrontar las consecuencias del grave terremoto. El primer ministro dijo que la situación es "preocupante", al tiempo que mostró su gratitud y "respeto" por la calma con que la población japonesa ha hecho frente al terremoto, que con 9 grados de magnitud ha sido uno de los más graves de la historia.
"No será fácil, pero superaremos esta crisis, como hemos hecho en el pasado", aseguró el jefe del Gobierno nipón.
JAPÓN | Honsu ha registrado más de 300 temblores desde el viernes
*El miércoles, Japón sufrió 4 grandes temblores y 22 de menor magnitud
*El día antes del seísmo de 8,9 hubo otros 10 temblores importantes
*Desde el viernes ha habido una treintena de temblores de magnitud superior a 6
*Además, se han producido más de 300 de temblores con una magnitud entre 4,4 y 6
ELMUNDO.es |Actualizado domingo 13/03/2011 18:05 horas
Los días previos al terremoto que ha supuesto la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial en Japón fueron agitados en el archipiélago, incluso para un país acostumbrado a los movimientos sísmicos. A lo largo del miércoles, dos días antes del terremoto de 8,9 (según el Instituto Estadounidense de Geofísica, USGS), Japón sufrió cuatro grandes temblores al este de la costa de Honshu, la principal isla nipona.
El día 9, se registró uno de magnitud 7,2 de madrugada, seguido de tres de 6,1; 6,1 y 6,1 durante la tarde y la noche, de acuerdo con los datos del USGS. Aunque Japón -situado sobre el Cinturón de Fuego del Pacífico- sufre un 20% de los terremotos que se registran en todo el mundo con una magnitud superior a 6 puntos, la cifra supera lo habitual en el país del sol naciente.
Por ejemplo, tanto en enero como en diciembre se registraron dos seísmos mensuales con tales magnitudes. Desde 1924, la media es de 1,4 temblores de este tipo por mes, de acuerdo con los datos del Comité de Investigación de Terremotos japonés.
A lo largo de aquel miércoles se registraron además otros 22 movimientos sísmicos con una magnitud superior a 4,5 (13 de ellos, superiores a 5). El jueves, hubo otros 10 temblores importantes (cinco de ellos, superiores a la magnitud 5).
A modo de comparación: el pasado enero, hubo 162 temblores superiores a 4 en todo el mes, pero sólo 12 con una magnitud superior a cinco. La media de los últimos años es de 73 y nueve, respectivamente.
Grandes réplicas
La tierra no ha dejado de temblar tras el gran seísmo del viernes, que la agencia meteorológica japonesa (cuyos propios instrumentos de medida habían clasificado como de magnitud 8,8 en un primer momento) ha considerado este domingo de magnitud 9,0. Las réplicas, de una magnitud de 2 a casi 7, han sido incesantes desde el viernes.
De acuerdo con los datos del USGS, tras el devastador seísmo se ha registrado una treintena de temblores de magnitud superior a 6: 20 el viernes (uno de ellos, de 7,1), ocho el sábado y tres este domingo. Además, se han producido más de 300 de temblores con una magnitud entre 4,4 y 6: 115 el viernes, 127 el sábado y 71 este domingo.
"Existe un riesgo del 70% de que se produzca una réplica de magnitud 7 o superior" en los tres próximos días, declaró el director de previsión sísmica de la agencia nipona, Takashi Yokota, según AFP. Una cifra demasiado alta incluso para los nipones, acostumbrados a sentir un temblor cada cinco minutos y 2.000 cada año.
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Lo primero que deseo hacer es expresar mis más sinceras condolencias a las familias de las personas que han fallecido tras las catástrofes naturales acontecidas en Japón. También deseo expresar mi apoyo a los damnificados.
Hace unas semanas, tuve una conversación con un amigo acerca de las centrales nucleares. Mi amigo, un defensor de la energía nuclear, decía entonces que él estaba a favor de que, en España, se hicieran plantas nucleares para producir gran cantidad de energía y, de ese modo, poder ser independientes energéticamente de Europa. Mi amigo aludía, no sin cierta razón, a que en España se tiene una doble moral, porque, por un lado, rechazan las centrales nucleares, pero, por otro lado, importamos energía, procedente de centrales nucleares francesas. Y, además, afirmaba rotundamente que las Centrales Nucleares modernas son muy seguras y que, un desastre como el de Chérnobil, era prácticamente imposible que se repitiera. Resulta interesante lo que decía mi amigo, porque él es un portavoz de una parte de la población, cada vez más numerosa, a favor de la energía nuclear en España. Y, la respuesta a mi amigo, fue la misma que voy a escribir aquí.
Coincido en buena medida con lo que expresan los portavoces de Greenpeace, aunque por motivos ligeramente diferentes. Uno de los grandes problemas, cuando se habla de la energía nuclear, y de las centrales nucleares, es el de la poca consciencia global que se dispone. La mayor parte de la población española, lamentablemente, tiene un nivel de consciencia ego-céntrico, localista, antropo-céntrico, es decir, que no ve más allá de su ombligo. Además, pocos son los que están realmente informados de la gran cantidad de desastres ecológicos, de los que la actividad humana es responsable en gran medida. Y, algunos de los que sí están informados, aluden a que, como la aportación humana es una, entre otras no antrópicas, pues las opiniones de los ecologistas (que identifican, erróneamente, con los ambientólogos) son alarmistas. Y lo dicen, pese a que los informes científicos, que desde la década de los setenta y ochenta del pasado siglo XX, vienen anunciando los gravísimos desequilibrios que padece la Tierra, como consecuencia directa de la actividad antrópica.
Pues bien, con los terremotos acontecidos en Japón en los últimos días, la tan manida opinión sobre la seguridad de las Centrales Nucleares, se ha venido al traste. Pese a los sesudos protocolos de seguridad de las Centrales Nucleares, existen dos variables que le son imposibles de prever: Las catástrofes naturales y los conflictos humanos. Lo sucedido en Japón es un ejemplo de la primera variable. Sin embargo, la segunda variable es, si cabe, aún peor. ¿Quién nos asegura, a día de hoy, que no se puede producir un conflicto bélico que afecte directamente a una central nuclear? ¿Quién nos asegura que, pese a todas las medidas de seguridad habidas y por haber, no se pueden producir una concatenación de "errores" que den lugar, finalmente, a un accidente nuclear?
En fin, parece que, hasta que no se producen acontecimientos tan graves como el de Japón, que golpeen duro a las consciencias de los países occidentalizados, no se es consciente de las repercusiones que tienen las actuaciones humanas. Este acontecimiento nos hace recordar, por ejemplo, al sucedido el 11 de Septiembre en Nueva York, o el 11 de Marzo en Madrid. Son estas manifestaciones, de conflictos mucho más profundos, los que hacen reflexionar (a algunos) acerca de la imposibilidad de seguir en la dirección de explotar los recursos naturales, al ritmo en que se continúa haciendo. Por lo tanto, los recursos naturales tienen unos límites, de modo que, no se trata de generar más y más energía, a costa de destruir el medio ambiente en el que habitamos (la Tierra), sino de pensar en disminuir, progresivamente, el abusivo consumo energético de los países occidentales.
Movámonos ahora de lo literal, a lo simbólico, de lo somero, a lo profundo. ¿Qué significan todos estos desastres ecológicos y humanos? En mi opinión, son la muestra palpable del desmoronamiento de los valores sobre los que descansan todas los países occidentalizados. Japón es, desde luego, el representante oriental más conspicuo de un modelo occidental que se ha vuelto obsoleto. Junto a los levantamientos sucedidos en varios países islámicos de oriente medio, como Egipto, Irán, Marruecos o Libia, los terremotos, los tsunamis y los accidentes nucleares de Japón son manifestaciones palmarias de la irrupción y la emergencia, en el ámbito de lo concreto, de lo inconsciente colectivo en el ámbito de la consciencia.
Durante la presentación de mi última novela, que tuvo lugar en Madrid el pasado día 10 de Marzo (haré una crónica de lo acontecido, más adelante), surgió, precisamente, una cuestión que se dirigía al núcleo del problema que aquí estamos tratando. Y, esa cuestión es la falta de contacto con las potencias espirituales o arquetipos que yacen en lo Inconsciente Colectivo de los seres humanos. Así, cuando me referí en la presentación a la importancia de tomar consciencia de la sombra del cristianismo, para poder colaborar con los cambios hacia un nuevo paradigma o era (aion), me refería, precisamente, a estas noticias que hoy estamos comentando. Y, cuando hablé de la importancia de entrar en contacto con nuestra Alma, lo que supone un auténtico Misterio, para, de ese modo, dar expresión creativa a las potencias espirituales que dormitan en nuestro interior, me referí, justamente, a lo decisivo de este encuentro para el destino, tanto del individuo, cuanto del colectivo. Puesto que, aquello que no se vive internamente, y no se expresa creativamente, acaba manifestándose destructivamente en la vida del individuo, y del colectivo.
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