miércoles, 11 de noviembre de 2009

LUNA NEGRA, ANIMA MORENA. SOBRE EL ARQUETIPO DE LA MUJER FATAL.


Después de un viaje a Huelva, en el que se produjeron decenas de sincronicidades, como, por otro lado, es natural en momentos en que un arquetipo se constela, llegamos a casa, mi pareja y yo, y nos pusimos a ver una película excelente titulada Al filo de la Navaja. Al terminar de verla, no lograba comprender cómo no lo había visto antes. Pero, bueno, como todo en esta vida, las cosas llegan cuando tienen que llegar.

Al margen de lo fascinante de la película, y de la afinidad y hasta similitud existentes entre la vida del protagonista y la mía propia, había un tema arquetípico que se mostraba con inusitada claridad: las dos facetas con las que se presenta el anima en el hombre. Una es el anima Morena (oscura, negra), la Luna Negra, Seckmet; la otra, el anima Rubia, la Luna Llena. La Rubia ayuda al individuo, está próxima a las funciones superiores de su consciencia, es, en cierto modo, su soror mística; la otra, en cambio, es una Serpiente, un Dragón que lo conduce al abismo de su inferioridad, y lo hunde en los infiernos de lo Inconsciente Colectivo.

Esther Harding, eminente analista jungiana americana, discípula directa de C. G. Jung, escribe lo siguiente del anima negra, del aspecto demoníaco de la mujer, la femme fatal, en su muy recomendable libro Los Misterios de la Mujer. Simbología de la Luna. (Ed. Obelismo, pp. 121-122):

"El aspecto demoníaco, inhumano, de la mujer puede traducirse en términos de experiencia diaria como sigue: Si una mujer actúa, en cualquier situación, solamente como hembra, yin, rehusando expresarse con las consideraciones humanas que podrían moderar su efecto yin, retiene al hombre por su instinto. Entonces está preparado para que le tiendan una trampa que lo deje sin apoyo... Ellas (las mujeres) saben que una acción semejante goza de una ventaja injusta sobre la vulnerabilidad del hombre. La mujer que verdaderamente ama al hombre se siente en la obligación no de tentarlo por su hechizo femenino, sino de salvaguardar su honor. En las circunstancias antes mencionadas, incluso esconderá sus atractivos, se ocultará, para que por su propia disciplina él quede libre para seguir también el camino de la disciplina. A veces la mujer no es consciente del poder de esta cualidad en ella, este femenino, este yin. En este caso, un efecto desastroso de este tipo puede ocurrir mientras que ella permanece ignorante de la parte que ha jugado en la situación negativa de su enamorado. Otras mujeres son totalmente conscientes de este poder y lo usan sin escrúpulos para su ventaja personal. Tales mujeres parecen ofrecer al hombre amor y comprensión cuando en realidad sólo le están dando las riendas para su propio deseo de poder. Si tales mujeres se detuvieran a averiguar sus propios motivos podrían ver fácilmente que su placer consiste principalmente en la satisfacción de su vanidad, alimentada por la adulación de él, y el sentimiento de importancia que obtiene de su infatuación. Una mujer más consciente, más evolucionada, conoce este peligro, y se guarda escrupulosamente de causar un efecto desastroso. Porque sólo a través de una disciplina de no ansiedad puede quedar salvaguardado el amor y la relación psicológica entre un hombre y una mujer. Una mujer así hace consciente y voluntariamente lo que las primitivas querían realizar por sus tabús de la menstruación. Ya que... una mujer que permite a su naturaleza yin actuar de un modo desenfrenado está en una situación peligrosa y debería ser apartada. Es una amenaza pública."

Esta descripción coincide, hasta en los más mínimos detalles, con cierto tipo de mujeres, que se corresponden, por cierto, con el anima Morena u oscura que es la que conduce al hombre a su perdición... o a su vocación verdadera.

Recomiendo encarecidamente a todos los buscadores de la Verdad, a los Peregrinos del Alba, a los Caballeros del Grial, a quienes deseen saber más sobre esa dualidad del mandala masculino, esta excelente película y/o, en su caso, la novela en la que se basa.

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