En la entrada de hoy, cuelgo un vídeo en el que se muestra lo poco que se ha evolucionado, en aras a respetar los Derechos Humanos que tanto se ensalzan en la Carta Magna de los Derechos Universales.
Resulta interesante, a guisa de mis reflexiones personales en torno a la emergencia del mal en el mundo, recordar aquí que Plutón, ese que representa, precisamente, la salida de los muertos de sus tumbas, o, también, la Sombra colectiva que amenaza con engullir a toda una cultura -precisamente, el Dragón como arquetipo de la Luna Negra, Sekhmet o, en algunas tradiciones, la Devoradora-; decimos que Plutón está transitando por el signo de Capricornio, cuyo regente es Saturno. Y, esto, ¿qué significa? Se preguntarán algunos. Pues, precisamente, que aquello que se ha mantenido oculto al ámbito de la luz, de la consciencia colectiva, emerge amargamente con la crudeza, la rudeza y la compulsión que caracteriza a todo lo reprimido.
No importa que se aluda, o incluso, que se revise el texto original de la Declaración de los Derechos Humanos Universales, puesto que es el estado o nivel de consciencia de los individuos lo que ha de amplificarse, abarcando tanto lo luminoso cuanto lo oscuro de la vida, por más difícil que esto resulte, si se pretende algún avance en ese sentido. Mientras se continúe polarizando el bien y el mal, escindiendo lo uno de lo otro, identificándose con el primero y rechazando al segundo, se continuará proyectando el mal fuera y, por consiguiente, más tarde o más temprano, acabará convirtiéndose en destino. Las Guerras son, en última instancia, la manifestación de un conflicto no resuelto en el seno de un determinado colectivo. Y uno de los más graves conflictos que hoy asedian al hombre occidental es, precisamente, la pérdida de sus raíces, la desconexión con las potencias espirituales (arquetipos de lo Inconsciente Colectivo) que yacen en su propio interior. Antaño, las religiones, esos grandes sistemas psicoterapéuticos, eran las encargadas de mantener al individuo en contacto con sus raíces, incluso en el caso, muy frecuente, de que aquél no llegara a ser consciente de ello.
Pero hoy, en nuestra hedonista, materialista y cientifista sociedad contemporánea, el ser humano se ha convertido en una mera partícula, a la que se ha despojado su alma. Incluso en los Grados de Psicología, ya no se habla de "alma", sino de "mente", reduciendo todo cuanto se relaciona con el Espíritu, poco menos que a una mera función del sustrato orgánico. Se ha pasado de una visión dualista, a una monista, en la que el alma no tiene cabida, porque, según le parece al stablisment científico, al ser inmaterial, no tiene existencia alguna. Es este paradigma tóxico, mórbido a más no poder, el que se enseña en las Universidades, infestando a las nuevas generaciones con el mal del que adolece toda nuestra Civilización.
Cuanto más avanzo en el Grado de Psicología, más difícil se me hace su estudio, precisamente porque me doy cuenta de lo desencaminado que se encuentra el stablisment, de lo inerte (o carente de alma) de sus contenidos, así como de lo inadecuados que son sus planteamientos para alcanzar su objetivo: sanar el alma del hombre moderno, re-conectarlo con la Fuente de Sabiduría que yace en su interior, con los espíritus de sus ancestros. Por más difícil que resulte alcanzar ese objetivo.
Con todo, no significa cuanto digo que no sea interesante, por momentos, y hasta útil, conocer el funcionamiento del sustrato, así como los modelos predominantes en la Psicología actual. Lo que trato de evitar, en todo caso, es ese radical error que subyace a la visión antropológica de la que, con sus más y con sus menos, participan todos los modelos de Psicología preponderantes: desde el organicista o biológico, pasando por el conductual (tanto el pavloviano, cuanto el skinneriano), al cognitivo (input-output). Y, ese error es, como digo, eliminar de la ecuación precisamente la variable más importante: el alma, la psyché. ¿Cómo van a ser psicólogos competentes aquellos individuos que son incapaces de reconocer ese mal que aqueja a nuestra cultura? ¿Cómo van a ayudar a otros, quienes son incapaces de ayudarse a sí mismos? ¿Cómo van a conocer a sus pacientes, quienes no se conocen a sí mismos sino de un modo superficial?
En fin, son preguntas que me formulo a menudo. Y, para que os cuestionéis lo que el stablisment defiende, con uñas y dientes, dejo aquí un par de vídeos que, Dios Mediante, espero que a más de uno le haga "despertar". Vean quiénes están detrás de lo que se enseña en las Universidades, así como de quiénes financian las principales investigaciones científicas. Quizás así, algunos reflexionen sobre porqué el stablisment lucha por desprestigiar a las que considera pseudociencias.
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