Foto tomada de "Bellota de Dios" |
Hace unos días mantuve una
conversación con un buen amigo y alma camarada. Comenzamos nuestra
conversación, como es natural y propio de nuestros comunes intereses, aludiendo
a los sueños.
Le decía a mi amigo que esa misma
mañana yo estaba revisando un sueño que había tenido alrededor del año 2000, es
decir, hace ya trece años, donde hacía el amor con una mujer andrógina. ¡Un
clasicazo!, me dijo mi amigo. Muy representativo del poderoso efecto del anima en mi propia ecuación psíquica...
y que ya apareció en un sueño, por primera vez, por aquel entonces. Y no fue el
único que tuve en la misma línea... muchos de ese estilo tuve entonces,
precisamente aventurando lo que se convertiría en mi vocación... Y, como decía
mi amigo, tiene su lógica que ese arquetipo se active más justo cuando se
producen cambios de década, como sincronías con las crisis evolutivas a nivel
colectivo.
Andábamos ambos revisando
nuestras biografías, en relación con el arquetipo del anima, sin que el uno supiese nada del otro, pues vivimos a más de
500 kms. de distancia y hacía meses que no entablábamos conversación (telefónica
o internáutica) alguna. Y es que es importante revisar la propia biografía
(interna y externa), especialmente cuando se presentan conflictos o situaciones
difíciles, porque lo que aparece en el futuro ya estaba contenido en el pasado
(si bien, en forma embrionaria), solo que entonces lo pasamos por alto o no lo supimos
comprender bien. Este movimiento hacia
atrás y hacia adelante, ese fijarse en el pasado, para mirar hacia el presente
y el futuro, es precisamente de lo que había estado discutiendo, hacía unos
meses, con algunos seguidores del modelo cósmico de Ken Wilber, el famoso escritor
y filósofo americano.
Defendían algunos, demasiados,
que el modelo de la bellota que contiene en potencia al roble o a la encina,
algo que está implícito en el trabajo que mi amigo y yo hacemos habitualmente,
era un error, y hasta lo habían tildado de "falacia pre/trans", por
muchos defensores del modelo de Wilber.
Nosotros, en cambio, concebimos la idea de la bellota, que consideramos
más exacta. Por supuesto que no es lo mismo el pasado que el futuro, lo pre-personal
que lo trans-personal, pues el tiempo
tiene una realidad progresiva y lineal. Ahora bien, yo soy José Antonio desde
que nací hasta ahora, y me han llamado así antes, igual que ahora. Por más que
entonces fuese un niño y ahora sea más grande, más corpulento y un poco más feo
(jejeje). Pues el tiempo tiene, también, una realidad circular (como viene
representado en el Ouroboros o la
serpiente que se muerde la cola, y hoy lo redescubre la Cibernética, cuando habla
de la causalidad circular), conservadora y arquetípica. Como decía mi amigo
"ahora soy el roble que siempre fui".
Sin embargo, a ese argumento,
algunos seguidores de Wilber contraponían la idea de los niveles de crecimiento
ascendente, que incluyen y trascienden a los anteriores... En definitiva, una
concepción lineal (por más que hablen de una espiral) de la evolución. Lo que
me recuerda a la idea evolutiva de Darwin... Yo me inclino más por la concepción
de la complejidad que ya expresó un místico como P. T. de Chardin.
Pero esa discusión es estéril, de
verdad... Porque "hay cosas que cambian, y cosas que no; hay cosas en las
cosas que progresan y se transforman, se subliman, y, al mismo tiempo, hay una
esencia interior que permanece y atraviesa ese cambio sin alterarse (un centro,
una fuente, un patrón, un mito, en el sentido de un proyecto existencial, para
expresarlo en términos existencialistas). Por eso es reconocible esa esencia
antes y después, en el pasado y en el futuro, en la etapa pre y en la trans, o
en las estructuras psíquicas que se hallan en un estado pre (poco
diferenciadas) y en las que se encuentran en un estado trans (diferenciadas).
Los unos ponen el acento en lo DIFERENTE, y nosotros señalamos las dos cosas:
QUE ALGO CAMBIA Y ALGO PERMANECE INMUTABLE.
Aristóteles ya defendía el
emergentismo, y criticaba el preformismo platónico. Aristóteles hablaba del proceso gradual (la moderna
epigenética pone el acento en lo mismo), sugiriendo que la materia toma forma
en el desarrollo. Mientras que Platón entendía que en el huevo ya estaba
contenido, en potencia, el pollo. (Claro, ya hemos encontrado el futuro y/o el
presente en el pasado). Ambos puntos de vista tienen su parte de razón. Y, por
ese motivo, nosotros señalamos que se trata de ambas cosas.
Un ejemplo tal vez clarifique lo
que tratamos de decir. Fijémonos en lo que sucede en el ciclo hidrológico.
Imaginemos dos estados físicos del agua muy distintos, el hielo y el vapor. Unos
dirán que son dos cosas distintas, que son dos estados bien diferenciados.
Nosotros decimos que, en efecto, son dos estados bien distintos, pero que es la
misma agua, igualmente. Y ese vapor que apareció después de calentarse el hielo,
y se elevó a la atmósfera formando nubes, es el mismo agua que antes estaba
abajo, y gracias al cual pudimos beber (aunque ahora tenga que pasar por una
estación depuradora antes). De igual modo, decimos que lo que está después
(trans-personal) tuvo que estar antes. No es posible que se forme vapor y, por
tanto, que se generen nubes, si antes no ha habido una reservorio de agua.
Lo que me parece importante
señalar es cómo se expresa un arquetipo. Este rige la manifestación en todos
los planos, desde el plano pre-personal (instintivo) al plano trans-personal (espiritual).
Por eso, precisamente, Jung definía al arquetipo como psicoide (en parte material, en parte psíquico, y, sin embargo, ni
lo uno, ni lo otro). Según a mí me parece,
la estructura cósmica se asemeja más a una estructura en capas, semejante a una
cebolla (o, para usar los términos modernos, como un fractal), que a una
evolución lineal progresiva.
El amor es el ejemplo más
paradigmático de todos, que nos enseña esta activación en todas las esferas.
Cuando estamos enamorados de una mujer, al mismo tiempo que el plano instintivo
se moviliza en todas sus dimensiones, el alma te está llamando para escuchar
cuál es la Verdad transpersonal (el anima). En realidad, todo está mucho más
mezclado de lo que muchos piensan y, al mismo tiempo, está todo tan
diferenciado como esos mismos piensan (y nosotros también).
No comprender, por ejemplo, que,
a veces, para subir haya antes que bajar, supone no comprender algo esencial
del proceso de individuación,
quedando abortado cualquier desarrollo espiritual. Pues no hay alborada
espiritual sin atravesar primero una noche cerrada, y tampoco hay un cénit, si
antes no ha habido una alborada... Sin
oscuridad, tampoco hay luz...
Realmente, tienen razón quienes
temen realizar ese oscuro viaje por mar... Pues uno puede bajar al inframundo y
no regresar jamás (ni siquiera a la "normalidad").
Pincha a continuación, para ir a la segunda parte de esta entrada: La bellota de Dios
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