Hacía tiempo que tenía pensado
escribir unas líneas sobre el trastorno
delirante y la personalidad paranoica.
Me gustaría comenzar diciendo que el término paranoia deriva del griego para-nous y se podría traducir como
"pensamiento paralelo" o "espíritu no centrado", como lo
hace J. Vallejo Ruiloba (2003). Si bien el término proviene de Hipócrates, para
referirse a un estado que implicaba un deterioro mental extremo o generalizado,
hoy en día no se corresponde con lo que en la psiquiatría y la psicología clínica se
entiende por trastorno delirante o paranoia.
Quizá sea Buñuel quien mejor haya escenificado este trastorno, personificándolo en el protagonista de su película
"El", que, por cierto, manifestaba en gran medida la personalidad del
propio L. Buñuel.
Pero, en un contexto clínico, el primero en realizar una descripción de la paranoia como un cuadro delirante crónico, que cursa sin alucinaciones, ni deterioro mental, fue Kraepelin, quien la definió como un "desarrollo insidioso, bajo la dependencia de causas internas y según una evolución continua, de un sistema delirante duradero e imposible de sacudir, y que se instaura con una conservación completa de la claridad y del orden en el pensamiento, el querer y la acción." Para Kraepelin, la paranoia era un caso de psicosis endógena, interpretación que tanto Eugene Bleuler, como la escuela suiza defendieron, y Freud aportó elementos importantes también en esta línea.
Pero, en un contexto clínico, el primero en realizar una descripción de la paranoia como un cuadro delirante crónico, que cursa sin alucinaciones, ni deterioro mental, fue Kraepelin, quien la definió como un "desarrollo insidioso, bajo la dependencia de causas internas y según una evolución continua, de un sistema delirante duradero e imposible de sacudir, y que se instaura con una conservación completa de la claridad y del orden en el pensamiento, el querer y la acción." Para Kraepelin, la paranoia era un caso de psicosis endógena, interpretación que tanto Eugene Bleuler, como la escuela suiza defendieron, y Freud aportó elementos importantes también en esta línea.
Tal vez la mayor discrepancia
haya surgido al considerar la paranoia como una entidad independiente o como un
subtipo de esquizofrenia. Por su parte, el DSM IV, exceptuando los trastornos
inducidos por sustancias y por enfermedades médicas, incluye el trastorno
delirante, el trastorno psicótico breve y el trastorno psicótico compartido.
Hecha esta breve introducción voy
a realizar una descripción de los rasgos
que caracterizan a una personalidad paranoica, para después referirme a las
características clínicas del delirio paranoico.
PERSONALIDAD
PARANOICA
Los rasgos que caracterizan a
este tipo de personalidad paranoica son muy típicos, de fácil detección y
observación, siendo los más significativos los siguientes:
· Suspicacia:
Se trata de una actitud bien detectable en estos sujetos y se caracteriza por
su permanente desconfianza que, en ocasiones, oculta mediante la apariencia de
lo contrario. Tienen una exagerada creencia en las posibilidades agresivas y
conspiradoras del prójimo, proyectando su propia agresividad y capacidad para
conspirar en los demás. Se sienten aludidos y provocados con mucha facilidad,
presentando una actitud distante en sus relaciones interpersonales o sociales
que exterioriza de dos maneras: 1. Mediante una cortesía y gentileza
desmesuradas, mezcladas con una reticencia de fondo. 2. Una agresividad
manifiesta, bien directamente, bien disfrazada a través de proyecciones en los
demás.
· Autoritarismo
y rigidez: Los individuos con personalidad paranoica son extremadamente
autoritarios, por lo que toleran muy mal que se les contradiga. Demuestran una
incapacidad de hacer autocrítica a su sistema de valores, puesto que están
convencidos de que están en posesión de la verdad absoluta. Por lo tanto están
cerrados sobre sí mismos y nunca se abren a la realidad y a los problemas de
los demás. Esta es una constante en
todas sus relaciones familiares, en las que el paranoico se muestra severo y
estricto, asumiendo en ocasiones la actitud de un Juez Universal objetivo e
imparcial. Su convicción de estar en posesión de la Verdad es inherente a todas
sus manifestaciones, mientras que es incapaz de apreciar los puntos de vista y
las verdades de los demás. Precisamente por esta actitud autocrática, a menudo
los que están bajo su influencia se hallan atemorizados y cansados de la
situación ante la que les mantiene.
· Hipertrofia
del yo e identificación con la máscara social: Se trata de individuos
egocéntricos y ególatras, enamorados de sí mismos (rasgos narcisistas), con una
elevada valoración, exagerada y reiterada, de sus logros, aciertos y virtudes,
lo que redunda en acentuar su narcisismo, dado que sus palabras y sus acciones
son siempre los mejores. Una actitud que retroalimenta su orgullo. Con frecuencia,
los paranoicos pretenden haber sido objeto de halago, ayuda o reconocimiento
por alguna autoridad o por una persona muy especial (normalmente que les ha
servido de espejo de lo que ellos han querido escuchar y ver), afirmando que
aquel fue un momento muy importante para sus vidas, porque desde ahí su
situación personal mejoró radicalmente. Y, por supuesto, invitan, de un modo
sutil o grotesco, a que el sujeto que les ayudó les siga ayudando, y para que
todos los que permanecen bajo su influencia conculquen con su pensamiento
delirante. Su necesidad de grandiosidad suele ser molesta para los demás, al
tiempo que convierten al paranoico en el blanco de aduladores. Es habitual que
el sujeto se identifique con el rol social que desempeña en la sociedad, sobre todo si es muy narcisista, (Ej.:
Él es el mejor empresario, el padre ejemplar, el esposo modélico, etc.), lleve
una vida instintiva ascética y sea totalmente refractario a considerar sus
posibles errores y elementos incompatibles con la máscara social que se ha
forjado.
· Sistema
mental cerrado: Mantienen un sistema cerrado de pensamientos, afectos y creencias. Toda percepción, recuerdo o
representación vital van a tejerse dentro de este sistema cerrado, y solo
permitirá que se añadan nuevas percepciones, recuerdos o representaciones que
mantengan el sistema, pero nunca que se modifique. La interpretación de los
hechos y circunstancias se hace siempre a su manera, o sea, de acuerdo al
sistema cerrado que se ha formado. Así, el paranoico utiliza los argumentos
lógicos relacionados con sus convicciones paranoicas mediante un racionalismo
mórbido, excluyendo todo aquello que pueda ser distinto o que le suponga una
crítica a él o para él (argumentos que denominará peligrosos y contrarios a los
"hechos y circunstancias acaecidas"). Sus criterios se asientan sobre
prejuicios, inaccesibles e irreductibles a la reflexión racional, y son esos
prejuicios los que les sirven para justificar a través de racionalizaciones
todas sus conductas. Con mucha facilidad cree que los demás compiten con él,
incluso los más cercanos, por lo que se siente justificado para aislarse y
esconder sus hallazgos de los que considera sus adversarios.
· Unilateralidad
de criterios y perspectiva polarizada: El paranoico presenta una
perspectiva polarizada que se manifiesta en la emisión de juicios de valor y en la interpretación
unilateral de la realidad. Así, por ejemplo, el sujeto tiende a encasillar a
las personas en "los que están conmigo" y "los que están contra
mí", en "los buenos" y en "los malos", y le resulta
imposible adquirir una posición equilibrada o neutral. Lo que parece una
expresión de una "guerra" interior entre la estructura consciente
paranoica que ha ido construyendo y los elementos inconscientes reprimidos que pugnan por salir a la
superficie para ser reconocidos.
Actitud querulante. Aunque no es privativa de los paranoicos, puesto que también la muestran las personas con personalidades inmaduras, como las personas con TLP, es muy común que estén siempre metidos en pleitos. Al creerse en posesión de la verdad absoluta, asumiendo una actitud de juez universal, estará en permante conflicto con todo aquel que no comulgue con su punto de vista.
Actitud querulante. Aunque no es privativa de los paranoicos, puesto que también la muestran las personas con personalidades inmaduras, como las personas con TLP, es muy común que estén siempre metidos en pleitos. Al creerse en posesión de la verdad absoluta, asumiendo una actitud de juez universal, estará en permante conflicto con todo aquel que no comulgue con su punto de vista.
· Mecanismos
de defensa: Los mecanismos de defensa más significativos en los paranoicos
son: La negación, la proyección y la formación reactiva. La negación de la realidad es la primera
defensa significativa, muy clara cuando existen ideas delirantes. El paranoico
cegado por su propia actitud pasional es incapaz de aceptar la realidad y la
niega tanto a sí mismo, como a los demás. Así, evita toda confrontación con
aquellos aspectos de su personalidad que le resultan dolorosos, contradictorios o
desagradables, por lo que dicha confrontación le resulta inaceptable. Cuando
algún hecho rebasa este mecanismo, se puede producir una situación de
catástrofe que puede llegar a terminar en el suicidio. Desde un punto de vista
junguiano, el yo consciente no puede aceptar los aspectos sombríos de la
personalidad y, en lugar de que se produzca una muerte y un renacimiento
simbólicos, o sea, un cambio de actitud (para lo que se requiere una
flexibilidad de la consciencia capaz de aceptar los elementos más turbios del
sujeto), el individuo real-iza dicho
cambio (en la realidad manifiesta). Una situación propicia para que se produzca
esta fractura o catástrofe es la pérdida de seres con los que mantiene un
vínculo afectivo: su esposa, sus hijos, o ambos. Cuando esto sucede, puede
aparecer otro mecanismo muy típico del paranoico: la proyección. Para evitar la
confrontación con los aspectos no reconocidos de su personalidad, y de los
hechos motivados por ellos, el paranoico culpa a los demás de todas sus
desgracias.
Por último, la
formación reactiva la utiliza la personalidad paranoica para defender su
conciencia de sus instintos criminales y/o violentos, así como de su desprecio
y desaprobación del criterio ajeno. Así, aparentará ser honrado y amable,
incluso sumiso, como medio para controlar y manipular a los demás; mas, cuando
esta estrategia no le funciona, y se le rebate, se transforma en todo lo
contrario, expresando su verdadero rostro.
El paranoico, como sucede con el
narcisista, suele encontrar como complemento "idóneo para él" a una
personalidad dependiente, que pueda manipular y controlar a su antojo. No es
extraño encontrar una situación de folie
a deux, es decir, de delirio compartido entre las personas paranoicas que
mantienen una relación sentimental, matrimonial o familiar. Lo tremendamente
contagiosa que una idea delirante puede llegar a ser implica que las
posibilidades son numerosas y variadas, distinguiéndose tres tipos de
infecciones posibles:
·
Infección
simultánea: Cuando el trastorno surge al mismo tiempo en dos personas que
conviven y presentan igual predisposición
·
Infección
impuesta: El trastorno surge primero en uno de los miembros y este contagia
al sano; cuando se separa el sano del trastornado la sintomatología desaparece.
·
Infección
comunicada: El sujeto inductor transmite el trastorno al receptor y en éste
se desarrolla posteriormente de un modo autónomo, y no se interrumpe con la
separación del inductor.
DELIRIO
PARANOICO
Los rasgos de una personalidad
paranoica descritos no siempre determinan que se produzca un delirio paranoico.
Sin embargo, parece que es frecuente que los delirios paranoicos se asienten
sobre personalidades paranoicas.
El delirio surge a partir de una
tensión afectiva o conflicto psicoafectivo. En las reacciones paranoides, de
hecho, existe algún evento precipitante, aunque las causas del delirio en la
paranoia aún no están determinadas con claridad.
Según McKinnon y Michles (1973) hay dos clases
de tensiones precipitantes:
1. Pérdida
real, imaginada o temida de objetos de afecto. Y está bien dicho, porque
para el paranoico las personas son objetos, dado que es incapaz de considerar
al sujeto como entidad autónoma, con sus propios deseos, inquietudes, puntos de
vista y destino. Ejemplos de esta clase son: la pérdida de un negocio o
trabajo, separación o fracaso matrimonial, pérdida de un pleito, etc.
2. Situaciones que obligan al individuo a
someterse pasivamente a una situación sobrevenida real o imaginaria. Por
ejemplo, una situación laboral que exige al sujeto la adopción de un papel
pasivo de sumisión.
Por su parte, Cameron (1966)
sugiere siete situaciones que favorecen el desarrollo de trastornos paranoides
en personalidades predispuestas:
1. Situaciones
que aumentan la sospecha y la desconfianza
2. Aislamiento
social
3. Situaciones
que promueven la envidia y los celos
4. Situaciones
que disminuyen la autoestima
5. Situaciones
que llevan al sujeto a ver los defectos en los demás
6. Situaciones
que incrementan las cavilaciones sobre posibles significados y motivaciones (de
los demás y de sí mismo)
7. Expectativas
de recibir tratamiento de tipo sádico
Cuando estos factores
situacionales rebasan el umbral de tolerancia del paciente, se instaura el
delirio, que empezará por una etapa de retiro del individuo de su mundo
habitual de relación y en la que se registra un notable grado de ansiedad.
Después se produce una cristalización preliminar del delirio; luego una cristalización
definitiva, en la que el paranoico crea una "pseudocomunidad
paranoide" a la que considera que está en contra de él, atribuyéndoles
todo tipo de intenciones, motivos y estrategias de conspiración contra él.
Su inicio suele ser progresivo e insidioso y
se basa en una interpretación delirante. La convicción del paranoico es desbordada
y todo se reviste de significantes que irán incluyéndose progresivamente en su
delirio. Es decir, el paciente tiñe la realidad objetiva con su subjetividad
distorsionada. Por supuesto, el delirio se presenta por el sujeto como algo lógico,
porque parte de hechos y situaciones reales, pero la nota delirante hace que
justifique su relato a través de racionalizaciones. De hecho, cuanto más
inteligente sea el sujeto más intrincado y elaborado será su relato en torno al
delirio.
La aparente lógica irrefutable
propia del delirio hace que sea sumamente contagioso, como ya hemos dicho, y
que muchas personas se vean envueltas en sus argumentos delirantes, siendo muy
frecuente que se les dé credibilidad por su aparente verosimilitud. Además, al
presentarse como un delirio sistematizado, que parte de ideas fijas y estables,
organizado en un sistema cerrado bien construido, que se enriquece con nuevas y
peregrinas interpretaciones, puede extenderse por contigüidad, continuidad y
semejanza a familiares, personas ajenas e incluso a grupos sociales. En el arte
cinematográfico, uno de los ejemplos más claros y didácticos tal vez sea la
película de Luis Buñuel, titulada "Él", a la que aludíamos en la
introducción.
El funcionamiento interno de muchas sectas es muy
semejante al de un delirio compartido, pues se retroalimenta a través de las
ideas delirantes de un falso gurú que mantiene su posición jerárquica y
autoritaria mediante la despersonalización de sus integrantes, quienes le
adoran y obedecen ciegamente
Bibliografía
1. Caballo,
V. E., Buela-Casal, G., Carrobles, J. A. (1995) Manual de psicopatología y trastornos psiquiátricos. Madrid: Siglo
XXI de España Editores.
2. Vallejo
Ruiloba, J. (2003) Introducción a la
psicopatología y a la psiquiatría. Barcelona: Masón.
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