Por el psicólogo Jose González
Hace
más de dos años, en el marco de un Congreso sobre Meditación en el Centro
Teresiano Sanjuanista de Ávila, mantuve una conversación con psiquiatras,
monjes y psicólogos en la que hablé de un tema que resultó muy polémico: La
existencia de personalidades maléficas (antisociales) que no cambian por más
que las condiciones ambientales sean favorables.
En
aquel entonces, aún lo recuerdo como si fuera ayer, hice mención a un libro en el
que el psiquiatra suizo C. G. Jung expresaba cómo ciertos niños con
comportamientos antisociales, llevados a un ambiente positivo y amoroso, en
lugar de cambiar y hacerse mejores, se neurotizan.
En aquel momento, como ahora, no recordaba la referencia exacta, pero estaba -y
estoy- seguro de su existencia, probablemente en el libro Los complejos y el inconsciente.
Recibí
críticas terribles por plantear algo así, en especial por parte de una
psicóloga. Como no recordaba la cita exacta aprovechó para intentar echar por
tierra todo mi planteamiento por considerarlo "poco científico". Y
los monjes, para mi asombro, le apoyaron en su actitud de descrédito. Desde
luego, en aquel momento, dada la perplejidad de algunos ante mis declaraciones
y la hostilidad de otros, no pude responder nada ante los "ataques"
que recibí. Además, desconocía toda la investigación que hay alrededor de los
trastornos narcisistas, antisociales y psicopáticos, que hoy sí conozco.
Resulta que, expertos en psicopatía y narcisismo como Robert Hare o Sam Vaknin
en Canadá y en Estados Unidos, o Iñaki Piñuel y Vicente Garrido en España, por mencionar solo algunos de los
más conspicuos, expresan en sus textos y vídeos exactamente lo mismo que dije
en aquella conversación en la que me trataron de "aguafiestas" y de
"poco científico".
Esta
experiencia de descrédito por parte de profesionales de la salud mental no
resulta extraña a quienes han intentado presentar a un público no especializado
en los trastornos narcisistas, antisociales y psicopáticos el resultado de sus
investigaciones y práctica clínica. El mismo Robert Hare relata en su libro Sin conciencia una experiencia
similar, que paso a reproducir a continuación:
Hace varios años dos estudiantes de posgrado y yo entregamos un artículo a una
revis-ta académica. El artículo describía un experimento en el que se había usado un regis-tro biomédico para controlar la actividad eléctrica del cerebro de varios grupos de hombres adultosmientras llevaban a cabo tareas lingüísticas. Registramos esta actividad en hojas de papelcuadriculado y recogimos una serie de ondas, lo que se denomina en ter-minología médica un
electroencefalograma (EEG).
El editor nos devolvió el artículo negándose a publicarlo. La
razón, según nos dijo, era:
«Francamente, hemos encontrado que algunas de las pautas delas ondas cerebrales descritas en este artículo son muy raras. Estos EEG no pueden proceder de personas reales».
Es verdad que algunos de nuestros registros de ondas cerebrales eran extraños, pero
nolos habíamos obtenido de alienígenas y, por supuesto, no nos los habíamos inventa-do. Los
obtuvimos de una clase de sujetos que se pueden encontrar en toda raza, cul-tura, sociedad y
estilo de vida. Todo el mundo ha conocido a uno de ello, ha sido enga-ñado o manipuladopor ellos, se ha visto forzado a vivir con ellos o a reparar el daño
que han producido. Esos sujetos, a menudo encantadores (aunque
siempre de manera letal), tienen un nombre clínico: psicópatas. Su sello es una impresionante falta de con-ciencia; su
juego es la autogratificación a expensas de la otra persona. Muchos pasan
algún tiempo en la cárcel, pero muchos
otros no. Todos toman más de lo que dan."
Desde
un punto de vista junguiano esto se debe a que existe una enorme dificultad en
el hombre occidental a la hora de identificar y reconocer la sombra que forma
parte, no ya de la psique individual, sino incluso en la imagen de Dios, esto
es, en el arquetipo del Self. Nos
resulta especialmente difícil de concebir que el mal exista, que dicho mal se
exprese en determinadas personalidades y, sobre todo, que el mal forme parte de
la propia estructura psíquica del ser humano.
Pero
lo cierto es que los psicópatas y narcisistas malignos se caracterizan
precisamente por su inmoralidad en el modo de comportarse. No sienten ninguna
culpa, ni remordimiento alguno por lo que hacen; son mentirosos y
manipuladores, deshonestos, explotadores y parásitos en sus relaciones;
inteligentes y seductores, sin embargo se caracterizan por la superficialidad,
la insensibilidad y la frialdad propia de un depredador de sangre fría. De
hecho, parece que presentan un patrón de activación cerebral anómalo, con el núcleo
accumbens, el área que se activa cuando se busca una recompensa,
hiperactivado en los psicópatas, con un aumento del neurotransmisor dopamina.
Además, el cerebro presenta anomalías al tener reducida las conexiones entre la
corteza prefrontal ventromedial y la amígdala, áreas que se activan cuando se
presentan sentimientos de culpa y empatía. Los narcisistas y psicópatas no
aprenden de la experiencia y, por tanto, cometen innumerables errores de
juicio; son egocéntricos e incapaces de reaccionar emocionalmente ante el
sufrimiento de los demás.
Resulta
sorprendente la unanimidad de todos los expertos en lo referente a la
posibilidad de cambiar: los psicópatas y los narcisistas malignos NO cambian,
porque no tienen conciencia de enfermedad. Son siempre los "otros"
quienes tienen problemas; los "demás" son los trastornados o los
enfermos. De ahí que en la personalidad psicopática se presente de un modo
comórbido la paranoia.
Desde
un punto de vista religioso o espiritual podríamos decir que estas
personalidades son una manifestación del mal, el modo en que el diablo
cristiano opera a su través. En otras palabras, son la expresión palmaria de la
enfermedad que carcome las entrañas de las sociedades occidentales
contemporáneas: la ausencia de una relación viva con lo numinoso, la falta de
apertura a las dimensiones "transpersonales" de la personalidad, el
endiosamiento del sujeto.
La
extensión del problema del mal en la psicopatía y el narcisismo resulta
preocupante dado que parece anunciar la gravísima situación en la que nos
encontramos como humanidad. Recuerda, por cierto, a los peores momentos de la
historia, cuando emergió el símbolo de Cristo que vino a compensar una
situación de hybris personificada por emperadores romanos como Calígula
o Nerón.
Dicho
esto, en este ensayo que hoy publico en Psicología Profunda y Espiritualidad, quería
dejar constancia de un fenómeno que vengo observando desde hace años, pero que con la extensión de las redes sociales se
está convirtiendo en viral. Se trata de las relaciones con narcisistas o
psicópatas extranjeros.
Cada
vez más narcisistas (hombres y mujeres) se sirven de las redes sociales (o, en
su defecto, de agencias matrimoniales) para buscar un perfil adecuado a sus
maquiavélicas maquinaciones.
Su
modus operandi se inicia a través del contacto con mujeres u
hombres extranjeros tras estudiar bien los perfiles de las personas que se
convertirán en sus próximas víctimas. Los seducen con un love bombing
(bombardeo amoroso) apabullante a través de redes sociales como Facebook,
Badoo o Tinder. Cuando la víctima ha sido seducida, el psicópata
rápidamente busca tener una cita. Debemos tener siempre muy claro que el
narcisista/psicópata ejerce su manipulación a través del contacto directo, en
donde son muy diestros en el engaño, el fraude y el lavado de cerebro. Si el/la
narcisista es la extranjera que reside en otro país entonces quedará con su
víctima para terminar de seducirlo convenientemente. Si, por el
contrario, el narcisista reside en su país de origen y contacta con una víctima
extranjera, pueden comprar un billete de avión e invitarles a que pasen unos
días con el / la narcisista. La estancia puede alargarse hasta una semana o
incluso más, en donde el / la narcisista agasaja a su víctima dándole lo que
ella más anhela y/o necesita. Cuando la víctima del narcisista ha caído en la
tela de araña de mentiras que ha creado expresamente para que se enamore de el
/la narcisista, entonces comienza la siguiente fase.
Esta
etapa se caracteriza por formalizar la relación con el/la extranjera. Puede
producirse al revés, y ser la extranjera en otro país, en donde apenas se la
conoce y no se dispone de acceso a referencias por personas allegadas, la que
cree la tela de araña y atrape a la pobre víctima oriunda de su país. Sea como
fuere, esta formalización puede consistir en un matrimonio por lo civil, por
ejemplo, que permita legalizar la situación y así atraer a la víctima del / la
narcisista hacia sus dominios. Si la potencial víctima se da cuenta del engaño
y lo hace patente es frecuente que el/la narcisista, al sentirse descubierto/a,
reaccione con una ira terrible.
Una
vez formalizada la relación, con luna de miel incluida, comienza la pesadilla
de la persona que ha sido estafada, embaucada y engañada por el narcisista o
psicópata adaptado. Comienzan a utilizar a su nueva pareja como testaferro para
todas sus maquinaciones; empiezan, también, los malos tratos psíquicos, el cold
shoulder (indiferencia y frialdad), las vejaciones, el gashliting o
ataque a la percepción de su pareja /víctima, etc. Para una mejor comprensión
de estos conceptos recomendamos la lectura de nuestro anterior ensayo: Relaciones Tóxicas. Narcisistas y
psicópatas.
Sin
que la víctima se dé cuenta de lo que está sucediendo, queda atrapada en una
maraña de embustes y maquinaciones o manipulaciones del / la narcisista;
engañada y estafada, la víctima termina por enfrentarse a una situación legal
terrible, porque el narcisista ha utilizado a su víctima como testaferro para
numerosas actividades financieras y económicas que ponen a la víctima en una
situación de ilegalidad e, incluso, de criminalidad.
La
situación de indefensión de la víctima es real y no ficticia. Además de
desconocer todos los fraudes que el narcisista realiza escudándose en la
identidad de su víctima, desconoce también el idioma y/ o las leyes del país en
el que ahora reside. Y los organismos gubernamentales y las entidades
financieras persiguen a la víctima del narcisista con todo el peso de la Ley, a
la que consideran una delincuente, enjuiciando a una persona cuya única culpa
fue haberse enamorado de la imagen que el narcisista había forjado con la
información que ha obtenido de ella /él.
Si
sospechas que algo así puede estar sucediéndote busca ayuda terapéutica y
jurídica lo antes posible. Si lo estimas necesario y conveniente puedes
escribirme un correo privado. La situación puede empeorar hasta convertirse en
un infierno del que resulta muy difícil salir sin ayuda.
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