Fragmento del capítulo 11. El matrimonio sagrado del
libro de Esther Harding titulado Los
Misterios de la Mujer, publicado por la editorial Obelisco. La traducción
nos parece que es bastante poco cuidadosa, teniendo en cuenta la importancia y
profundidad del texto. Aún así, consideramos que es muy interesante, en
especial para muchas mujeres, por el contenido psicológico que desvela.
"Las
prácticas religiosas se basan en una necesidad psicológica. La necesidad
espiritual se proyectaba aquí hacia el mundo, hacia hechos concretos, y se
realizaba mediante un acto simbólico. Si examinamos bajo este prisma los
rituales de prostitución sagrada es evidente que la mentalidad antigua
consideraba esencial que todas las mujeres debían entregarse una vez en su
vida, no a un hombre en particular, sino a la Diosa, a su propio instinto, al
principio Eros en su interior. En este hieros
gamos, este matrimonio sagrado, no importaba quien fuese el hombre, salvo
que NO tenía que ser el hombre escogido. Debía de ser un extraño. Tampoco
importaba la experiencia que tuviese la mujer. El hombre no era escogido por su
virilidad, como un representante de Príapo. El templo de Ishtar o de Afrodita
era frecuentado, sin duda, por hombres que necesitaban fortalecerse; los viejos
y otros hombres cuya virilidad fallaba deberían naturalmente buscar una
renovación de sus poderes en los recintos de la Diosa que daba "fertilidad
a los hombres y a los animales". Para la mujer el significado de la
experiencia se basaba en su sumisión al instinto, sin importar cómo se llegase
a la experiencia.
»En
los mitos de la Diosa Luna estas realidades psicológicas se expresan de forma
concreta y el hombre de mentalidad antigua las vivía del mismo modo. Proyectaba
los contenidos psicológicos y estaba obligado a vivir su drama como si Ishtar y
Afrodita fuesen diosas antropomórficas; como si las demandas del principio
femenino debieran encontrarse en la acción externa. Era incapaz de reconocer en
ellas, como conseguimos cada vez más hoy en día, los principios psicológicos
que nos exigen cambios en nuestras actitudes psicológicas. Una mujer moderna
que intente establecer una relación con la Diosa Luna o con el principio
femenino en su interior, debe someterse a su propio instinto reconociéndolo, no
como un concepto intelectual, sino como una influencia determinante de toda su
vida; o debe de aceptar el dominio de Eros y su relación y someterse ella y sus
deseos a ese dominio.
»En
el mundo antiguo únicamente unas pocas mujeres vivían toda su vida en el templo
de la Diosa Luna como prostitutas; mientras que la mujer corriente solo jugaba
este papel una vez en su vida. Este acto correspondía a hacerse responsable de
su propia vida instintiva sobre ella, porque ella lo necesitaba. El acto
concernía a su relación con la diosa del amor y no a la relación con su marido,
actual o futuro. No tenía nada que ver con su seguridad económica, como ocurría
en el matrimonio, sino que era tan solo una relación con su propio instinto.
»Es
lo más difícil en el mundo para cualquiera, en especial para una mujer, conocer
y aceptar su amor por otro ser humano; sobre todo si no es recíproco. Resulta
mucho más fácil rehusar el amor diciendo: "a mí tampoco me importa" o "no merece que se rompa mi
corazón", o incluso suprimir el amor y permanecer inconsciente sobre si ha
resultado algo serio. Pero la mujer que es virgen y que ha realizado el
matrimonio sagrado en el templo de la diosa, no actuará así.
»Ella,
dándose cuenta de que el amor que ha experimentado en ella es una manifestación
de la Diosa, lo reconocerá, al igual que el sufrimiento que trae consigo, como
parte de su experiencia con el principio femenino.
»Realmente
puede resultar que, el reconocimiento de su propio amor, en el plano humano,
sea en sí mismo de la misma naturaleza que el hieros gamos, el matrimonio con el dios que hace vírgenes a las
mujeres. Filón de Alejandría escribió hace muchos años: "Para el congreso
de los hombres, para la procreación de niños... Pero cuando Dios empieza a asociarse
con el alma, él hace que la que fue mujer se convierta en virgen de
nuevo." La misma idea se expresa en un soneto de John Donne (1573-1631):
"No
obstante, te amo tanto, y sería amada con placer
Pero
estoy desposada con tu enemigo;
Divórciame,
desátame, o rompe de nuevo este lazo;
Tómame,
aprisióname, porque yo,
Excepto
si me cautivas, nuca seré libre
Ni
tampoco pura, a menos que me violes"
»Estas
cosas permiten comprender que la virginidad psicológica solo puede conseguirse
por la violación de un dios, a través del hieros
gamos, o unión sagrada.
»(...)
(En los dibujos realizados por dos mujeres modernas en un momento de profunda crisis
emocional o de conflicto interno) se representa el sufrimiento real de la mujer
como si fuese un ritual, teniendo un significado religioso, esto es, espiritual
o psicológico. Estas mujeres (modernas) sufrían en el sentido de que
experimentaban que, de algún modo, habían sido "violadas" por la vida
o por las circunstancias en que se hallaban; es decir, su amor, su interés, su
emotividad en la vida, no encontraba respuesta en los valores que el mundo
moderno aprecia: amor humano y comprensión, o el reconocimiento de los demás.
El dibujo que expresa este sufrimiento muestra en cada caso que la frustración
humana era como una violación, que se cometía no por una fuerza hostil o
destructora, sino por un pájaro, el Gran Pájaro Celeste, mensajero de la Luna,
la Paloma de Afrodita.
»En
el simbolismo cristiano nos es familiar una idea similar en la imagen del Espíritu
Santo que es una Santa Paloma. En ciertos dibujos medievales la Concepción de
la Virgen María se dibujaba, igual que en los dibujos modernos, como una
violación por la Santa Paloma. Esta imagen parece expresar un factor universal
de la psique humana, igual en las religiones de las antiguas diosas de la luna,
en la cristiandad medieval, en los escritos místicos de los antiguos filósofos
y en los poetas isabelinos y hoy en día en los dibujos de lo inconsciente de
las mujeres modernas. Este motivo repetido parece señalar que la mujer sólo
puede ser una en sí misma (virgen) cuando es totalmente consciente de las
posibilidades que dormitan en su propia naturaleza, cuando ha experimentado lo
que es arder por la pasión, carnal y espiritual, y ha dedicado sus poderes al
servicio del dios del instinto. Entonces, cuando lo impersonal, la energía
divina, ha surgido en ella, logra la castidad de alma, única de su ser,
dedicando su emoción más profunda a los dioses del instinto, sin importar el
modo en que quiera llamarlos.
»De
este modo se libera de su yo ansioso identificado con su propio instinto y con
sus necesidades. Este es el significado de la unión con Dios, del matrimonio
sagrado en el templo de la diosa de la luna, que también es considerada la
diosa del amor sexual; ella es la fuente para poder amar así, del mismo modo
que tiene el poder de la fertilidad. Aquellas mujeres que eran iniciadas en sus
misterios conseguían una parte de su poder, participaban de su naturaleza por
medio de una unión mística con ella.
»(...)
Por lo tanto, empieza a aclararse el significado de este sacrificio de la mujer
en el templo, de este hieros gamos. Por medio de él, la mujer
que ha sido iniciada se libera del dominio de su propio instinto inconsciente,
con su anhelo y deseo de poder. Sometiéndose a su instinto en vez de pedir al
hombre que se someta al suyo, se convierte en virgen. En este ritual la mujer
reconoce y afirma de la manera más enfática e irrefutable posible que su
sexualidad y los emolumentos (recompensas) que puede aportarle no son suyos, de
su posesión, sino que representan las demandas de la vida misma, que mana en
ella y de quien es servidora; su cuerpo y su psique no son más que el vehículo
para las manifestaciones de la vida. Esta es su sumisión al instinto. Hasta que
no se someta de este modo al principio femenino no podrá ser virgen en el
sentido religioso del término y no podrá estar unida al Eros, el principio
femenino, la Diosa Madre, que debe guiarla desde el interior. Porque (...) solo
como virgen pura puede el espíritu del hombre unirse a Dios.
»(...)
De esta experiencia nace el poder de amar a otro. Hasta que no ha realizado
esta iniciación, su amor no es más que un deseo. Ni siquiera puede ver la
diferencia entre "te amo" y "quiero que tú me ames"; no
puede distinguir entre "te amo" y "quiero la satisfacción que
puedes darme". Pero cuando ha pasado por una experiencia análoga a la
antigua prostitución en el templo, los elementos de deseo y posesión, le han
abandonado. Transformados por la apreciación de que su sexualidad y su instinto
son expresiones de una fuerza vital divina cuya experiencia es de inestimable
valor.
»(...)
En cada mujer que ha olvidado su egoísmo personal y se ha sometido a la vida en
ella, e poder y el significado de su principio, o el poder de la Diosa Luna,
brilla con más fuerza. Cuando renuncia a sus logros personales, la energía
antes ligada a la determinación de conseguir lo que desea en su propio camino,
fluye hacia la verdad femenina por la que ha hecho su sacrificio.
»Por
el poder del hieros gamos, el completo sacrificio del egoísmo y de la actitud
posesiva hacia uno mismo, así como de las propias emociones e instintos, que
supone el ritual , nace el niño-Eros, la posibilidad de empezar de nuevo,
incluso después del desastre y el fracaso, comenzando en un nivel diferente con
nuevos valores y una nueva comprensión de la vida."
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