lunes, 22 de julio de 2013

ENTREVISTADO PARA EL BLOG INTEGRAL DE GUNTHER EMDE

La semana pasada Gunther Emde publicó la entrevista que me hizo en su blog integral. Dejo a continuación dicha entrevista, que podéis ver también en el muy recomendable  blog de Gunther,  a quien agradecemos su amabilidad y su apertura.

El Blog Integral entrevista a José González

José González es psicólogo, terapeuta de orientación junguiana y escritor. 

Licenciado en Ciencias Ambientales por la Universidad Europea de Madrid 
y graduado en Psicología por la UNED. 

Gunther Emde:  Hola José, antes que nada gracias por concedernos esta entrevista para los lectores de El Blog Integral. Mi primera pregunta se refiere a las experiencias personales que nos impulsan en ocasiones a plasmarlas en forma de ensayo o de novela. ¿Es este el caso de tu primera novela, "Encuentros en la oscuridad", publicada en 2007? Si así fuera, ¿podrías explicar alguna experiencia o cambio en la percepción de la vida que tuvieras en los meses o años previos?  


http://www.elblogintegral.com/2013/07/el-blog-integral-entrevista-jose.html
José: Gracias a ti, Gunther, por entrevistarme, y enhorabuena por tu blog. Con respecto a tu primera pregunta, entiendo que cada novela que escribo es un fragmento de mi propia vida interior. Desde mi punto de vista, la vida puede caracterizarse, algo que hizo ya Miguel de Unamuno, como una novela en curso o, como decía Jung, un mito en despliegue continuo. Mi primera novela, “Encuentros en la oscuridad”, la escribí en un completo aislamiento con respecto a la sociedad, casi toda ella de noche, y sumido en un estado de arrobamiento. Apenas tardé una semana en escribirla y, para serte sincero, gran parte del texto lo escribí al dictado de un “otro” al que, de hecho, he llamado daimon en la novela. Durante las dos noches en las que plasmé el grueso del libro, me sucedieron numerosos fenómenos extraños. Uno de ellos es realmente significativo. Mientras pensaba en lo que iba a escribir, salí a dar una vuelta en mitad de la noche. Un búho chico me sobrevoló, pasó por encima de mi cabeza, se golpeó con la pared de un edificio y cayó aturdido al suelo. Yo me aproximé a él, cogí una pequeña caja de cartón que encontré cerca de allí, lo introduje en ella como pude, me alejé del edificio en el que se había golpeado, abrí la caja y emprendió de nuevo el vuelo. Esta y otras experiencias extrañas me llevaron al convencimiento de que existe un mundo misterioso, ajeno a la consciencia diurna, que funciona de un modo autónomo. Gracias a esas experiencias, y a otras por el estilo, comprendí aquello a lo que Jung se refería cuando hablaba de lo inconsciente colectivo o, como lo denomina en El Libro Rojo, del espíritu de las profundidades.

G: Tu última obra "Al final del túnel", ¿podría explicarse en función de algo similar, o es algo diferente?

J: Sí, Gunther, “Al final del túnel” podría entenderse como una ampliación de las experiencias que viví cuando escribí “Encuentros en la oscuridad” y, al mismo tiempo, es la precuela de otro libro mío titulado “La hermandad de los iniciados”. Lo que diferencia “Al final del túnel” de mis otros libros es que intento representar, a través de un relato que narra la vida de un hombre moderno, cómo veo yo la situación espiritual en la que nos encontramos, y cuales son los conflictos que nos afectan, hasta cierto punto, a todos los que vivimos en este momento histórico; conflictos a los que debemos enfrentarnos, cada cual a su modo particular. De ahí que su prologuista, el Dr. Salvador Harguindey, clasificara “Al final del túnel” como novela psicológica, dentro del género iniciado por Hermann Hesse.

G: ¿Te consideras un escritor metódico o caótico? Ya sabes, los hay que escriben de 9 a 5, y otros sólo cuando lo permiten las musas...

J: Bueno, considero que tengo un poco de ambas características. Aunque, si las musas no acompañan, entonces prefiero no escribir y dejar que las ideas vayan madurando en mi interior. Normalmente, siento una gran actividad onírica e imaginativa poco antes de ponerme a escribir, y esa actividad me suele acompañar durante todo el proceso de elaboración de una obra. La lectura, investigación y recopilación de datos es la parte que me hace ser algo más “metódico”.

G: ¿Sigues haciendo pesas? Se te ve en forma.

J: Sí, hago ejercicio físico siempre que puedo. Practico pesas en un gimnasio, al que voy unas tres veces por semana. Sin embargo, el deporte que más me gusta es el montañismo y el senderismo, aunque también monto en bicicleta de montaña. De hecho, en el primer lugar en el que experimenté el efecto de los “arquetipos” fue durante una jornada de montañismo, en lo alto de una montaña. Allí, en plena naturaleza, rodeado de robles o pinos, me siento como “en casa”.

G: ¿Efectúas algún tipo de práctica espiritual? ¿Has tenido alguna clase de experiencias que puedan calificarse como espirituales?

J: Sí, aunque es un tema que mantengo en la intimidad. No obstante, lo que sí puedo decirte es que no separo mi vida espiritual de la ordinaria. Para mí, lo importante no es la “práctica espiritual” concreta que alguien lleve, sino la actitud que uno tenga ante todas las dimensiones de la existencia.

G: Tú eres un experto en Jung. ¿Opinas que Jung alcanzó la máxima cota de trascendencia (iluminación), o bien lo consideras, como hace Wilber, como una persona que tuvo importantes vislumbres de los estadios psíquico y sutil, pero que en ocasiones confundió lo pre-personal con lo trans-personal?

J: Bueno, para ser honestos, no podría afirmar con rotundidad si Jung, o menganito de tal, ha llegado a la cota máxima de la trascendencia. Para eso, habría que estar en una situación que contemplara la totalidad del destino de los hombres, y eso es algo que le corresponde a “Dios”. Dicho esto, en mi opinión, siempre condicionada por mi propia ecuación personal, considero que Jung ha sido un maestro espiritual, un iniciado en los misterios de la naturaleza, es decir, un gnóstico. La obra de Jung, pese a que ha habido bastantes personas que la han leído parcialmente, aún permanece desconocida para la mayoría. Especialmente, para los lectores de habla española. Y esto es así porque aún no se ha traducido toda su extensa obra al español. Así que, incluso los que llevamos muchos años estudiándole, hay partes de su obra que desconocemos. No obstante, hasta donde yo conozco, en Jung vemos dos facetas distintas. La primera es la del empírico, fenomenólogo y hermeneuta, que es tal vez la “más conocida”. Y una segunda, más íntima, más oculta si se quiere, en la que se mostraba sólo ante un grupo reducido de personas. A esta última faceta pertenecen sus últimos escritos, como El Libro Rojo, sus memorias y algunas de sus epístolas, entre otros. La lectura de la obra de Jung, especialmente esta última tan desconocida, requiere prestar mucha atención y, en mi opinión, haber recorrido o estar recorriendo el camino que él describe en sus textos. De lo contrario, se puede malinterpretar lo que él escribe, como les ha sucedido a Victor Frankl o a Ken Wilber, por ejemplo.



G: ¿Has leído "El libro rojo" de Jung? Si es así, ¿qué opinión te merece? ¿Crees que aporta algo que sea adecuado para el siglo XXI?

J: Sólo he leído parte de El Libro Rojo, aunque he sobrevolado la obra entera. Se trata de un libro incalificable e inclasificable, en el que Jung escribió, dibujó y pintó las experiencias visionarias que tuvo durante su viaje del alma. Cuando uno se adentra en su lectura se da cuenta de que es como si accediera a una catedral. Contiene multitud de imágenes simbólicas, de sueños, de textos polisémicos que resultan muy difíciles de comprender si no se lee despacio, pensando detenidamente, meditando y, sobre todo, contemplándolo a la luz de la propia experiencia personal. Esta última es la verdadera piedra de toque. Cuando te adentras en este magnífico libro, rápidamente acuden a la memoria otros textos de la literatura universal, como la Odisea de Homero, la Divina Comedia de Dante, el Así habló Zaratustra de Nietzsche, la Eneida de Virgilio, etc. Sin embargo, a diferencia de todos ellos, El Libro Rojo contiene la experiencia de una odisea del alma de un hombre contemporáneo. Eso es lo que le hace realmente significativo, y que contenga, en cierto modo, un mensaje “profético”, en el sentido de que descubre asuntos de gran relevancia para el hombre de nuestro tiempo. Es difícil sintetizar en unas líneas lo que aporta este libro al hombre del siglo XXI, y lo que diga siempre será erróneo por escueto y parcial. Máxime, teniendo en cuenta que no lo he leído entero con detenimiento. Pero, considerando estas limitaciones, yo diría que el mensaje de El Libro Rojo de Jung, para el hombre de esta época, es el siguiente: “El alma existe; es una entidad autónoma que habita en lo profundo del ser humano. La consciencia del hombre puede y debe entablar una relación dialéctica con su alma, si desea restablecer el equilibrio que la humanidad ha perdido con la supremacía del racionalismo patriarcal y su consciencia unilateralmente desarrollada. Ese viaje por el alma “culmina” en el renacimiento de la imagen de dios en el “interior” del ser humano, y supone, para el hombre, una completa transformación de su actitud hacia todas las esferas de su existencia: la vida, el mundo, la sociedad, las relaciones interpersonales, la naturaleza, etc., adquieren una dimensión simbólica (religiosa=religio=unido y ligado a Dios), es decir, sagrada.”

G: ¿Crees que la maduración personal sigue unas etapas definidas, después de los estadios descritos por Piaget? Me refiero a si crees que es posible algo así como la iluminación "de un solo salto", o bien hay que recorrer de forma ineludible unas etapas que son las mismas para todos.

J: Considero que el proceso de maduración personal pasa por diferentes etapas, en efecto. Y que esas etapas hay que experimentarlas, asimilando las vivencias a las que convoca. Ahora bien, hay que tener cuidado con las clasificaciones que la consciencia realiza de un proceso que es autónomo y que, por definición, las trasciende. Conocer intelectualmente las “etapas” que otros han descrito no significa que uno haya conseguido la “iluminación”. El Camino se conoce recorriéndolo. Y, si se hace así, uno no puede menos que recordar las palabras de Antonio Machado: “caminante, no hay camino, se hace camino al andar.” Si hay algo que el proceso de maduración tiene de característico es que el individuo accede a un territorio ignoto para su consciencia, y que, por más que otros hayan descrito ese viaje en etapas, éste siempre será único para él. Pongamos un ejemplo. Sabemos que hay ciertos motivos que se repiten en los sueños de los diferentes individuos y que, además, aparecen en los mitos, el folklore y los cuentos de las más variadas culturas. Sin embargo, nunca he conocido a dos personas que sueñen exactamente el mismo sueño, sin variación alguna. Y esto es así, porque la “ecuación personal” del individuo es única e irrepetible.



G: Volviendo a tu obra recién publicada, "Al final del túnel", ¿consideras que es imprescindible una inmersión en las penumbras del alma humana antes de poder vislumbrar la luz de la comprensión? ¿La evolución de una persona sería algo así como un "retroprogreso", por emplear un término de Pániker, es decir un constante avance hacia arriba y hacia adelante, y a la vez una profundización también cada vez mayor en el pasado, en las oscuridades de las heridas de la infancia, por ejemplo? ¿De qué forma se plasma todo esto en tu obra?

J: Sí, considero que es imprescindible una inmersión en las simas del alma humana, si quiere uno conocerse a sí mismo. Porque el hombre, por más que les pese a algunos, es un auténtico desconocido para sí mismo. Y, cuando empieza realmente a conocerse y atraviesa la epidermis de su consciencia, pronto se da cuenta de que en él hay un espacio interior que tiene vida propia. Una vida que la conciencia no ha producido y que, por lo tanto, tampoco puede controlar, ni manejar a su antojo. De ahí la importancia del silencio, del tener un espacio en el que apartarse del “mundanal ruido”, a fin de poder escuchar y contemplar esa vida que habita en nosotros. Si hay algo que le cuesta al occidental un trabajo ímprobo es el aprender a tener paciencia y permitir que las cosas se den por sí mismas, sin que el yo consciente interfiera en el proceso. Nuestra consciencia diurna está habituada a controlar y a manipularlo todo, para que las cosas se den de acuerdo a como ella lo ha planificado. Pero esta actitud es completamente errónea cuando lo que está en juego es el proceso interior.

Con respecto a tu segunda pregunta, el término de Pániker, “retroprogreso”, pienso que es muy acertado, porque hace justicia a esa paradoja que tiene lugar durante el proceso de evolución individual (y que también se observa en el grupal o en el social). El símbolo que suelo utilizar para ejemplificar el proceso de individuación, es decir, la evolución de la Conciencia (entendida esta como una Totalidad), es la imagen de un árbol. Precisamente porque en éste lo que está arriba y lo que está abajo, las raíces profundas y las ramas aéreas, está relacionado lo uno con lo otro. Y, en el símbolo del árbol hallamos las tres dimensiones en las que podemos dividir la Realidad: la aérea o el Cielo; la profunda o el mundo ctónico subterráneo; y el mundo intermedio. Por algo es el árbol una epifanía de Dios y, también, como símbolo del arquetipo de la Madre, el lugar en el que tiene lugar el renacimiento de la divinidad.



En toda mi obra puede rastrearse, como si de un hilo de Ariadna se tratara, ese “retroprogreso” al que se refiere Pániker. Y trato de hacerlo en un lenguaje sencillo, divulgativo, accesible a todo tipo de público. Así, por ejemplo, en mi última novela, “Al final del túnel”, describo este proceso a través de un relato heroico que, por cierto, está basado en hechos reales. Pero es heroico en el sentido de que describe un viaje que parte del mundo de la consciencia ordinaria, aquél en el que se desenvuelve a diario el hombre contemporáneo, y el protagonista se aventura hacia el ignoto mundo del alma, con las dificultades y los conflictos inherentes a esa odisea. Y, en ese recorrido, tiene lugar una experiencia de iniciación (=de muerte y renacimiento a la realidad del alma y sus arcanos), entre otras muchas sorpresas que el lector encontrará en sus 217 páginas. De ahí que el título del ensayo novelado que continúa la historia del protagonista de “Al final del túnel” sea “La hermandad de los iniciados”, puesto que en él describo las experiencias y las enseñanzas de una comunidad de monjes que han experimentado una iniciación, y que está dirigida por un Maestro o guía espiritual.

domingo, 7 de julio de 2013

"TERESA DE JESÚS". LA NUEVA FUNCIÓN DE TEATRO DE ISIDRO RODRÍGUEZ

  TERESA DE JESÚS



 

Continuamos en esta entrada proporcionando información sobre la nueva obra de teatro dirigida y escrita por el director ISIDRO RODRÍGUEZ. 

El texto que os dejo a continuación corresponde al dosier de la obra que me ha proporcionado Carmen González, una de las colaboradoras de ISIDRO RODRÍGUEZ, a quien agradecemos su deferencia. 





"En los finales del Siglo XV, en 1492, el 12 de Octubre, Cristóbal Colón desembarca y descubre un nuevo continente, América.

El mundo se agranda y se abre en pos de nuevos  horizontes.

Meses antes, el 18 de agosto del mismo año, se publica la primera edición de la Gramática de la Lengua Castellana, de Antonio de Nebrija. La evolución del lenguaje observa unas normas que sientan las bases de la consistencia de nuestra lengua.

En el año 1.500, el 24 de Febrero, nace Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, Rey de España, Nápoles, Sicilia y Cerdeña; duque titular de Borgoña y archiduque de Austria.

Cuando el Emperador de casi todo el Orbe, cumple quince años, nace en Ávila, Teresa de Cepeda y Ahumada, el 28 de Marzo de 1515. 

El universo evoluciona con gran rapidez, se ensancha el conocimiento y se demuestra que la tierra es redonda y gira alrededor del sol.

El Siglo XVI es llamado en España el Siglo de Oro de las bellas letras. Entre otras narraciones, Teresa de Jesús, escribe “El libro de la vida”, “Castillo interior o las Moradas” “Poesía”, “Libro de las Fundaciones” “Camino de perfección” y un epistolario de más de cuatrocientas cartas Teresa de Cepeda y Ahumada, hija de una numerosa familia de judíos conversos, cumple quince años y vive una intensa controversia interior, en aquellas tierras de Castilla sufriendo épocas de gran sequía y fiscalizada para pagar los tremendos impuestos que sostienen tan extenso dominio por parte del Emperador Carlos I de España y V de Alemania. 

 
Son muchas las motivaciones que incitan a poner sobre la escena la peripecia vital de Teresa de Cepeda y Ahumada, hija de padres judíos conversos.

En principio y como inicio, encontramos la perfección en la escritura donde se mezclan, magistralmente, la poética y la lirica con un fondo intenso en la fe inquebrantable hacia Dios.

Detrás de las letras está la historia, el movimiento humano en expansión, la jerarquización de los monarcas del Estado y de la Iglesia. 

Teresa de Jesús, obediente y rebelde, lucha contra las injusticias, se opone a decisiones arbitrarias que fomentan la desigualdad en la sociedad. Es una revolucionara de aquella época porque toma como base su fe y se enfrenta a todos los estamentos que entiende que se alejan de los principios de humanidad y luchan por el incremento patrimonial.
 
Su misión prioritaria es fomentar la fe y crea Fundaciones en diversos lugares de España, con la idea clara que han de ser creadas con el propio esfuerzo de su Congregación, negándose, salvo pocas excepciones, a recibir ayudas de gentes y familias poderosas e incluso de la propia Iglesia.

El encuentro con San Juan de la Cruz, es vital, como lo es para los dramaturgos contemporáneos. Bucear en las miles de páginas, de estos dos imprescindibles autores de los más hermosos versos que se hayan compuesto en toda la literatura universal es un ejercicio imprescindible para entender el valor actual de la poética, la mística y la espiritualidad.

Si supiéramos luchar como lucharon ellos por su ideal, las injusticias, el hambre de millones de personas, las diferencias sociales, no nos dedicaríamos a destruir el mundo que nos soporta. Seríamos más solidarios, más humanos y gozaríamos compartiendo y no negando."


viernes, 5 de julio de 2013

LA VIDA DE TERESA DE JESÚS LLEVADA AL TEATRO

Hace unos días tuve la suerte de entrevistarme con Carmen González Tena, quien me contó que estaba ayudando a Isidro Rodríguez Gallardo, escritor y director de teatro desde hace cinco décadas, en la promoción de su última función de teatro titulada "Teresa de Jesús"

Carmen me explicó que estaban documentándose sobre la vida y obra de otro gran místico español, San Juan de la Cruz, porque estaban preparando una obra de teatro sobre este místico abulense.

Dada mi vinculación con la Universidad de la Mística, que considero como una segunda casa, enseguida les hablé de su importancia y de que sería interesante que contactara con los carmelitas descalzos que llevan dicho centro para obtener información directamente de la fuente.

En palabras de Carmen, Teresa de Jesús” está basada en los escritos y testimonios de la época del personaje, donde se muestra la peripecia vital  y los acontecimientos vividos por Teresa de Cepeda y Ahumada, fundadora de la Orden de las Carmelitas Descalzas.

La dramaturgia y dirección es de Isidro Rodríguez Gallardo, Algarabía Teatro, de Castilla La Mancha. 

“Teresa de Jesús” es una vivencia llena de sentimientos, de lucha, de renuncia y, en definitiva, de amor a los demás a través del distanciamiento de los usos y costumbres insolidarios de los más poderosos hacia los más necesitados. 

Por encima, o al compás de las creencias religiosas, asistimos a la entrega de Teresa de Cepeda y Ahumada, para reformar normas antiguas que se distanciaban del espíritu solidario como indica la fe y no, “predicar y no dar trigo”.

La lucha contra el poder establecido es un ejemplo de tenacidad y convicción en defensa del propio pensamiento.

Una representación donde los sentimientos ascéticos y místicos de San Juan de la Cruz están presentes.

Teresa de Jesús” se puede representar, además de hacerlo en teatros, en espacios o lugares puntuales como iglesias, conventos o edificios singulares de cierta antigüedad, reuniendo un mínimo de condiciones.

En próximas entradas iré ampliando esta información.