Ciertamente, y en consonancia con el sentimiento expresado por mi buen amigo y colega Raúl Ortega, encontrar espíritus afines es de lo más reconfortante, en este viaje, a veces solitario y descorazonador, de ir socavando las obsoletas estructuras sobre las que se sustenta el hediondo y mórbido paradigma vigente en la sociedad contemporánea.
Se repiten por doquier los argumentos más manidos, como si de una cantinela se tratara y, cuando se cuestionan los supuestos sobre los que reposan, las reacciones son de lo más enconadas. Ya un Sócrates y un Platón expresaron el peligro de semejante audacia; desde luego, es toda una temeridad, en tiempos como los nuestros.
Por ese motivo, cuando leo un texto como el de Aldous Huxley,titulado El hombre y la religión, el escritor británico nacido en el solsticio de verano, bajo el reinado del León (signo astrológico de Leo), autor de la conocida novela Un Mundo Feliz, me hace vibrar, y me reconforta, hasta el punto de hacerme sentir que mi labor, de escritor (véase vídeo del trailer de la película de Roman Polanski, "El Escritor", al final de esta entrada. Desde luego, el peligro al que aludo unas líneas más arriba no es desdeñable, si consideramos el mensaje de Polanski. Por cierto, también nacido bajo el reinado del León) e investigador independiente, no es baldía.
Así, he decidido publicar, en esta entrada, su susodicho ensayo El hombre y la religión, para compartir con ustedes algunas reflexiones en torno al misticismo, las creencias religiosas y, fundamentalmente, las diferencias entre la actitud del verdadero místico y la de los defensores del literalismo (lo que, llevado al extremo, conduce al fundamentalismo fanático, al que tanto combate mi querido amigo Moisés Garrido) religioso.
Advierto, antes de proseguir, que no comparto la totalidad de las ideas que expresa el autor. Así, por ejemplo, yo, por mi experiencia, soy de la opinión -difiriendo, por consiguiente, del autor- de que la naturaleza es aristocrática y, por lo tanto, el contacto con la Fuente es privilegio (y/o condena) de unos pocos ("muchos son los llamados, pocos los elegidos").
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