Hoy doy comienzo a una serie de entradas, que iré publicando en los próximos días, referidas al complejo materno y su relación, semejanza y diferenciación con el arquetipo del puer aeternus. El texto que a continuación reproduzco es parte de un artículo que publiqué hace algún tiempo y que puede consultarse aquí.
El término puer aeternus es el apelativo con el que se referían al dios niño en las religiones mistéricas pre-cristianas. Se identificó al dios niño con Dioniso y con Baco, así como con el resto de dioses consortes en la época en que se rendía culto a la Diosa Madre. El mismo motivo vuelve a aparecer en el cristianismo con el niño Jesús y la Virgen María. Así pues, puer aeternus significa joven eterno, eterna juventud. En psicología se utiliza también para designar a un cierto tipo de individuo con un marcado complejo materno, prolongando en el tiempo una actitud adolescente. Los pueri aeterni son, pues, personas que continúan manifestando actitudes que cabría esperar en un joven de entre quince y dieciocho años, acompañadas de una excesiva dependencia de la madre. Las dos expresiones típicas de un varón con un marcado complejo materno son la homosexualidad y el donjuanismo. En el primer caso, la tendencia exogámica o la libido heterosexual está ligada a la madre, único objeto amoroso, por lo que el sexo no puede experimentarse con otra mujer. En realidad, toda mujer es tenida por rival de la madre, de ahí que se satisfagan las necesidades sexuales con miembros del mismo sexo. En el segundo caso, se busca a la madre en toda relación con una mujer, pero cuando el hombre se da cuenta de que su pareja no es su madre, pierde el interés por ella y reanuda la búsqueda de su “media naranja”, esto es, la mujer perfecta, la Madre. En la actualidad, asistimos a una novedosa manifestación de este arquetipo en los denominados “singles”, hombres que han decidido vivir solos, manteniendo relaciones sexuales esporádicas, con el fin de no comprometerse con mujer alguna. Algunos de estos varones frecuentan los clubes de alterne para acostarse con prostitutas y/o se masturban compulsivamente, en orden a satisfacer sus necesidades instintivas. Anhelan la mujer maternal que les abrace y les proteja, les cuide y les comprenda. Cuando entran en contacto íntimo con una mujer, estos hombres se decepcionan al comprobar que la imagen que ellos habían proyectado no encaja con la persona de carne y hueso que tienen delante, de modo que se alejan sólo para volver a proyectar la misma imagen de la Diosa Madre en su próximo contacto. Los pródromos de sus relaciones suelen ir acompañados de una atmósfera de romanticismo, que se esfuma apenas el puer aeternus intima con la mujer. De modo que van saltando de flor en flor, sin realmente conseguir el preciado néctar que se encuentra detrás de una verdadera relación de pareja.
El término puer aeternus es el apelativo con el que se referían al dios niño en las religiones mistéricas pre-cristianas. Se identificó al dios niño con Dioniso y con Baco, así como con el resto de dioses consortes en la época en que se rendía culto a la Diosa Madre. El mismo motivo vuelve a aparecer en el cristianismo con el niño Jesús y la Virgen María. Así pues, puer aeternus significa joven eterno, eterna juventud. En psicología se utiliza también para designar a un cierto tipo de individuo con un marcado complejo materno, prolongando en el tiempo una actitud adolescente. Los pueri aeterni son, pues, personas que continúan manifestando actitudes que cabría esperar en un joven de entre quince y dieciocho años, acompañadas de una excesiva dependencia de la madre. Las dos expresiones típicas de un varón con un marcado complejo materno son la homosexualidad y el donjuanismo. En el primer caso, la tendencia exogámica o la libido heterosexual está ligada a la madre, único objeto amoroso, por lo que el sexo no puede experimentarse con otra mujer. En realidad, toda mujer es tenida por rival de la madre, de ahí que se satisfagan las necesidades sexuales con miembros del mismo sexo. En el segundo caso, se busca a la madre en toda relación con una mujer, pero cuando el hombre se da cuenta de que su pareja no es su madre, pierde el interés por ella y reanuda la búsqueda de su “media naranja”, esto es, la mujer perfecta, la Madre. En la actualidad, asistimos a una novedosa manifestación de este arquetipo en los denominados “singles”, hombres que han decidido vivir solos, manteniendo relaciones sexuales esporádicas, con el fin de no comprometerse con mujer alguna. Algunos de estos varones frecuentan los clubes de alterne para acostarse con prostitutas y/o se masturban compulsivamente, en orden a satisfacer sus necesidades instintivas. Anhelan la mujer maternal que les abrace y les proteja, les cuide y les comprenda. Cuando entran en contacto íntimo con una mujer, estos hombres se decepcionan al comprobar que la imagen que ellos habían proyectado no encaja con la persona de carne y hueso que tienen delante, de modo que se alejan sólo para volver a proyectar la misma imagen de la Diosa Madre en su próximo contacto. Los pródromos de sus relaciones suelen ir acompañados de una atmósfera de romanticismo, que se esfuma apenas el puer aeternus intima con la mujer. De modo que van saltando de flor en flor, sin realmente conseguir el preciado néctar que se encuentra detrás de una verdadera relación de pareja.
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