Hoy voy a hablar del término psicoideo, acuñado por el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung, padre de la psicología analítica o profunda, en su libro La interpretación de la Naturaleza y de la Psique. Un trabajo que hizo junto al físico Wolfrang Pauli, quien, durante un tiempo, fue paciente suyo, y que es conocido por haber obtenido el premio Nobel por su principio de exclusión, según el cual, no puede haber dos electrones con sus cuatro números cuánticos iguales. Pauli propuso la existencia de un cuarto número cuántico (números que caracterizan los estados propios estacionarios de un electrón y que, por tanto, describen los orbitales atómicos) llamado de Spin, y que define el sentido de giro del electrón sobre su eje de rotación, generando un campo magnético a su alrededor.
Jung parece evidenciar que los conceptos de espacio y tiempo son irrelevantes para lo inconsciente colectivo. Es decir, que lo inconsciente colectivo está más allá del espacio y del tiempo. Dado que nuestra psique está compuesta por la consciencia, con su centro o foco de luz, a través del cual iluminamos los objetos externos y los internos, que es el Ego o complejo del Yo, y por un inconsciente, que en sus estratos más profuntos y sutiles es universal, de ello parece concluirse que, en esas regiones más sutiles, en lo inconsciente colectivo, precisamente, la psique trasciende el espacio y el tiempo. Ahora bien, "nuestro cerebro nos engaña", en el sentido de que pone numerosos filtros a la tremenda multitud de estímulos provenientes del mundo material, de un lado, así como de lo inconsciente colectivo, del otro, para que no "enloquezcamos".
Soy consciente de que hablar de psicoideo, de inconsciente colectivo y de arquetipos no es, en modo alguno, un asunto sencillo. Y que, aquí, la experiencia se hace ineluctable para comprender a qué se refería Jung al acuñar esos términos. Y, dicho sea de paso, quizás así se entienda mejor nuestra crítica a Ken Wilber, quien explicaba el término arquetipo sólo desde el aspecto más grosero, más colectivo, más obvio, o sea, como pauta de conducta común a la especie humana.
Para Jung, el campo psicoideo es el lugar de origen de lo psíquico y lo físico. De modo que, al hablar de lo inconsciente colectivo psicoideo hace referencia a esa banda del espectro psíquico que está allende lo psíquico y lo físico, pues los engloba a ambos. Así, cuando se constela un arquetipo, o sea, cuando se activa y se prepara para su emergencia plena en la consciencia, tienden a producirse fenómenos de sincronicidad. Precisamente, porque la acción del arquetipo se manifiesta dualmente: en el ámbito físico y en el psíquico. Al percatarse de esta doble manifestación del arquetipo, de esta "coincidencia significativa" de un acontecimiento interior y uno exterior, pleno de significado para el sujeto que lo experimenta, Jung postula la existencia de un ámbito o realidad unificada, en la que Espíritu y Materia no son sino una y la misma cosa. A esta realidad la denominó Unus Mundus, Mundo Unificado, sirviéndose del término escolástico utilizado por los filósofos medievales.
En este sentido, en su libro Arquetipos e Inconsciente colectivo, Jung escribe lo siguiente:
"Como la psique y la materia está contenidas en uno y el mismo mundo y además están en contacto permanente y descansan, en última instancia, sobre factores trascendentales, no sólo existe la posibilidad, sino también cierta probabilidad de que materia y psique sean aspectos distintos de una y la misma cosa. Los fenómenos de sincronidad apuntan, según me parece, en esa dirección ya que tales fenómenos muestran que lo no psíquico puede comportarse como psíquico y viceversa, sin que exista entre ambas un vínculo causal."
Marie Louise von Franz, en El Hombre y sus símbolos, utiliza el símil de un túnel, en el que la física está excavando por uno de sus extremos y la psicología profunda por el otro. De modo que, en útima instancia, ambas disciplinas están llegando al mismo punto (el unus mundus) y, por consiguiente, los resultados de la Física y de la Psicología son como las dos caras de una misma moneda.
En próximas entradas continuaremos profundizando en estas apasionantes ideas.
Jung parece evidenciar que los conceptos de espacio y tiempo son irrelevantes para lo inconsciente colectivo. Es decir, que lo inconsciente colectivo está más allá del espacio y del tiempo. Dado que nuestra psique está compuesta por la consciencia, con su centro o foco de luz, a través del cual iluminamos los objetos externos y los internos, que es el Ego o complejo del Yo, y por un inconsciente, que en sus estratos más profuntos y sutiles es universal, de ello parece concluirse que, en esas regiones más sutiles, en lo inconsciente colectivo, precisamente, la psique trasciende el espacio y el tiempo. Ahora bien, "nuestro cerebro nos engaña", en el sentido de que pone numerosos filtros a la tremenda multitud de estímulos provenientes del mundo material, de un lado, así como de lo inconsciente colectivo, del otro, para que no "enloquezcamos".
Soy consciente de que hablar de psicoideo, de inconsciente colectivo y de arquetipos no es, en modo alguno, un asunto sencillo. Y que, aquí, la experiencia se hace ineluctable para comprender a qué se refería Jung al acuñar esos términos. Y, dicho sea de paso, quizás así se entienda mejor nuestra crítica a Ken Wilber, quien explicaba el término arquetipo sólo desde el aspecto más grosero, más colectivo, más obvio, o sea, como pauta de conducta común a la especie humana.
Para Jung, el campo psicoideo es el lugar de origen de lo psíquico y lo físico. De modo que, al hablar de lo inconsciente colectivo psicoideo hace referencia a esa banda del espectro psíquico que está allende lo psíquico y lo físico, pues los engloba a ambos. Así, cuando se constela un arquetipo, o sea, cuando se activa y se prepara para su emergencia plena en la consciencia, tienden a producirse fenómenos de sincronicidad. Precisamente, porque la acción del arquetipo se manifiesta dualmente: en el ámbito físico y en el psíquico. Al percatarse de esta doble manifestación del arquetipo, de esta "coincidencia significativa" de un acontecimiento interior y uno exterior, pleno de significado para el sujeto que lo experimenta, Jung postula la existencia de un ámbito o realidad unificada, en la que Espíritu y Materia no son sino una y la misma cosa. A esta realidad la denominó Unus Mundus, Mundo Unificado, sirviéndose del término escolástico utilizado por los filósofos medievales.
En este sentido, en su libro Arquetipos e Inconsciente colectivo, Jung escribe lo siguiente:
"Como la psique y la materia está contenidas en uno y el mismo mundo y además están en contacto permanente y descansan, en última instancia, sobre factores trascendentales, no sólo existe la posibilidad, sino también cierta probabilidad de que materia y psique sean aspectos distintos de una y la misma cosa. Los fenómenos de sincronidad apuntan, según me parece, en esa dirección ya que tales fenómenos muestran que lo no psíquico puede comportarse como psíquico y viceversa, sin que exista entre ambas un vínculo causal."
Marie Louise von Franz, en El Hombre y sus símbolos, utiliza el símil de un túnel, en el que la física está excavando por uno de sus extremos y la psicología profunda por el otro. De modo que, en útima instancia, ambas disciplinas están llegando al mismo punto (el unus mundus) y, por consiguiente, los resultados de la Física y de la Psicología son como las dos caras de una misma moneda.
En próximas entradas continuaremos profundizando en estas apasionantes ideas.
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