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Así pues, el 21 de Diciembre tendremos dos acontecimientos planetarios muy importantes: por un lado tendrá lugar el solsticio de invierno, siendo éste día el más corto del año en cuanto a luz solar proyectada en nuestro hemisferio y por otro lado habrá un eclipse de luna que afectará en gran medida, en cuanto a visibilidad a América del Norte.
Centrándonos sobre el segundo fenómeno, ya que es menos usual que el primero, explicaremos que la luna se irá moviendo en el cielo en alineación con la sombra que la tierra proyecta en el espacio por acción del sol, y que por lo tanto, ésta se verá eclipsada por esta misma sombra. Sin embargo, no seremos testigos de la oscuridad de la luna en su totalidad en este día, ya que en España se visualizará de manera parcial. Los mejores lugares para ver este espectáculo serán Norteamérica y América Central, y en nuestro país serán los situados más al oeste, como son Canarias y Galicia.
De principio a fin, el eclipse favorecerá a los observadores situados en América del Norte. El evento podrá ser apreciado en su totalidad en todo el continente. Crédito: F. Espenak, NASA/GSFC
Como ya hemos mencionado, dado que el eclipse coincide con el solsticio de invierno en nuestro hemisferio norte, la Luna aparecerá en lo alto del cielo. Debido a que las recientes erupciones volcánicas en diversas partes del planeta han arrojado toneladas de polvo a la atmósfera, los científicos pronostican que la luna podría verse más oscura de lo usual, con un resplandor rojizo o marrón, en lugar del típico tono amarillento.
El fenómeno tendrá lugar durante la madrugada del martes, justo antes de que se ponga el sol en España.
A diferencia de los eclipses solares, que requieren de gafas protectoras, los lunares se pueden ver de manera segura sin necesidad de protección.
Y como nota significativa, mencionar que este es el primer eclipse total de Luna en casi tres años. Y tendremos que esperar hasta el próximo mes de Junio de 2011 para ver otro fenómeno igual. Añadir que próximamente se espera el fenómeno inverso, es decir un eclipse de sol parcial para el 5 de Enero.
Fotografía e ilustraciones: Nasa.gov
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Bueno, pues si no nos quedamos con el mero acontecimiento astronómico, sino que profundizamos en el hecho simbólico, el asunto se nos torna con una luz distinta. Fijémonos en los dos acontecimientos coincidentes:
1. El solsticio de Invierno, que es el día más corto del año y la noche más larga. A partir de esta noche, el Sol va aumentando los minutos luz. Este acontecimiento se relaciona, a su vez, con la entrada del Sol en el signo astrológico de Capricornio, conocido también como la puerta a los Grandes Misterios, que son los misterios de los dioses. Se puede hablar, en este caso, del Sol Niger, o Sol Negro de la Alquimia, que es, también, Saturno, planeta regente de Capricornio. Este planeta está, a su vez, relacionado con Lucifer, es decir, con el portador de luz, lo cual es un tema muy interesante. Relacionándolo con los poemas que he publicado en mi entrada anterior, podríamos decir que es, precisamente, en la oscuridad más impenetrable cuando uno encuentra la Luz aeterna, la chispa divina, el Sol de la media noche. O sea, el contacto con la divinidad en el interior del alma humana. Algo que, por otro lado, está asociado al simbolismo de la Noche de San Juan Evangelista (que se celebra el 27 de Diciembre) y, por supuesto, con la Navidad. En realidad, las dos caras de Jano simbolizan las dos puertas solsticiales y, por consiguiente, están asociados con Cáncer (Luna) y con Capricornio (Saturno o Sol Negro). Recomiendo la lectura del texto de Ángel Almazán, sobre la Navidad, para ampliar información.
2. Eclipse Lunar. El eclipse lunar está relacionado con la idea de un demonio que se traga, periódicamente, a la Luna. El mito hindú de Rahu que se cuenta en el Bhagavát Purana, tal vez sea el más antiguo de los mitos relacionados con el eclipse. Según este mito, Rahu es un demonio con una gran cabeza y con cuerpo de dragón. En la lucha entre demonios y dioses por la obtención de la amrita, una especie de ambrosía o néctar de la vida eterna, éste cae en manos de los demonios. El dios Krisna, para devolvérselo a los dioses, toma la forma de una mujer (Mojiní) seductora, que hace que los demonios pierdan toda su compostura. Mojiní consiguió el amrita, o soma, y lo distribuyó entre los dioses. Pero el demonio Rahu, sospechando del juego sucio de Mojiní, se unió a las filas de los dioses para obtener este elixir de la inmortalidad. Rahu fue decapitado por Mojiní, quedando el cuerpo escindido de la cabeza, aunque no llegó a morir, porque una gota del amrita cayó en su boca. Como venganza, la gran cabeza del demonio se traga cada cierto tiempo al lucero de la noche, provocando los eclipses. Resulta interesante lo que nos cuenta el mito, porque, como vemos, durante el tiempo que dura el eclipse es el demonio el que eclipsa a la luna, y la oscuridad domina la Tierra. Y, además, fijémonos en lo que sucede con el demonio: vive, pero escindido. La cabeza por un lado, y el cuerpo draconiano, por otro. La misma situación en la que se encuentra, por otro lado, la civilización occidentalizada.
Por tanto, si unimos ambos acontecimientos, con su carga simbólica, nos encontramos con la representación de una muerte y de un renacimiento. En términos más cercanos a la consciencia racional, esto viene a representar, desde un punto de vista simbólico, una suerte de nigredo alquimista. Una especie de Retorno al Caos original, un aquelarre, una noche de brujas, donde los espíritus-dioses-arquetipos salen a la superficie y se manifiestan de un modo apabullante. Recordemos los Círculos de las Cosechas, los agujeros en Alemania y China, por ejemplo, y otras epifanías arquetípicas, que a tantas personas reúnen. Recomiendo la lectura de la interpretación astrológica que se hace del eclipse aquí.
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